Transición energética e hídrica siguen sin encajar
Economía verde
El Govern se echa atrás en la aprobación de un decreto ley que favorecía las renovables ante el regadío
La pugna entre renovables y agricultura no es nueva
En un comunicado, el Col·legi d’Enginyers Industrials de Catalunya y el Col·legi d’Enginyers de Camins, Canals i Ports de Catalunya han manifestado la “profunda preocupación y decepción por la no ratificación, en el Parlament de Catalunya, del decreto ley 12/2025, del 3 de junio, destinado a reforzar la resiliencia del suministro eléctrico”. Las entidades firmantes aseguran que el “decreto representaba un paso imprescindible para avanzar en la transición energética de nuestro país”.
Muy distinta es la reacción del mundo agrario, que venía denunciando este decreto ley porque la “disposición flexibiliza las escasas limitaciones que impiden destinar los suelos más fértiles a la producción fotovoltaica”, en palabras de Santiago Planas de Martí, miembro de la Associació Catalana de Comunitats de Regants (Acatcor) y autor del documento de trabajo Transición hídrica en la agricultura , del Observatori Intercol·legial de l’Aigua de Catalunya. El sector recuerda que la protección de la superficie agraria de riego ante la instalación de energías renovables es una de las promesas del Parlament en respuesta a las protestas de Revolta Pagesa del 2024.
Catalunya afronta tanto una transición energética como hídrica y en ambos casos tiene deberes pendientes. Según el Observatori de les Energies Renovables de Catalunya, únicamente el 19% de toda la electricidad producida en el 2024 fue de origen renovable, lejos del objetivo del 50% fijado para el 2030 por la Unión Europea. La producción de electricidad renovable se enmarca en un contexto de electrificación y descarbonización de la energía para combatir la crisis climática.
Mientras tanto, la transición hídrica está íntimamente relacionada con la agricultura (que representa el 72% del consumo total de agua), a pesar de aportar un grado de autosuficiencia alimentaria que en los cálculos más optimistas no llega al 50%. El problema: la mayor parte de la agricultura (el 66,6%) sigue siendo de secano, cuya tierra es mucho menos productiva (el 33,3% de las tierras de regadío aportan el 70% del total de producción agraria), al mismo tiempo que únicamente el 50% del riego agrario de Catalunya está modernizado. La Generalitat está trabajando en la elaboración del nuevo plan de regadíos 2025-2024, que ha de servir para modernizar esta infraestructura de país.
Catalunya tiene un 45% de autosuficiencia
alimentaria y cuenta solo con un 33,3% de tierra de riego
Transición energética e hídrica siguen sin encajar. En su documento, el Observatori de les Energies Renovables de Catalunya señala que “para preservar los regadíos y su potencial productivo, sería muy conveniente que a Catalunya se impidiera la generación fotovoltaica en zonas regadas a menos que la energía se destine a accionar las propias instalaciones de riego (autoconsumo)”. El texto añade que ya han legislado en este sentido las comunidades autónomas de Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura, así como Francia, que concibe las tierras de regadío como espacios estratégicos para la producción propia de alimentos.
La pugna entre renovables y agricultura no es nueva. En el 2022, varias entidades advertían en un comunicado conjunto que “Catalunya no se puede permitir perder más superficie agrícola para la instalación de energía fotovoltaica”. Entre los firmantes figuraban organizaciones vinculadas al mundo agrario, pero también el Col·legi d’Economistes o la organización ecologista Ipcena-EdC. El principal motivo: “Evitar un mayor deterioro de la ya reducida autosuficiencia alimentaria de Catalunya en unos momentos de crisis alimentaria a escala global en los que todos los estados, incluida la Unión Europea, están tomando medidas para incrementar su potencial productivo”.