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Donald Trump sacrifica el dólar

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El billete verde vive su peor momento en 52 años. Otros activos refugio como el oro se disparan. ¿Estamos ante una nueva era?

El dólar ha caído un 10% este año

Gettyfoto

El dólar ha perdido cerca del 10% de su valor respecto al resto de divisas mundiales en lo que va de año. Se trata de su peor ejercicio desde 1973, cuando las economías globales tenían que enfrentarse a la crisis del petróleo. Al mismo tiempo, el oro y el bitcoin están por las nubes: son los activos que más se han revalorizado este año, hasta sus máximos históricos. El sistema financiero de Bretton Woods salido de la Segunda Guerra Mundial está patas arriba.

El billete verde ocupa cada vez menos espacio en las reservas de los bancos centrales: el oro, en cambio, está ganando más sitio en los cofres de los banqueros y planta cara a los bonos del tesoro norteramericanos. En términos de valor, las reservas en dólares suponen el 39% del total, cuando hace una década se superaba el 50%. El metal amarillo ya le pisa los talones a la moneda estadounidense: tras las últimas apreciaciones representa el 26% del valor de los activos en manos de las instituciones monetarias mundiales, según datos del FMI.

El oro marca récords y gana peso en las reservas de los bancos centrales mundiales

El expresidente francés Valéry Giscard d’Estaing una vez calificó el dólar como el “privilegio exorbitante de Estados Unidos”, al permitir, a la economía del Tío Sam, por el mero hecho de ser divisa mundial, endeudarse a tipos de interés bajos, gestionar déficit comerciales e imprimir moneda sin límites.

Hoy esta ventaja, que ha facilitado a los estadounidenses la posibilidad de vivir por encima de sus posibilidades, está siendo cuestionada. Los expertos hablan de un principio de “desdolarización” de la economía. ¿Hasta qué punto?

Un reciente estudio de Deutsche Bank titulado Dollars are a no no dirigido por George Saravelos, tras examinar la evolución de más de 500 fondos cotizados en el último año ha constatado que los inversores extranjeros están reduciendo su exposición al dólar a un ritmo “sin precedentes”. “Existe el riesgo de una crisis de confianza. Cambios importantes en la asignación de los flujos de capital podrían imponerse sobre los fundamentos de la moneda. Y el mercado cambiario, volverse desordenado. Los extranjeros pueden querer comprar activos estadounidenses pero no quieren la exposición en dólares que esto supone”, escribía Saravelos.

Pese a que el diferencial de tipos aún ofrece mayor rentabilidad en EE.UU., hay motivos para desprenderse del billete verde: la incertidumbre arancelaria, el shutdown de la administración, los temores de recesión, la política errática de Donald Trump. Un cóctel que lleva al escepticismo. Y las monedas son el reflejo de la confianza que transmite un país. Para Jack Janasiewicz, de Natixis, “este cambio está impulsado por preocupaciones sobre la interferencia de la Casa Blanca en la política monetaria y por la ‘desdolarización’, y esto hace que los inversores extranjeros puedan estar volviéndose reticentes hacia los activos estadounidenses”.

Pero es Wahsington misma que, sin promoverlo expresamente, deja que su divisa resbale cuesta abajo. El ideólogo económico de Donald Trump, Stehpen Miran (ahora en el consejo de la Fed), es uno de los inspiradores de este movimiento y así resulta de sus trabajos. Para él no tiene sentido que el dólar sea la moneda de referencia mundial, pero que el coste de financiarse en dólares sea mayor que con cualquiera de las otras principales divisas del mundo. De ahí la presión para que la Reserva Federal baje tipos y reduzca sus rendimientos. Y si a raíz de esto el dólar tiene que caer, pues que caiga y que actúe como válvula de escape para devaluar la abultada deuda norteamericana.

Trump le ha comprado el argumento. Ya condenó su divisa durante su primer mandato cuando dijo: “El dólar fuerte parece algo prometedor. Pero no se hace turismo. No podemos vender ni tractores ni camiones. No podemos vender nada. Es bueno para la inflación, pero nada más que esto”.

Los fondos extranjeros en el último año han ido reduciendo sus posiciones con el dólar

“Un dólar bajo puede ser muy beneficioso para las empresas estadounidenses”, razona Jesús Sánchez Quiñones, consejero-director general de Renta4 banco, “porque tienen muchas filiales por todo el mundo y consolidan las cuentas a un dólar devaluado”. Un buen ejemplo de ello son las multinacionales tecnológicas estadounidenses con presencia en Europa (valedoras de Trump desde sus inicios). Microsoft todo lo que venda en Europa, lo vende en euros, no lo vende en dólares. Si el billete verde ha caído un 14% respecto a la moneda europea, el resultado de la compañía aumenta en la misma proporción.

Para la eurozona, en cambio, la caída del dólar representa un importante desafío. Firmas en EE.UU. que obtienen beneficios en dólares al repatriarlos a Europa y pasarlos a euros se quedan con un 14% menos de dinero. Ocurre por ejemplo con cadenas hoteleras del Viejo Continente en territorio norteamericano. Asimismo, en la medida en que el euro se aprecia, los productos europeos son menos competitivos. “La bajada del dólar es negativa para aquellas empresas de Europa que exportan a Estados Unidos, porque además de tener que aguantar la tasa de cambio, los aranceles han pasado del 2,5% a 15%. Con lo cual, el efecto acumulativo es casi como si el cambio euro/ dólar estuviera en 1.30 ahora mismo”, explica desde Nueva York Enrique Díaz-Alvarez, economista jefe de Ebury, fintech que gestiona riesgos cambiarios a firmas que venden al exterior.

En su opinión, no estamos ante un fenómeno coyuntural. Estamos entrando en la era del dólar bajo. “Yo creo que es un fenómeno estructural. La bolsa norteamericana llevaba ya una década con unos rendimientos muy superiores a los de casi cualquier otra bolsa del mundo, con lo cual había mucha exposición a los activos norteamericanos de inversores que no habían cubierto su exposición al dólar. La aparente pérdida de calidad institucional de EE.UU., el giro aislacionista de Trump que hace que los norteamericanos dejen de ser garantes internacionales de las instituciones liberales, ha llevado a muchos inversores a recapacitar. Estamos ante una clásica reacción de los mercados a una política inflacionista”.

El 39% del valor de las reservas de los bancos centrales es en dólares

Entre los sectores en Europa que pueden aprovecharse de la situación están aquellos que compran en dólares y venden en euros. Como la industria pesada que depende del petróleo o del gas. Pero también las firmas de consumo que compran en Asia en dólares y fijan precios de venta en euros, especialmente en bienes relacionados con la electrónica, el juguete o el textil.

Esta semana, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, aprovechando el momento de debilidad que vive la moneda norteamericana, ha intentado “vender” el euro como alternativa global en el mercado de las divisas. “El euro puede ser más que la moneda de un continente y un símbolo de unidad: puede convertirse en un ancla global de confianza”.

Pero la realidad es que como medio de pago el dólar sigue teniendo un liderazgo imbatible: aún representa casi el 90% del total de las transacciones, según el Banco de Pagos. Tampoco el yuan, aunque está creciendo como divisa de los albaranes de comercio (para saltarse las sanciones occidentales a Asia), consigue hacerle mucha sombra. Reemplazar el dólar es difícil: la eurozona ofrece seguridad jurídica, independencia del banco central pero un mercado común fragmentado, bancos muy locales y reticencias a fusiones transfronterizas.

El 89% de las transacciones internacionales usan el billete verde como medio de pago

Jesús Sánchez Quiñones también cree que el liderazgo monetario y económico de EE.UU. no está todavía en peligro. “Yo creo que seguirá entrando dinero en EE.UU., no hay una verdadera huida, y la rentabilidad de los bonos a largo no se ha disparado todavía”, opina. Quiñones considera que la economía norteamericana puede tolerar sin problemas la depreciación de su divisa y que aún hay margen para captar capital. “Además, para los inversores extranjeros la revalorización de las bolsas tienes que medirla en euros, no en dólares. Y entonces descubres que el SP500 ha subido solo un 3% y que el Dow está en negativo”. Como dijo en 1971 el antiguo secretario del Tesoro John Connally, “el dólar es nuestra moneda, pero vuestro problema”. Y esto sí que no cambia.