En las zapatillas Asics de Novak Djokovic se lee un número: 24.
La cifra es leyenda y es prácticamente inalcanzable. Representa los 24 títulos del Grand Slam que lucen en las vitrinas del serbio. Son tantos como también ha ganado Margaret Court. Y nadie más, nunca en la historia del tenis, ha llegado hasta allí. Ni Serena Williams (23). Ni Rafael Nadal ni Steffi Graf (22 para cada uno). Ni Roger Federer (20).
Si Novak Djokovic sigue jugando al tenis –y ya es un hombre maduro, casi un cuarentón (38), un espécimen bien extraño en un ecosistema de veinteañeros–, lo hace porque aún se siente competitivo pero también porque desea borrar el 24 de sus zapatillas.
Desea sustituirlo por un 25.
Su apuesta despierta curiosidad universal (en la tribuna de la Philippe Chatrier se han asomado Andre Agassi, el tenista que odiaba el tenis, o John Kerry, que fue secretario de Estado de Estados Unidos en la administración de Barack Obama), y a Djokovic le ilusiona como a un niño pequeño, pero por ahora todo seguirá siendo eso, una ilusión.
O ni eso.
-Tengo un gran sentimiento de gratitud por el público parisino. No ha sido el sentimiento más feliz, así es la derrota. Pero me he sentido orgulloso por verme tan querido -dice cuando todo acaba.
(Minutos antes, la parroquia le ha despedido con una entregada ovación).
-¿Se ha acabado su presencia aquí?
-Puede haber sido mi último partido. No sé qué me depara el futuro. Por ahora, Wimbledon es el próximo gran compromiso. Solo pienso en llegar allí en las mejores condiciones posibles. Creo que aquí he ofrecido muy buen tenis, y más aún teniendo las condiciones en las que había llegado a París.
-¿Quiere decir que no volverá a París?
-He dicho que puede haber sido mi último partido aquí, no que lo haya sido.
Puede haber sido mi último partido en París, pero eso no quiere decir que sea el último partido; no sé aún qué me depara el futuro”
En París, la ilusión se la arrebatan sus problemas físicos (tras perder el segundo set, el serbio siente el bloqueo del cuádriceps y la cadera izquierda y pide la asistencia del fisioterapeuta) y también se la arrebata Jannik Sinner (23): Sinner es el pelirrojo de hielo, patilargo e invulnerable. Es el líder del circuito que en estos días cabalga en Roland Garros y le corta las alas a todos (destroza a Gasquet, Lehecka, Rublev y Bublik), y a Djokovic también (6-4, 7-5 y 7-6 (3)), para plantarse en su primera final en París, allí donde le espera Carlos Alcaraz.