Dieta y desperdicio , en el foco de las emisiones

Economía verde

La lucha contra el cambio climático descuida los cambios en la alimentación y el derroche alimentario

KARACHI (Pakistan), 29/09/2025.- Discarded vegetables and fruit lie piled on a donkey cart at a wholesale market in Karachi, Pakistan, 29 September 2025. The International Day of Awareness of Food Loss and Waste is marked on 29 September, highlighting the urgent need to curb food waste to strengthen food security, nutrition, and sustainability. The UN-backed observance stresses that food loss across supply chains and waste at the consumer level threaten global food security, economies, and the environment, calling for coordinated action worldwide and locally to maximize the use of what is produced. EFE/EPA/REHAN KHAN

Cada persona tira de media 24,38 kgde comida al año

Rehan Khan / EFE

A pesar de ser responsables de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el ser humano (34%), los sistemas alimentarios siguen sin ser contemplados en muchos de los planes nacionales de acción climática. Además, la mayoría de planes se centran en la producción agrícola y ganadera, pero descuidan las ­emisiones relacionadas con la distribución de los alimentos, los cambios en la dieta y el desperdicio ­alimentario.

Estas son algunas de las primeras evaluaciones de un análisis que varias organizaciones internacionales están llevando a cabo para determinar hasta qué punto las contribuciones determinadas a nivel nacional integran los sistemas alimentarios en sus planes de acción climática. Los resultados están siendo presentados a las puertas de la próxima cumbre climática de las Naciones Unidas (COP30), que se celebrará en Belém (Brasil) del 10 al 21 de noviembre y en la que los países deben presentar sus nuevos planes de acción nacionales para los próximos cinco años.

“El debate en el sistema alimentario ha estado muy centrado en la producción, que es verdad que concentra la mayor parte de las emisiones, pero es necesario un enfoque más sistémico, de toda la cadena alimentaria, integrando desde la producción al consumo”, indica Inma Batalla Garlito, investigadora del BC3 Basque Centre for Climate Change. En este sentido, Batalla añade que “al reducir ineficiencias en la cadena alimentaria y evitar el desperdicio alimentario, lo que estamos haciendo en realidad es reducir las emisiones relacionadas con la producción”. Con ineficiencias, la experta se refiere a descartes de fruta y verdura por motivos estéticos o a la eliminación de artículos en buen estado por su fecha de caducidad, por ejemplo.

Si todo el desperdicio se produjera en un país, este sería el tercero del mundo con más emisiones

“Las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la distribución de alimentos se deben básicamente a la quema de combustibles fósiles para el transporte y el frío industrial”, explica Francesc Reguant Fosas, presidente de la comisión de Economía Agroalimentaria del Col·legi d’Economistes de Catalunya. Se estima que representan el 13% del total de emisiones del sistema alimentario y “combatirlas implica consumir producto de proximidad, una distribución más eficiente y descarbonizar el transporte”, señala el economista.

La segunda gran pata son los cambios en la dieta. Según las Naciones Unidas, “una dieta con más proteínas vegetales, con la consiguiente reducción de alimentos de origen animal (carnes y lácteos) y menos grasas saturadas (mantequillas, leche, queso, carnes, aceite de coco o de palma), puede llevar a una importante reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero si lo comparamos con los patrones dietéticos prevalentes en la mayoría de países industrializados”. La explicación, en palabras de Reguant, es que “los alimentos de origen vegetal suelen ser menos intensivos en el uso de recursos críticos como el agua o la tierra”.

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El último foco es el desperdicio alimentario. Se calcula que este ocupa el equivalente a casi el 30% de las tierras agrícolas del mundo y genera entre el 8% y el 10% de las emisiones (incluyendo tanto la pérdida como el desperdicio). Como consecuencia, si los desechos de alimentos se produjeran en un único país, este sería el tercer país con más emisiones a escala mundial.

“Cerca de la mitad de los alimentos se pierden entre la cosecha y la distribución, y más de la mitad, entre la distribución y los consumidores finales”, estima el presidente de la comisión de Economía Agroalimentaria del Col·legi d’Economistes de Catalunya. Es decir, de nuevo, los datos muestran que es importante poner el foco en la distribución y el consumo.

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