No se conocen cifras fidedignas sobre las inversiones recientes en centros de datos en España. No ocurre lo mismo con la capacidad instalada, que en los últimos tres años se ha multiplicado por 2,5 hasta alcanzar los 250 megavatios y debería seguir aumentando (un 40% hasta el 2030). Puede parecer mucho, pero se estima en un 0,7% de la potencia instalada total en España, mientras en Alemania y Reino Unido el 4% y el 7% del consumo eléctrico se debe a los centros de datos.
La multinacional Schneider Electric atribuye este auge a cuatro macrotendencias simultáneas (globalización, emergencia climática, expansión del conocimiento y revolución digital) que incrementan el consumo de electricidad en estos tiempos de ingesta masiva de datos para entrenar y procesar la inteligencia artificial (IA). Y, habría que añadir, de inquietud por la vulnerabilidad de las infraestructuras. Por consiguiente, la electrificación exige soluciones que son el oficio de esta compañía.
Sostiene Jordi García, vicepresidente de Secure Power de Schneider Electric Iberia, que la IA genera una demanda adicional que requiere nueva inversión, a la vez que estimula la innovación: “Las empresas tienen que acometer cambios asociados íntimamente a la transición energética. Lo que hacemos es ayudarles a que esa evidente aceleración en la gestión de datos se haga con la debida eficiencia y que las inversiones sean resilientes”.
El parque instalado en España se moderniza, exigido por la gestión masiva de datos
Cuando García habla de innovación, se extiende sobre las tecnologías de refrigeración de los sistemas informáticos, desde siempre un asunto crítico. A medida que la potencia por unidad de computación crece, sube el calor que producen, lo que implica la necesidad de enfriarlos, algo que tradicionalmente se ha hecho mediante circulación de aire pero, cada vez más, se va desplazando hacia enfriamiento líquido o, en su incontestable inglés, liquid cooling .
El 85% de las emisiones de CO2que produce un centro de datos se origina en el suministro eléctrico por lo que, para empezar, “es recomendable que las empresas propietarias u operadoras lo contraten con proveedores descarbonizados”, dice. Hay más: la estrategia de Schneider Electric pivota sobre soluciones completas e integradas: desde la media tensión que conecta un data center hasta la disipación del calor. “Cubrimos tanto lo que se conoce como zona gris, donde está la gestión eléctrica, como la sala blanca, albergue de los servidores y donde tiene lugar la computación. Históricamente, ambas han estado desacopladas. Cuando somos capaces de combinar la gestión de la energía desde la red y vincularla al consumo de cada servidor, es entonces cuando podemos prometer su optimización”.
Todos los activos de un centro de datos deberían estar sensorizados, explica García, conectados en tiempo real para que sea factible su mantenimiento preventivo, no sólo estadístico. “Es cosa del ciclo de vida. Con software y algoritmos de IA perseguimos la optimización en un 30% del tiempo requerido; podría ahorrarse un 25% de las emisiones y otro 25% en los costes operativos, gracias a los servicios digitales y a la IA”.
Gracias a las herramientas que nos da la inteligencia artificial, se optimiza este capítulo de la electrificación
Una segunda cuestión no menos delicada: el agua. García refuta la percepción de que los centros de datos son predadores de este recurso escaso.“Eso es cierto en los que todavía usan técnicas antiguas por evaporación, pero los que ahora se diseñan e instalan en España son de circuito cerrado, ya sea con aire o con líquido, funcionan por compresión y descompresión de gases; es decir que no consumen agua, salvo en los sanitarios”.

