Si la primera generación de emigrantes es la que paga un precio más elevado y durante más tiempo para conseguir su integración en el mercado de trabajo, la situación mejora ostensiblemente para los que les suceden. La segunda generación ya consigue evitar una discriminación laboral con los nativos en igualdad de condiciones de edad, educación y capacidades, sobre el riesgo de quedar anclados en los empleos más precarios.
Es decir, si la primera generación vive en precariedad constante y, además, paga un precio extra en tiempos de crisis económica, para la segunda las cosas ya son distintas. Los primeros en llegar, a medida que suman años de residencia en España, tienden a igualarse con la población autóctona en lo que se refiere a las probabilidades de tener trabajo, pero en cambio, no en la calidad del empleo. Permanecen bloqueados en las ocupaciones de menor cualificación y con condiciones más precarias, lo que, además, conlleva otra derivada. Son los primeros penalizados en caso de crisis económica, los primeros en ser despedidos.
La primera generación paga un ‘ethnic penalty’ que la segunda consigue evitar
Por el contrario, la segunda generación tiene una probabilidad notable de escapar de la parte más baja de la estructura ocupacional, es decir, de evitar los empleos menos cualificados, como son los trabajadores manuales no cualificados. Es el caso de peones de la construcción, camareros, recolectores de fruta y limpiadoras de pisos, entre otros.
Los primeros emigrantes no consiguen salirse de esta zona baja, pero sus hijos pueden. “Sus descendientes sí lo están logrando, al menos en lo tocante al nivel ocupacional de los trabajadores”, afirma Jacobo Muñoz Comet, profesor de la UNED y colaborador de Funcas, y autor del informe La segunda generación de inmigrantes en el mercado de trabajo español , en el que mantiene la tesis del despegue de la segunda generación.
El dominio de la lengua, el apoyo familiar y más recursos económicos juegan a su favor
Para ser precisos, comparando nativos y segunda generación de emigrantes hay diferencias en sus probabilidades para escapar de la parte más baja de la estructura ocupacional, pero en gran medida la brecha se basa en conceptos como edad, preparación y educación. En cambio, si se comparan en igualdad de condiciones, la probabilidad de evitarlo es similar a la que tienen los nativos y, por supuesto, está muy por encima de la de los emigrantes de primera generación.
Mientras que la primera generación de inmigrantes no ha podido revertir en tres décadas su ethnic penalty (la desventaja que queda una vez aislados factores como edad, sexo o nivel educativo), sus descendientes sí lo están logrando, al menos en lo que se refiere al nivel ocupacional de los trabajadores. “A igualdad de condiciones, la segunda generación tiene las mismas oportunidades que los nativos a la hora de escapar de las peores ocupaciones”, explica Jacobo Muñoz.
La emigración latina, con la lengua a favor, obtiene mejor resultado que europeos del Este y africanos
Sin embargo, esto se cumple para la franja baja de los empleos. No está claro si la tendencia también sirve para las ocupaciones más cualificadas, o ahí aparece un techo de cristal que limita su acceso.
Esta mejora de las oportunidades laborales de la segunda generación se explica por varias razones. Por un lado, juegan con la ventaja de evitar entrar en el mercado laboral en las ocupaciones más precarias, de las que es muy difícil salir, incluso con el paso de los años. Y por otro, cuentan con apoyo familiar y más recursos financieros, con lo cual no tienen la urgencia de aceptar el primer trabajo, sino que disponen de un margen para buscar uno que se ajuste a su cualificación. Han tenido la oportunidad de completar su educación obligatoria, y en su caso, también la postsecundaria, en el país de destino; cuentan con un dominio del idioma muy superior, una red social más amplia y una situación jurídica más estable.
Las mujeres de segunda generación se asimilan más rápidamente que los hombres
Además de esta progresión en la igualdad de oportunidades para la segunda generación de inmigrantes, el informe también apunta dos elementos interesantes. Uno es que confirma que la emigración de América Latina juega con ventaja, y con el factor lengua a su favor, es la que tiene mejores resultados respecto a los procedentes de los países de Europa del Este y de África.
El segundo es una cuestión de género. Las mujeres de la segunda generación se asimilan con la población nativa más rápidamente que los hombres de esta misma generación. Y la diferencia es especialmente destacada en el caso de los inmigrantes de origen africano. Una de las hipótesis que apunta el estudio es que la mejora de las mujeres vendría impulsada por el cambio de una cultura más tradicional a otra con unos roles de género más igualitarios.
El estudio se ha realizado examinando la población de entre 16 y 64 años, y centrándose en los colectivos más vulnerables, es decir, los inmigrantes procedentes de América Latina, Europa del Este, incluidos los países que se incorporaron a la UE a partir del 2004, y África. No se contemplan los que vienen de la UE cuando tenía 15 países, ni de otras democracias avanzadas, como Estados Unidos, ni de Asia.