“Nos interesa que haya tensión”

Opinión

“Nos interesa que haya tensión”
Escritor y economista. Profesor asociado de Esade

El mundo vive días de incertidumbre. Gaza. Rusia. Polonia. La OTAN. Aranceles. Guerra comercial. Sanciones. China. Estados Unidos. La Unión Europea. Escucho la radio por las mañanas y uno no sabe qué va a pasar. Unos medios hablan de genocidio, otros niegan el genocidio. Drones rusos sobrevolando países de la UE. No sabemos si hay riesgo real o si todo forma parte de un pulso geopolítico sin intención real de conflicto. No hay manera de tener una visión clara Se anuncian represalias comerciales. Sube el precio del petróleo. Y luego baja. Todo pasa en unas horas.

Tensión, mucha tensión. ¿Tensión?

Recuerdo aquella célebre escena entre José Luis Rodríguez Zapatero e Iñaki Gabilondo, en una entrevista, cuando el micrófono quedó abierto sin saberlo ninguno de los dos. Gabilondo preguntó: “¿Cómo ve la cosa?”. Y Zapatero respondió: “Nos interesa que haya tensión”. Una frase que levantó polvareda. Las tensiones se utilizan. A veces se sobredimensionan. Sirven para alinear ideológicamente. Para movilizar al votante. Se dice que la violencia de la Vuelta a España ha sido la estrategia para que no se hable de la corrupción que atenaza a Sánchez. “Nos interesa que haya tensión”. ¡Anda que no! Está todo inventado. Y lo traigo a colación porque el directivo, hoy más que nunca, necesita temple. Una de las cualidades menos visibles y más determinantes en la toma de decisiones empresariales. Cuando se lee que la guerra comercial va a hundir las exportaciones o que el mercado automovilístico europeo está amenazado, deducimos que el comercio global se va al garete. Pero las previsiones siguen dando crecimiento del comercio internacional para el 2026. Porque el automóvil y el aluminio son sectores relevantes, sí. Pero no son todo. Los servicios digitales, las telecomunicaciones, la consultoría, las ingenierías, el conocimiento especializado: todo eso sigue creciendo y representa una parte cada vez mayor del comercio mundial.

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Palestinos cavan mientras se reúnen para enterrar a sus seres queridos este mes de septiembre 

Ebrahim Hajjaj / Reuters

La tensión nos desenfoca, introduce sesgo en nuestras percepciones. Pero un buen profesional no puede perder la perspectiva. Lo que suena más fuerte no es siempre lo que más pesa. El ruido mediático está ahí. No desaparecerá. Pero a nosotros se nos paga, precisamente, para no sucumbir a él. Para entender qué hay detrás de los titulares. Para tomar decisiones basadas en datos, no en emociones. Y, sobre todo, para mantener la serenidad cuando parece que todo se tambalea.

El mundo tiembla, sí. Pero lleva así siglos. Ese mundo no se detiene. El directivo con temple sabe que su principal tarea es no dejarse arrastrar por la tensión que los políticos fabrican. Si se deja llevar por esta tensión, toda su organización lo sufrirá. Pero si tiene temple, su empresa avanzará en medio del ruido.

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