Cosecha mínima de Burdeos

Visión global: Francia

La región tuvo el año pasado la producción más baja de su apreciado vino desde 1991, en parte por el arranque de cepas y por factores climatológicos y plagas

(FILES) An employee mans a backhoe to grub up an area of vines in Saint-Martin-de-Sescas, southeast of Bordeaux, on April 18, 2024. The Bordeaux wine region, France's leading AOC vineyard, saw its lowest harvest since 1991 in 2024 due to subsidized grubbing-up of plots and low yields linked to weather conditions, the interprofessional organization said on February 14, 2025. (Photo by Philippe LOPEZ / AFP)

Un trabajador en un cultivo de viñedos en el suroeste de Burdeos

PHILIPPE LOPEZ / AFP

­­­­­La agricultura es un sector volátil por excelencia, siempre dependiente de múltiples factores incontrolables, desde los naturales a los geopolíticos. Esta inestabilidad estructural se acentúa en el caso de la viticultura, como demuestra la paradójica situación que vive el vino de Burdeos. Este prestigioso caldo francés experimentó el año pasado su cosecha más baja desde 1991, solo 3,3 millones de hectolitros frente a 3,8 millones en el 2023.

Teniendo en cuenta el stock de vino almacenado de campañas anteriores que está envejeciendo en las bodegas y la previsible evolución del mercado, la caída de la producción no debería ser una mala noticia, aunque sí invita a una reflexión a largo plazo.

Sobre el sector de vinos y licores pesa la incógnita sobre los aranceles de EE.UU.

Burdeos es la primera denominación de origen controlada (DOC o en francés AOC ) del país y se ha visto afectada por un cúmulo de circunstancias, voluntarias o imprevistas. Es lógico que haya menos vino porque desde hace años se realizan campañas subvencionadas de arranque de cepas. La última hizo pasar la superficie cultivada de 103.000 a 95.000 hectáreas, el nivel más bajo desde 1985 y muy lejos de las 125.000 hectáreas que las viñas ocupaban a principios de siglo.

La merma controlada es una medida estratégica, pero esta vez se han sumado fenómenos como el granizo, las heladas tardías y plagas como el mildiu, que se ha cebado en toda la región del suroeste. Como consecuencia de estos elementos negativos, el rendimiento por hectárea ha sido inferior, 37,2 hectolitros en el 2023 frente a 35,1 en el 2024.

La producción de Burdeos en el 2024 fue de 3,3 millones de hectolitros, frente a los 3,8 millones del 2023

No hay mal que por bien no venga y, según los responsables del Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos (CIVB) –cuya gestión, por cierto, es muy criticada por los viticultores–, la menor cosecha contribuye a recuperar el equilibrio, al obligar a recurrir a stocks, algo que también ocurre a menudo con el champán. También sirve para estabilizar precios.

El futuro de la DOC B­­­urdeos presenta, con todo, puntos de inquietud, en primer lugar porque los hábitos de los consumidores jóvenes están cambiando. Beben mucho menos vino que sus padres y abuelos, sobre todo tintos, como son el 80% de los caldos de la célebre región. El estereotipo del francés siempre con la botella de vino en la mesa durante las comidas está dejando de serlo. Además, los productores no se han recuperado todavía del impacto del Brexit. Los británicos tienen más trabas para viajar al continente y para llevarse vino a casa. Las ventas en China también se han resentido por la ralentización económica en el gigante asiático y la presión para consumir vinos nacionales.

Uno de los grandes interrogantes que planean sobre el vino de Burdeos y otras bebidas alcohólicas francesas es la política proteccionista de la Administración Trump. El mercado estadounidense es el más importante para las exportaciones de Burdeos. Supuso 340 millones de euros el año pasado. Según algunas informaciones de la prensa francesa, los importadores norteamericanos se han aprovisionado con grandes cantidades para adelantarse a eventuales aranceles. Los temores están justificados porque Trump, que es abstemio, ya castigó a las bebidas alcohólicas francesas en su primer mandato.

Las bebidas alcohólicas suponen el tercer mayor excedente de la balanza comercial

Las dificultades del vino se extienden, lógicamente, al champán –cuyas ventas al exterior se desplomaron un 8% el año pasado– y a los licores y bebidas de alta graduación, que retrocedieron un 6,5%, sobre todo debido a la contracción de la demanda china.

Durante el último Salón del Vino, el presidente de la Federación de Exportadores de Vinos y Licores (FEVS), Gabriel Picard, recordó que su sector aporta el tercer excedente más importante en la balanza comercial de Francia después los productos aeronáuticos y los cosméticos, pero esa ventaja amenaza con erosionarse. Picard lamentó que no siempre los líderes franceses y europeos adoptan una postura firme, sin aspavientos pero eficaz y selectiva para defender sus intereses ante los conflictos comerciales periódicos con Estados Unidos y China.

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