El Real Madrid, con aliento tenue

La situación blanca

Determinar cuál es el mayor escándalo de la historia del fútbol es una cuestión bastante subjetiva. Para Florentino Pérez, se trata del caso Negreira, el cual saca a relucir cada vez que le conviene en Concha Espina. Mientras el nombre del exvicepresidente arbitral se emplee como pantalla y justificación en las oficinas principales del Bernabéu, probablemente serán noticias favorables para el Barcelona. Sin embargo, a medida que se distorsiona la narrativa o se ajusta a conveniencias personales, el Bernabéu continúa siendo un desfile de equipos visitantes desfavorecidos. Nada novedoso bajo el sol, pero no por ello menos digno de mención. Al mismo tiempo que la afición no se deja engañar por completo y expresa su descontento con abucheos hacia sus jugadores, y mientras el líder blanco observa con desagrado el desempeño de un Xabi Alonso que no impresiona, los adversarios van pasando por el estadio madrileño con una serie de jugadas que invariablemente les perjudican.

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Marcão y Mbappé 

Denis Doyle / Getty

La discusión en Madrid gira en torno a la capacidad de Xabi Alonso para tener éxito después de haber navegado por aguas peligrosas, y también se centra en las diversas frivolidades de Vinícius.

Que el futbolista brasileño se moleste al ser reemplazado, incluso si sus estadísticas de goles son muy bajas, representa una nueva amenaza de disturbios, aunque no haya costa en Madrid. Que el delantero cambie su imagen de perfil en medio de un berrinche y se ponga la casaca de Brasil genera mucho alboroto.

Con la narrativa alterada, el Bernabéu se convierte en una pasarela para los visitantes en desventaja.

Sin embargo, es importante recordar que el Osasuna, el Villarreal y el Sevilla, por nombrar solo tres, han disputado encuentros en el Bernabéu y han sido derrotados allí debido a polémicas decisiones arbitrales. En esas confrontaciones, cualquier ambigüedad se ha resuelto a favor del equipo local. No obstante, lo verdaderamente asombroso son las jugadas evidentes, aquellas que no permiten debate, que también tienden a beneficiar al Madrid. Cuando, afortunadamente, el VAR interviene y corrige en un lapso de apenas dos minutos a un árbitro por señalar dos penaltis inexistentes, uno no puede evitar rememorar épocas pasadas donde la tecnología no estaba presente. No resulta sorprendente que en el club madrileño nunca haya sido bien recibido el VAR y que hayan hecho todo lo posible para restringir su uso. Ya se verá qué consecuencias legales enfrenta el Barça por el asunto Negreira, pero lo que es innegable es que el Madrid no ha pagado nada por las presiones ejercidas sobre los árbitros durante varias temporadas. Continúan recibiendo ayuda externa.

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