La importancia de ganar altura
Management: modelos de gestión
Las organizaciones medianas deben ganar escalabilidad para lograr una gestión más estable y eficiente
El empresario e influencer José Elías
“Todo lo que haces resuena tan fuerte que no deja escuchar lo que dices”. La célebre frase del filósofo Ralph Waldo Emerson es una magnífica invitación a buscar siempre la inspiración en personas que construyen sus mensajes sobre una buena base de acciones y experiencias propias. En este sentido, el empresario José Elías se está convirtiendo en una de las referencias del ecosistema emprendedor de nuestro país, ya que sus reflexiones directas y transgresoras están avaladas por una trayectoria admirable, que comienza en un barrio de las afueras de Badalona y evoluciona hasta crear una red de empresas que ya supera el centenar, abarcando sectores tan diversos como la alimentación, la salud, la construcción o la energía.
Los cuatro pilares de la escalabilidad: cultura, procesos, liderazgo y gobernanza
Precisamente, en una entrevista reciente en la televisión pública catalana, le preguntaron a Elías si por las noches era capaz de conciliar el sueño, sabiendo que ya tiene 45.000 trabajadores bajo su responsabilidad. Y la respuesta, como es habitual, no dejó a nadie indiferente: “Duermo ocho horas diarias con mucha más tranquilidad que si tuviera solo cuatro empleados”. Para argumentarlo, recurrió a uno de sus símiles favoritos: la aeronáutica. Porque, según Elías, cuando una empresa va creciendo es como un avión que va elevando el vuelo y que, en un determinado momento, llega a una altura de entre los 10.000 y los 20.000 pies, conocida popularmente como la mierdosfera, ya que es el espacio donde se acumulan todos los inconvenientes para volar (nubes, turbulencias, buitres, falta de visibilidad...). Por lo tanto, superar esa zona significa alcanzar la estabilidad, la seguridad y la perspectiva.
Según esta analogía, las organizaciones que mejor se gestionan son los pequeños ultraligeros (que vuelan bajo y pueden funcionar con liderazgos directos) o los Boeing 747 (que dejan atrás las nubes gracias a su potencia y envergadura). El problema se encuentra en las organizaciones medianas que quedan atrapadas en esta mierdosfera, donde ya no pueden gestionarse con las dinámicas de una microempresa, pero tampoco han desarrollado las estructuras propias de una gran corporación. En consecuencia, si no se toman decisiones valientes para ganar altura, se acaba instalando una sensación generalizada de estrés permanente, desgaste constante y falta de resultados.
Si no se toman decisiones valientes se acaba instalando el estrés y el desgaste
Para salir de esta situación y ganar escalabilidad, hay al menos cuatro pilares que deben reforzarse. El primero es la definición y transmisión de la cultura empresarial, asegurando que todos entiendan e interioricen los objetivos colectivos, así como los valores y la estrategia para alcanzarlos. El segundo es la implementación de una gestión por procesos sólida, que permita sistematizar el diseño, el análisis y la mejora de las actividades que conforman la operativa diaria de una organización.
Cuidado con la tecnología, porque automatizar el caos no ayuda a la empresa a volar más alto
El tercer pilar imprescindible para ganar altura es la capacitación directiva, que implica formar a los líderes para que puedan gestionar equipos con parámetros compartidos, facilitando así la delegación de responsabilidades y proyectos. Finalmente, el cuarto pilar consiste en desarrollar un modelo de gobernanza profesional, que asegure la coherencia y eficiencia en claves tan relevantes como la toma de decisiones, la comunicación interna o la política retributiva.
Es cierto que se podría considerar un quinto pilar: la tecnología. Ahora bien, hay que recordar que esta solo será útil si los otros cuatro elementos están consolidados, ya que automatizar el caos no ayuda a salir de la mierdosfera (más bien puede ahogarte en ella).
La disciplina
En su libro Good to great, Jim Collins analiza por qué algunas empresas logran dar el salto hacia la excelencia mientras otras se quedan estancadas. ¿Una de las claves? La capacidad de profesionalizar la gestión para garantizar una cultura de la disciplina, no entendida desde una óptica autoritaria, sino como la capacidad de orientar el pensamiento y la acción de las personas hacia las metas compartidas.