Cumplidos los 48 años, Oracle tiene un problema que muchos le envidian: la demanda de computación en la nube excede la velocidad a la que la compañía puede desplegar la infraestructura necesaria. Al presentar los resultados trimestrales, sus altos directivos han valorado que el problema no es tal, aunque reconocen que tensiona la capacidad de inversión, al extremo de verse en la necesidad de renegociar con ciertos clientes para que escalonen el cumplimiento de contratos o se busquen una alternativa.
Según la consejera delegada de Oracle, Safra Catz, el capex (gasto total de capital) del año fiscal cerrado en mayo ha superado los 21.000 millones de dólares, tres veces más que los 7.000 millones del ejercicio anterior, un esfuerzo financiero que puede medirse por comparación con una facturación de 57.400 millones. Añadió Catz que en el presente año fiscal (2026) el capex –primariamente en construcción y equipamiento de centros de datos– excederá los 25.000 millones de dólares (22.000 millones de euros).
La demanda de infraestructura pone a prueba la capacidad de inversión de la compañía
En este momento, Oracle afronta un aluvión de peticiones relacionadas con nuevos proyectos de inteligencia artificial, ansiosos por disponer de infraestructura. En su informe a la comisión bursátil de Estados Unidos, la compañía declara haber firmado un contrato con “un cliente” que le reportará ingresos por más de 30.000 millones de dólares anuales durante quince años a partir del 2028. El cliente no es otro que OpenAI, embarcado en el proyecto Stargate, que fuera bendecido en la Casa Blanca por Donald Trump a poco de asumir la presidencia por segunda vez.
OpenAI ha ratificado su voluntad de arrendar a Oracle una capacidad adicional de 4,5 gigavatios en varios centros de datos en EE.UU., cuyo mayor exponente será el de Abilene (Texas) que tendrá que ser ampliado aun antes de inaugurarse. Para ello, Oracle ha prometido invertir 40.000 millones de dólares en la compra de sistemas GB200 de Nvidia, aunque está por ver si se hará cargo de toda la factura o la compartirá para evitar el riesgo de que su tesorería descarrile. Para que el flujo de caja – ahora mismo en negativo por la carga del capex– vuelva a su cauce, Oracle necesita un crecimiento sostenido durante años.
A sus 80 años, el hipercompetitivo fundador de Oracle, Larry Ellison, ha explicado a los accionistas que han de aprovechar una oportunidad histórica, favorecida por una demanda insaciable. Le han tomado la palabra, porque la cotización ha subido un 44% desde la primera sesión de este año y ha alcanzado su máximo histórico.
OpenAI, dispuesta a arrendar centros de datos por 25.000 millones anuales
Al margen de OpenAI, Oracle tiene comprometida capacidad destinada a la computación de TikTok, un acuerdo fraguado por Trump como garantía de que los propietarios chinos respeten la legislación de EE.UU. En Europa, invertirá 3.000 millones en nuevos centros de datos en Alemania y los Países Bajos y aún está por conocerse su contribución material al desarrollo de Stargate en Emiratos Árabes Unidos. Considerando la cuantía de estos contratos en espera, se ha calculado que la facturación sería de 67.000 millones este año fiscal y que en el 2029 rozaría los 104.000 millones, casi el doble en cuatro años. No todo se debe a la IA: los servicios cloud ya representan el 42% de la facturación total de Oracle.
Oracle se confirma como puntera: le basta el 3% del mercado mundial para ser la cuarta en el ranking tras AWS, Azure y Google Platform (o quizás la quinta si la china Alibaba fuera menos opaca). A Ellison no le interesa pelear por escalar un puesto, sino que sus objetivos son revalidar cada año el liderazgo de Oracle en las bases de datos en la nube y convertirse en el número uno de las aplicaciones cloud .
