El millonario que defiende los negocios aburridos para escapar de tu trabajo de éxito: “La riqueza no es un número en una cuenta bancaria, sino la respuesta afirmativa a la pregunta: '¿Eres libre?'”

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Nick Huber, autor de The Sweaty Startup, desvela por qué la verdadera riqueza no es el dinero, sino la libertad, y cómo alcanzarla a través de los negocios más “aburridos” que puedas imaginar.

Nick Huber, autor de 'The Sweaty Startup'

Nick Huber, autor de 'The Sweaty Startup'

Imagina a un abogado brillante en la cima de su carrera. Trabaja en un bufete de prestigio y su salario supera el millón de dólares anuales. Un día, con la emoción contenida, pide permiso para ausentarse unas horas: su primer hijo está a punto de nacer. La respuesta de su superior es una fría daga envuelta en seda: le recuerda los sacrificios que exige la firma. En ese instante, el abogado comprende la cruda realidad de su jaula de oro. No es dueño de su tiempo, ni de su vida. Ese día, renuncia. 

Esta historia, relatada por el empresario e inversor Nick Huber en su libro The Sweaty Startup, no es una anécdota, sino el diagnóstico de una enfermedad moderna: la confusión entre un sueldo elevado y la verdadera riqueza. Para Huber, multimillonario hecho a sí mismo, aquel abogado, a pesar de su fortuna, era profundamente pobre. Su tesis, tan simple como revolucionaria, es que la métrica real del éxito no es el dinero que acumulas, sino el control que ejerces sobre tu propio tiempo. “La verdad fría y dura —escribe— es que muchos juegos que son glamurizados por la sociedad en realidad no vale la pena ganarlos en absoluto”.

El libro de Huber se erige como un antídoto contra la cultura del emprendimiento popularizada por Silicon Valley, la misma que nos bombardea con la idea de que debemos tener una idea disruptiva, levantar rondas de financiación millonarias y aspirar a “cambiar el mundo”. Sin rodeos, Huber se refiere a esto como “basura”. 

“La verdad fría y dura es que muchos juegos que son glamurizados por la sociedad en realidad no vale la pena ganarlos en absoluto

Alternativamente propone un camino que él mismo recorrió desde cero hasta amasar un patrimonio de más de 50 millones de dólares: el de las “sweaty startups” o empresas “sudorosas”. Se refiere a negocios de servicios locales, poco glamurosos y a menudo ignorados: jardinería, limpieza, fontanería o, como en su caso, almacenamiento para estudiantes. ¿Por qué apostar por lo aburrido? La lógica es la que es. 

En estos sectores, la competencia suele ser poco sofisticada —“todavía usan máquinas de fax”, bromea— y un servicio profesional, una web funcional y la simple costumbre de contestar al teléfono pueden catapultarte por encima del resto. Es una filosofía de pura estrategia. “Recuerda que no obtienes puntos extra por jugar el juego del emprendimiento en modo difícil”, dice. Se trata de elegir una batalla que puedas ganar.

Su enfoque pragmático requiere una mentalidad de acero. Huber no vende fórmulas mágicas ni caminos de rosas. El adjetivo “sudoroso” es literal. El éxito en estos negocios se cimienta sobre la resiliencia, la capacidad de aceptar el malestar y una dosis de lo que él llama “responsabilidad radical”. Él mismo lo experimentó en sus carnes durante los primeros años de su empresa, cuando el estrés, el agotamiento y una cadena de desastres operativos lo llevaron a sufrir un ataque de ansiedad en una acera de Boston. 

Lejos de ocultarlo, utiliza esa experiencia como pilar de su argumento: la capacidad para soportar la presión es directamente proporcional al éxito que se puede alcanzar. En un mundo obsesionado con la comodidad, Huber defiende el valor del sacrificio y la gratificación diferida. “Tu empresa no es una familia”, advierte en una de sus máximas más directas, “es un equipo deportivo”. Un recordatorio de que el objetivo es el rendimiento que conduce a la libertad, no la comodidad que perpetúa el estancamiento.

La riqueza no es un número en una cuenta bancaria, sino la respuesta afirmativa a la pregunta: ¿eres libre?

La gran lección de The Sweaty Startup trasciende el ámbito empresarial para convertirse en una filosofía de vida. El negocio, por muy rentable que sea, es solo el vehículo. El destino final es una vida diseñada con intención. Una vez que los sistemas funcionan y el dinero fluye sin requerir tu presencia constante, se abre la puerta a las preguntas verdaderamente importantes: ¿dónde quieres vivir?, ¿con quién quieres pasar tu tiempo?, ¿qué aventuras quieres emprender? 

La riqueza, en la perspectiva de Huber, no es un número en una cuenta bancaria, sino la respuesta afirmativa a la pregunta: ¿eres libre? Para él, y para el abogado que lo dejó todo para ver nacer a su hijo, la respuesta es clara. El primer paso, y quizás el más difícil, es, como concluye el autor, darse a uno mismo “permiso para empezar” un camino diferente, lejos del brillo de las jaulas de oro.

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