El management se aceleró. La digitalización permitió nuevas sincronías. La globalización soñó con un just in time preciso. La agilidad subió a los altares del management . La velocidad como un axioma. Lo lento parece antiguo. Lo veloz parece moderno. La paciencia queda desencajada en este contexto. Todo es inmediatez. Los clientes exigen inmediatez. Los fondos de inversión exigen resultados inmediatos. Algunos jóvenes cambian de empresa muy de prisa. La paciencia tiene mala prensa. Pero dejen que les diga que abolir la paciencia es de una estupidez colosal.
La agilidad es imprescindible. La paciencia también. Las empresas necesitan fluidez en toda su cadena de valor. Por eso criticamos las burocracias, porque fragmentan y hacen lentas las organizaciones. Necesitamos empresas ágiles, capaces de tomar decisiones rápidamente y de sincronizar las fases de su cadena de valor de un modo muy competitivo. Inditex es un caso estudiado a escala mundial por esta capacidad de llevar propuestas de valor de los clientes a un ritmo que nadie puede seguir. Para que haya fluidez se requiere liderazgo. Y para que haya fluidez en toda la organización se requieren muchos liderazgos distribuidos. Ni embudos ni burocracias ni procesos retorcidos. Y no nos confundamos, esta agilidad no es solo cuestión de tecnología. Son personas y tecnología. Ambas. Mientras Fran Galán, responsable de Tech-Tienda de Inditex, nos muestra la agilidad estructural de las tiendas de Zara, no para de aludir a cómo la tecnología potencia a las personas. La tecnología permite mejorar la experiencia de clientes y de trabajadores de la tienda, está al servicio de las personas.

Conceptos de negocios con un reloj de arena junto a un gráfico en una computadora portátil.
La paciencia es imprescindible. La agilidad también. Empoderar a los demás requiere tiempo. Delegar requiere interacción, que es tiempo. Integrar dos empresas requiere tiempo. Abolir la paciencia es una tontería. Aprender a sincronizar los perfiles de un equipo requiere conocer a las personas y a las personas se las conoce trabajando, pasando tiempo juntas, enfrentando problemas y retos juntas. Crear un equipo de alto rendimiento requiere un poco de paciencia. El gran fracaso de muchas transformaciones digitales fue abolir la paciencia y pretender inyectar tecnología como si las personas no tuvieran nada que decir. Escogemos a un buen técnico para llevar un equipo. Está preparado para resolver problemas técnicos peliagudos, pero debemos tener un poco de paciencia para que complete su curva de aprendizaje. Pasar de problemas técnicos a gestionar la complejidad de las personas requiere un poco de tiempo. La mayoría de las veces aprendemos mientras trabajamos. Hay cosas que con formación no es suficiente. Hemos abortado muchos liderazgos consistentes por no dejar tiempo a su madurez. Confundir la paciencia con la pasividad y la procrastinación es un error. Reservamos la paciencia para lo que necesita madurar.
Aprender del error
El gran fracaso de muchas transformaciones digitales fue abolir la paciencia y pretender inyectar tecnología como si las personas no tuvieran nada que decir
La paciencia es un bien preciado. Uno debe ganarse el derecho a merecer la paciencia de los demás. Uno debe hacerse acreedor de esa confianza barnizada de tiempo que es la paciencia. Uno debe poder equivocarse. Si es posible, solamente una vez. Paciencia. Hay que aprender del error. Pero no pidas paciencia para permanecer en el error. Yo no soy tan paciente como mi amigo Gabriel Ginebra, que ha escrito páginas brillantes contra el management desquiciado. Su slow management me hace pensar. Comparto con él que la aceleración por la aceleración es tan estúpida como el crecimiento por el crecimiento. En la vida hay una diferencia abismal entre la ambición y la pretensión. La ambición debe combinarse con la humildad y un poco de paciencia. La pretensión solamente combina con la arrogancia, la ostentación y la inmediatez.
Nuestras empresas deben vivir en la agilidad. Podemos tener expertos en Scrum o en Kanban. Pero necesitamos sabiduría para combinar agilidad y paciencia. Los negocios solamente se excitan con la velocidad de la especulación. Pero las empresas deben fluir entre la agilidad y la paciencia. Para la aceleración, con jefes tenemos suficiente; para combinar agilidad y paciencia, necesitamos líderes que hayan vivido la importancia de aligerar los procesos y de hacer crecer a las personas. Sacar la mejor versión de las personas requiere invertir tiempo en ellas. Abolir la paciencia es una estupidez. Nuestro mundo va de prisa, por ello hay que saber administrar las dosis de paciencia. ¿Viene la IA y tendrá un impacto altísimo? De acuerdo. Pues, calma. Pensemos un momento. Veamos en qué hay que actuar con agilidad y en qué habrá que tener paciencia. Los papanatas no tienen paciencia. La tecnología requiere mucha más paciencia de lo que parece. Rápidamente intuimos lo que una tecnología puede hacer para aumentar el valor para nuestros clientes o para revolucionar las eficiencias internas. Pero entre esta expectativa y un impacto óptimo de esta tecnología acostumbra a pasar un tiempo mucho mayor al imaginado. Paciencia. Precipitar la tecnología es caro y puede destrozar nuestra reputación. El experto nos indica qué tecnología necesitarán nuestros clientes, el sabio nos ayuda a encontrar el momento idóneo para usarla. Llegar antes de tiempo no es innovar, es acelerar una anticipación quemando una barbaridad de dinero.
Tener un cliente no es fácil y hay que tratarlo sabiendo que no tendrá mucha paciencia con nosotros si las cosas van mal. Por eso fidelizarlo requiere tiempo. Persistir. Paciencia. Crear una empresa también requiere más tiempo del deseado, pero mucho menos que descubrir el verdadero propósito de una empresa. Después del propósito vendrá el legado, que es lo importante. Y construir un legado consistente a menudo es un trabajo de toda una vida. Paciencia. A veces necesitamos un poco de paciencia con nosotros mismos. Hasta resolvernos y conseguir tener una agenda llena de sentido pueden pasar años. Es una suma de muchos aprendizajes y de pequeñas conquistas. No se puede acelerar la sabiduría, es fruto de un goteo de experiencias combinadas con preguntas y miradas que el tiempo vuelve más inteligentes.
Máxima
La paciencia tiene mala prensa, pero dejen que les diga que abolir la paciencia es de una estupidez colosal
Marguerite Yourcenar nos legó una obra monumental en su libro Memorias de Adriano . Hay una frase que la autora me tatuó para siempre cuando hizo decir al emperador Adriano: “No hay nada más lento que el verdadero nacimiento de un hombre”. Paciencia.