Nació en los años setenta de la mano de Pablo Piñero como una pequeña agencia de viajes en Murcia. Cincuenta años después, Soltour es uno de los principales turoperadores de España y parte sustancial del Grupo Piñero, una empresa familiar ahora con sede en Palma de Mallorca y que el año pasado incrementó su facturación hasta rozar los 1.000 millones de euros. Soltour cerró el ejercicio de 2024 con unas ventas de 141 millones y movió a 180.000 pasajeros. Muy fuerte en el Caribe y las islas españolas, el turoperador está inmerso en un proceso de expansión y diversificación de su oferta, a la que incorporó el año pasado 14 nuevos destinos y más de 1.500 hoteles. Bahía Príncipe, la pata hotelera del grupo, cerró hace unos meses un acuerdo con Hyatt que contribuirá también al crecimiento. Tomeu Benassar, consejero delegado de Soltour y con un experiencia de más de diez años en el sector , repasa la evolución de la empresa y admite que este año está siendo difícil para la industria.
“El sector tiene que ajustar la oferta a la demanda y hacer más asequibles algunos productos”
¿Cómo ha cambiado Soltour en estos 50 años?
El proyecto nace de la mano de Pablo Piñero, un hombre muy emprendedor, con mucho empuje, que siempre tuvo una visión innovadora y de calidad, de hacer las cosas bien, de cuidar mucho al producto y al pasajero. Esas ideas se han mantenido a lo largo de los años con el crecimiento del grupo y siguen presidiendo nuestra forma de hacer.
¿Cómo va la temporada turística?
Bueno, este año es complicado. Está siendo un año difícil. Es verdad que hemos vivido una especie de burbuja después de la covid, con una gran demanda turística. La pandemia provocó una especie de burbuja de demanda retenida que la disparó una vez superada. En estos años todos los que nos dedicamos al sector turístico hemos invertido, hemos ampliado operaciones e incluso han aparecido operadores nuevos, con lo que hay más oferta en el mercado. Al mismo tiempo, ha habido un encarecimiento general, del coste aéreo, del hotel... Al final, por tanto, un encarecimiento de las vacaciones. Y este año es el primero en el que se está viendo que esto ya está llegando a su fin.
Se están viendo ya ofertas de última hora...
Sí, tanto en el mes de julio como ahora en agosto, algo que ahora no sucedía. Hay un pequeño desequilibrio entre oferta y demanda y todos los operadores nos estamos ajustando. No hay preocupación, pero es verdad que esos mensajes de bonanza que hemos escuchado hasta el mes de mayo y en los últimos tres años ahora serán más comedidos y más en el sentido de que hay que ajustar la oferta a la demanda y de hacer más asequibles algunos productos.
¿Los precios han subido demasiado?
Está claro que las clases medias están viendo ya lo que cuesta ir al supermercado y tienen un presupuesto para sus vacaciones. Hay gente que no puede permitírselo y otros que sí pero que están ajustando mucho. Es un efecto que está pasando en toda Europa. De hecho, hay mercados como el alemán que están sufriendo bastante más. Estamos en un proceso de reposicionarlo todo poco a poco.
El grupo ha sido pionero en República Dominicana. ¿Están satisfechos con el negocio allí?
Dominicana y también el Caribe mexicano es un productazo para un cliente español que quiere irse siete días, porque palpas una nueva cultura, una nueva gastronomía, un paisaje que es una pasada. Lo estamos sacando con una relación calidad-precio imbatible, por 1.500 euros tienes una experiencia completa. Y tenemos una visión de sostenibilidad que llevamos a rajatabla para incentivar el equilibrio con la sociedad y el medio ambiente. El año pasado inauguramos el mejor ejemplo de esta política, el resort de lujo Cayo Levantado, en Samaná (Dominicana).
¿Es un destino ya saturado o creen que puede seguir creciendo? ¿Cuál es el perfil de cliente?
Yo diría que es un destino muy consolidado. Es muy atractivo también para toda Norteamérica, porque ellos están a 4-5 horas de distancia, no a 8 como desde España. Veo aún posibilidades de crecer, y seguimos explorando nuevas zonas, como por ejemplo la de Miches, en el norte de Dominicana. Ahora bien, el mercado español supone un 2% de los visitantes de Dominicana, y se concentran mucho en los meses de verano. Los turistas de Estados Unidos, Canadá y también argentinos son el grueso de los visitantes, cubren el 80%-90%.
Han puesto en marcha un proceso de diversificación ampliando destinos. ¿Era excesiva la dependencia de Dominicana?
En la actualidad el 43% de nuestras ventas corresponden a productos distintos del Caribe y las islas. Queremos tener una oferta completa de vacaciones. Se nos da muy bien el sol y playa, pero no nos cerramos a trabajar solo ese modelo. También nos gusta mucho la experiencia de los circuitos combinados. Ahora estamos trabajando largas distancias, con productos en Asia, Latinoamérica... y desarrollando mucho la oferta de “solo hotel” como una forma diferente de viajar, para quienes quieren hacerlo de una forma más libre. La diversificación es para nosotros un pilar fundamental.
¿Diversificación hacia dónde?
Estamos poniendo el foco en oferta de corto y medio radio que podamos vender a un precio asequible. Ahora mucha gente no se puede permitir gastar 3.000 euros en las vacaciones, como máximo se gastará 1.500. En esa línea, estamos impulsando mucho Marruecos, apostamos también por Túnez, y seguimos con Egipto, que trabajamos desde hace ya muchos años. También toda la zona de Croacia, Albania, Eslovenia. Estamos invirtiendo mucho en todo ello, y también en el desarrollo urbanístico en productos de larga distancia. Nuestra división Residences & Golf se sigue construyendo, estamos en un nivel de expansión bastante importante y el cliente está empezando a reconocernos por ese aspecto.
¿Cómo cree que debe abordarse el problema de la sobresaturación turística, que ha provocado protestas en Barcelona, Baleares o Canarias?
Personalmente creo que la actividad turística es una actividad industrial como cualquier otra y hay que ordenarla. Yo soy de Mallorca y veo cómo han cambiado las cosas, las colas y la saturación para hacerse una foto en el faro de Formentor, por ejemplo, que se ha puesto de moda. El resultado es que los que viajan tienen una malísima experiencia. ¿Cómo se soluciona esto? Tomando decisiones para poner orden a esta actividad, gestionando, así de sencillo. ¿Quiere esto decir que no puede haber alquiler vacacional o vuelos low-cost? No, claro que puede haberlos, pero hay que ordenar la actividad porque a lo mejor ni la autopista ni el servicio de taxi están preparados para absorber a tanta gente de golpe.