¿Tenemos política migratoria?

No todo vale | Opinión

¿Tenemos política migratoria?
Profesor de IESE

La inmigración es el principal reto político en los países desarrollados. El alza de los flujos migratorios explica el auge de la extrema derecha. Hace unos años, se argumentaba que la península Ibérica había conseguido evitar el crecimiento de esta corriente política, como si la experiencia con dictaduras nos hubiera vacunado contra ese virus. La situación en España cambió hace ya tiempo y en Portugal ha sucedido más recientemente con la aparición de Chega. No es casualidad que Portugal haya protagonizado uno de los mayores aumentos de inmigración del continente europeo en los últimos años. En España, la primera gran oleada migratoria sucedió durante la expansión económica tras la adopción del euro.

El impacto político de la inmigración depende de la magnitud y rapidez del proceso inmigratorio, pero también de la percepción que tenga la población local de estar perdiendo su identidad. La integración de los inmigrantes es más fácil si se incorporan gradualmente a la sociedad de acogida y no se forman guetos. Si tuviéramos una política de inmigración, sería clave regular su ritmo y asegurar la diversidad de procedencias. Además, claro está, de aumentar la inversión en los países emisores. Pero esta política no existe y la inmigración llega descontrolada, a oleadas cuando vivimos un auge económico.

Regulación

La llegada de los inmigrantes se enfrenta en España con un mercado laboral muy rígido que desincentiva el trabajo

La presión migratoria no amainará, puesto que muchas economías subdesarrolladas tienen malas expectativas de mejora en el nivel de vida. ¿Cuál va a ser el impacto en economías como la española? Si no regulamos los flujos migratorios, además de los problemas identitarios, tendremos efectos adversos en nuestra estructura productiva. La inmigración es muy positiva porque rejuvenece la sociedad y los inmigrantes son personas motivadas para progresar económica y socialmente. 

Pero al mismo tiempo, la inmigración espontánea facilita la especialización de nuestra economía en sectores de bajo valor añadido, puesto que la atracción de trabajadores extranjeros se centra en los de baja cualificación. Además, España tiene un mercado laboral muy rígido y un sistema de bienestar que desincentiva el trabajo. Por ello, cuando la economía llega a un 10% de paro, muchas empresas se encuentran con escasez de personal, especialmente en los trabajos de menor remuneración. Estos factores, más la inexistencia de una política de inmigración legal, acaban incluso favoreciendo la inmigración ilegal y la economía irregular, y acentúa si cabe esta especialización negativa.

La Salvamar Adhara recoge un cayuco y lo lleva al puerto de La Restinga, a 20 de noviembre de 2024, en La Restinga, El Hierro, Santa Cruz de Tenerife, Canarias (España). La embarcación en la que viajaban 72 personas, 4 de ellas mujeres, estaba cerca de la bocana del puerto herreño. En lo que va de 2024, más de 40.000 personas migrantes han alcanzado las costas canarias en pateras o cayucos, marcando un récord histórico en el número de llegadas. Este año ya ha superado la cifra total registrada en 2023, que se cerró con 39.910 llegadas.

Antonio Sempere

Europa Press

La inmigración es necesaria, inevitable y puede aportar mucho a la economía española. Sin embargo, sin una política migratoria que regule los países de procedencia y las cualificaciones de los inmigrantes, su impacto puede llegar a ser perjudicial, dado que coexiste con unas instituciones laborales ancladas en el pasado y un Estado de bienestar que proporciona incentivos erróneos, contrarios a la búsqueda y aceptación de un empleo.

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