Pablo Ojeda, 43 años: “Vendí mi coche en la puerta del casino por 800 euros para volver a entrar, en un momento determinado crees que vender un riñón es la mejor opción”
Testimonios
El nutricionista, de 43 años, confiesa que hasta que no entró en rehabilitación no admitió que tenía un serio problema con el juego
Pablo Ojeda: “Yo vendí un coche a la salida de un casino por ochocientos y pico de euros para poder volver a entrar”.
El nutricionista Pablo Ojeda es de sobra conocido, gracias a sus apariciones televisivas y papel como divulgador en redes sociales. No solo por sus consejos sobre alimentación, sino como por su honestidad tras confesar públicamente que padeció un trastorno de la conducta alimentaria o, más recientemente, su admisión sobre su ya superada ludopatía, que comenzó cuando solo tenía 24 años y pusieron una casa de apuestas debajo de casa de sus padres.
Un testimonio que recoge en Cuando me alimenté del juego, su tercer libro, con el que desea concienciar sobre la enfermedad y ayudar a los que todavía se ven atrapados en ese oscuro pozo que parece no tener fín. El propio Ojeda confiesa que estuvo mucho tiempo negando su ludopatía; tanto, que hasta que no ingresó en rehabilitación no se dio cuenta de que tenía un problema serio.
Pablo Ojeda con Alberto Herrera, en la cadena COPE.
El nutricionista se sentó recientemente con el periodista Alberto Herrera en COPE, a quien le concedió una sincera entrevista en la que no solo relata su experiencia, sino que admite cómo de desesperado estaba por tratar de reunir dinero para poder jugar.
“Yo vendí un coche a la salida de un casino por ochocientos y pico de euros para poder volver a entrar”, confesó, después de que Herrera le preguntase si existen los “cazadores de ludópatas” a las salidas de locales de juego.
Pablo Ojeda con Alberto Herrera, en la cadena COPE.
Ante la sorpresa del periodista, Ojeda continuó con su relato, admitiendo que no fue lo único que pensó en vender. “Más de 60.000 euros por un riñón fue lo que le ofrecieron a Pablo [Ojeda] en la puerta de un casino”, leía Alberto Herrera, sin poder dar crédito. “Se lo ofrecieron porque estaba desesperado, porque tenía deudas y un problema con el juego”.
“Me lo ofrecieron una primera vez, pero lo dejé ir”, admite el nutricionista. Sin embargo, esa toma de contacto ya provocó lo que los “cazadores” pretendían, y es que como admite Ojeda, “la semillita estaba en la cabeza”.
Pablo Ojeda: “Cuando estaba en rehabilitación, tenía como compañeros a jugadores de fútbol de Primera División, empresarios, personas de clase media alta y personas de clase muy baja”.
“Un día cualquiera, un día más en la salida de un casino, mi cara denotaba desesperación absoluta. Vi al chico que me lo dijo y fui yo que le dije: ‘¿Esto es serio?’. Para mí, la idea de vender un riñón era buena idea, eso es lo peligroso”, lamenta Ojeda. “En un momento determinado crees que es la mejor opción”.
Para Ojeda, esos momentos de pura desesperación hacen que uno crea que actos como robar estén justificados. “Te dices a ti mismo: ‘Es que yo me lo merezco’. La adicción tiene memoria de pez”, asegura.
Lo peor, que cualquiera puede ser víctima de este tipo de enfermedad. “El adicto no quiere dinero, quiere la sensación. Por mucho dinero que yo ganara, siempre me lo iba a jugar. Da igual que me jugara 1000, 2000 que 10.000”.
Pablo Ojeda: “Lo más jodido es cuando llegas a pensar en acabar con tu vida. No hay riñón que valga. No hay nada”
El nutricionista, que ya ha superado la enfermedad, sabe que lo que llama la atención de su testimonio son anécdotas como la del riñón, pero no fue lo más preocupante de todo lo que llegó a vivir.
“Lo más jodido es cuando llegas a pensar en acabar con tu vida. No hay riñón que valga. No hay nada. El vacío más absoluto. La desesperación más agonizante”, asegura, revelando que no llevó a cabo ningún plan por sus hijas. “Me acordé de ellas”.