Dejen que juguemos con la luz y busquemos analogías con el management . Me seduce la idea de que cada empresa y cada persona emite una luz distinta. Hay gente y hay empresas que inspiran y nos iluminan. Hay gente y hay empresas que nos desesperan y nos apagan. Hay gente a la que nunca le brillan los ojos por nada. No les escogería nunca como socios ni para un equipo. Si no te brillan los ojos por nada es que estás de vuelta de un lugar fácil de olvidar. Normalmente brillan más los ojos de los aspirantes que los de los consolidados. Hay gente que nos contagia con una luz que conmueve, que impulsa, que inspira. Hay que rodearse de esta gente. Huyan de la gente a la que nunca les brillen los ojos y vigilen con la gente a los que siempre les brillan los ojos porqué son brillos de postureo.
Busquemos gente con luz propia. La luz de los que emprenden toda la vida. Gente que trabaja, que va en serio, que rechaza las tonterías y se centra en iluminar a los clientes con propuestas consistentes y que evolucionan con ellos y les sorprenden con las dosis de innovación necesarias para mantenerse atractivos durante décadas. Cautivar al cliente una vez no es fácil, pero fidelizar a los clientes es difícil, requiere una luz especial. Que les brillen los ojos a los que empiezan una empresa es natural. Lo apasionante es que haya gente a la que brillen los ojos en empresas que ya llevan cincuenta años o más. Si llevas cincuenta años y no quieres perder liderazgo busca gente con brillo en los ojos. Los burócratas tienen los ojos apagados y los expedientes afilados. No necesitamos la luz de los burócratas, necesitamos la luz de los buenos comerciales, que no se mide por vatios, la intensidad de luz emitida por segundo, si no por lux, por la seducción de la luz percibida.
Lux Domus es una obra que juega con la luz, una metáfora de lo que podría buscarse en el mundo empresarial
A veces necesitaremos la luz de un experto. Buscamos en el experto la luz de una linterna enfocada cuando la ignorancia supondría un cuarto oscuro al que hay que penetrar con luces quirúrgicas de conocimientos profundos. La luz del experto es utilísima si se complementa con la luz de la sabiduría, que es esa luz de ambientes que invitan a crecer desde dentro. Por eso nos gusta leer a Drucker. Es la luz de la sencillez que ilumina todo el management con naturalidad, sin necesitar de metodologías mágicas o matrices sofisticadas. A veces a las empresas nos iría bien buscar luz un poco más allá de nuestros perímetros corporativos. Gente como Gregorio Luri que destila sabiduría desde la mirada de la educación. Gente como el psicólogo Ramon Bayés, recientemente fallecido. No se pierdan el video de la entrevista que le hizo Jordi Nadal. Pura inspiración, pura sabiduría, también para la empresa.
Liderazgo
Las personas que de verdad inspiran no buscan deslumbrar, sino iluminar con autenticidad, pensamiento propio y una vocación de servicio que contagia
A veces nos inspira la luz de la alteridad. Una luz que alumbra el brillo de otros ojos e ilumina oportunidades inimaginadas para gente que no las tuvo. José Antonio Marina que es esa inspiración que no cesa, nos lo aclara muy bien. La culminación de la inteligencia no es el conocimiento, es la bondad. Necesitamos empresas con mucha fuerza competitiva. Necesitamos empresas que ganen dinero para poder sobrevivir. Pero necesitamos empresas dónde competitividad y bondad sean compatibles. Dónde haya más humanismo que buenismo. La luz del humanismo es la luz del nuevo management . Lo difícil es competir cuando se aceptan límites, esas luces rojas que alertan sobre el desequilibrio o sobre la deshonestidad. La gracia está aquí, en ganar dinero, pero no de cualquier modo, las empresas que lo consiguen desprenden una luz distinta.
Es cierto. También existe la luz de la usura, con sus neones y sus faros de ostentación. Destellos de codicia más que de ambición. Es la luz de los negocios, pero no es la luz de las empresas. El brillo metálico del dinero. Siempre es mejor estar cerca de gente en la que el dinero es la consecuencia y no la única vocación. Las empresas dónde el beneficio es la única finalidad se convierten en negocios dónde la ambición subyuga el propósito. Los Excel devienen la única narrativa y desprenden luces estridentes. Y en lo peor están los corruptos, que son harina de otro costal, tienen la perspectiva nublada por esa luz destellante del dinero fácil, que parece que no deja rastro pero que huele mal.
Necesitamos gente con luz propia. Es gente que ha hecho síntesis interesantes y a los que todavía les brillan los ojos por algo. Esa gente contagia una energía que no conoce imposibles. Cada uno tiene su luz y su síntesis. Pero huyan de la gente con luz impropia. Son la luz artificial del mimetismo, del PowerPoint como dopamina y del benchmarking de pacotilla. La gente con luz propia piensa. La gente con luz propia influye. Le gente con luz propia sirve a los demás. No hay liderazgos consistentes sin luz propia.
Entusiasmo
Apasionarse con un nuevo proyecto es natural; más difícil es que brillen los ojos en empresas que ya llevan 50 años o más
Permítanme acabar con un excurso personal en el que está la inspiración para escribir este artículo. Colecciono en formato digital pinturas del Renacimiento y del Barroco representando a San Jerónimo. Me atrae que fuera la referencia en conocimiento del cristianismo antiguo. Por eso, entre otras cosas, en las obras sobre San Jerónimo siempre se representa acompañado de un libro, puesto que fue quien tradujo la Biblia al latín. Entre más de un centenar de “San Jerónimos” hay dos que me cautivan por su luz. El San Jerónimo de estilo tenebrista de Caravaggio que está en el Museo del Monasterio de Montserrat (búsquenlo por favor, o mejor vayan a esa maravillosa y desconocida pinacoteca) y el fresco de Domenico Ghirlandaio en la Iglesia de Ognisanti, mi iglesia preferida de Florencia, no se la pierdan. Su luz destila sabiduría. Cuando los vean estarán conmigo que a la sabiduría no le vale cualquier luz. En el management tampoco nos vale cualquier luz. El management necesita más luz natural y menos luces de neón.