“Un paso más cerca del paraíso”, es el eslogan de Birmingham (la segunda ciudad del Reino Unido en población), y el saludo que ofrece a los visitantes que llegan a la estación de tren de New Street. A finales del siglo XIX, un historiador norteamericano que recorrió Europa dijo que era “la mejor gobernada de todo el mundo”.
Pero de eso han pasado ciento treinta años, y hoy en día es más bien todo lo contrario. Está técnicamente en bancarrota, con un déficit de 350 millones de euros, y no puede atender a las necesidades y demandas más básicas de sus habitantes. Los basureros llevan en huelga desde el 11 de marzo, y en las calles se acumulan 22.000 toneladas de inmundicias (se dice pronto). Pero lo que para la gente es un infierno resulta un paraíso para las ratas (que se han puesto tan gordas que parecen gatos) y otros animales carroñeros como zorros y gaviotas.
La segunda ciudad del Reino Unido ha vendido edificios y terrenos para paliar su déficit
El Ayuntamiento controlado por el Labour, ante la falta de dinero, quiere suprimir 150 puestos en la recogida de basuras, que se hace (o se hacía) una vez a la semana como en la mayoría de ciudades del país, y recortar algunos sueldos hasta 800 euros al mes. Como respuesta, el sindicato del sector (Unite) ha organizado piquetes a la puerta de los garajes de donde salen (salían) los camiones, y sólo permite pasar con cuentagotas a algunos cuando se plantean problemas graves de higiene y salubridad pública. En ciertos barrios los vecinos han hecho montañas con las bolsas en medio de las calles, las carreteras o delante de hospitales y parques de bomberos precisamente para obligar a intervenir a las autoridades. “Esto no es el Tercer Mundo, es el cuarto mundo”, dice una vecina de Sparkbrook, uno de los distritos más pobres y afectados por el problema.
Como el dinero manda, los residentes del elegante suburbio de Edgbaston (donde están los campos de golf y críquet, las mejores boutiques y restaurantes) han contratado por su cuenta un servicio privado de recogida de basuras, aunque no les hace pajolera gracia pagar al Ayuntamiento cuatro mil libras anuales de IBI para no recibir a cambio el más elemental servicio.
Birmingham es la más importante de las seis ciudades inglesas que se han ido a la quiebra (las otras son Nottingham, Woking, Croydon, Slough y Turrock), con otras a punto de hacerlo como Bradford, Middlesborough y Stoke. Un 43% de los municipios del país estarán en bancarrota a finales de la actual década si el Gobierno central no aumenta la actual dotación anual de 70.000 millones de euros, además del IBI e impuestos a las empresas.
Este año Londres ha aprobado un presupuesto de emergencia de 700 millones de euros para la administración local, pero la estimación es que haría falta por lo menos diez veces esa cantidad para que los ayuntamientos puedan cumplir con sus obligaciones, entre las que figuran el cuidado de las personas mayores, enfermas o discapacitadas, el Medio Ambiente, el transporte y mantenimiento de las calles (como tapar socavones), el alumbrado, el alojamiento temporal de solicitantes de asilo en hoteles, los bancos de comida, la educación especial para niños con problemas y la cultura.
Seis ciudades británicas están técnicamente en bancarrota, y un 43% puede ir a la quiebra antes del final de la década
Pero Londres ha recortado el presupuesto para la ciudades en un 50% desde la crisis financiera del 2010, y lo que han hecho la mayoría de ayuntamientos es cerrar bibliotecas públicas (800 en todo el país), polideportivos, piscinas, parques, centros deportivos para jóvenes y presencia policial en las calles, lo cual ha contribuido a generar delincuencia, en especial con arma blanca. Un círculo vicioso de manual.
Birmingham se ha ido a la quiebra por una combinación de mala gestión, la desastrosa instalación de un costoso sistema informático y una sentencia que obligó a sus autoridades a pagar 1.200 millones de euros por discriminación contra las mujeres en empleos municipales. Un 15% de todos los fondos que recibe del Gobierno central y de impuestos lo tiene que dedicar al pago de su deuda, y eso que se ha desamortizado vendiendo terreno y edificios públicos para reducir su déficit.
La basura se acumula en las calles desde hace tres meses y medio, sin que por el momento ninguna de las partes ceda. Veintidós mil toneladas de basura, suma y sigue. Las ratas están encantadas.