La sorpresiva renuncia de Luca de Meo a su puesto de consejero delegado de Renault, conocida este domingo, se traduce en una fuerte caída de las acciones de la compañía en bolsa. Los títulos se dejaron casi un 9%.
La situación era diametralmente opuesta en Kering, firma del lujo propietaria de Gucci, Balenciaga o Yves Saint Laurent, y en la que todo apunta que recalaría, según avanzó el diario francés Le Figaro. Las acciones de la también francesa treparon un 11,8%.
El italiano, de 58 años, tiene más de 30 años de experiencia trabajando en el sector automotriz. Se mantendrá hasta mediados de julio al mando de Renault, si bien la elección como consejero delegado de Kering podría hacerse oficial en los próximos días.
La salida de De Meo de Renault es un importante contratiempo para el fabricante de automóviles. El directivo había conseguido darle la vuelta al negocio tras los golpes de la pandemia o la crisis de chips, con buenos resultados en el 2024 y una apuesta por el eléctrico que está dando resultado.
Anteriormente, el ejecutivo lideró Seat, del grupo Volkswagen. Durante su gestión al frente de la firma española, entre 2015 y 2020, logró que la automovilística volviera a obtener beneficios tras siete años de pérdidas, además de batir récords de ventas e impulsar la creación de la marca Cupra como enseña independiente. El buen desempeño del fabricante bajo su liderazgo le valió, en 2019, la Medalla de Honor al Empresario del Año, otorgada por la patronal Foment del Treball.
Bienes de lujo
Salto a un sector con dificultades
A lo largo de su extensa trayectoria en el sector automotriz, De Meo ha trabajado en nueve marcas. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Università Commerciale Luigi Bocconi de Milán, comenzó su carrera en Renault en 1992. Ahora, deja esa firma para dar previsiblemente su primer salto a otro sector: la moda de lujo, que atraviesa un momento de profunda transformación, con caídas en sus resultados, debido sobre todo a la desaceleración del consumo procedente de China.
Esta situación no es ajena para Kering, grupo que el año pasado registró un descenso del 12% en sus ventas -hasta alcanzar los 17.194 millones de euros-, arrastrada por los malos resultados de Gucci.