La automovilística japonesa Nissan prepara 10.000 salidas más a nivel global para hacer frente a la delicada situación que atraviesa, con unas pérdidas récord por unos costes de reestructuración disparados, una crisis de ventas y tras fracasar su fusión con Honda, según ha adelantado este lunes la cadena pública NHK.
El nuevo plan se uniría a las 9.000 salidas y reducción del 20% de la capacidad que ya anunció el año pasado y en el que estaba inmerso. La llegada de un nuevo presidente y consejero delegado, en la figura del mexicano Iván Espinosa, ha aumentado la urgencia y ritmo de los cambios. Los 19.000 empleos a recortar en total suponen el 15% de la fuerza laboral del grupo. Las salidas se enmarcan en un plan para darle la vuelta al negocio.
Nissan cuenta con un centro técnico en Barcelona e instalaciones productivas en Ávila y Cantabria.
La puntilla de su crisis ha sido la imposición de aranceles a los vehículos extranjeros en EE.UU., donde tiene casi un tercio de las ventas. Esos coches vienen en un 45% de los casos de Japón y México. La caída en China, donde pierde terreno con rivales locales, también afecta.
En este entorno, el grupo espera unas pérdidas de 4.600 millones de euros al cierre de su ejercicio fiscal, que culmina en marzo. La compañía dispara la factura por los costes de reestructuración, revisión de valoraciones, la caída de las ventas, los descuentos aplicados para que no se acumule inventario y unos márgenes a la baja. Nissan rinde cuentas con el mercado este martes.
Con una abultada deuda, en el marco de su reestructuración ha anunciado también el cese de producción en Argentina, con la consolidación de sus furgonetas en México, así como el descarte de su plan de construir una nueva fábrica de baterías para vehículos eléctricos en la japonesa Kitakyushu, en el sudoeste del archipiélago, con una inversión que rondaba los 1.000 millones.