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“Ha comenzado una gran transferencia de riqueza”

Paul Donovan, economista  jefe de UBS

El responsable del banco suizo avisa de que en 20 años cerca de 83 billones de euros cambiarán de manos dentro de las economías desarrolladas

Jesús Hellín / STUDIOMEDIA19

Graduado en Filosofía, Política y Económicas en Oxford, Paul Donovan (Reino Unido, 1972) lleva trabajando más de treinta años en UBS, donde ocupa el puesto de economista jefe. Desde el cargo, combina la visión práctica de un banco global con un enfoque académico que le ha llevado a publicar estudios sobre la financiación de la economía verde, el reparto de la riqueza o el efecto de los prejuicios sociales sobre la productividad. En esta entrevista, avisa de las grandes transferencias de riqueza en nuestras sociedades, ofrece su fórmula para gravar a los que más tienen y alerta de la tentación de buscar culpables para el actual malestar social. Tiene una expresión para ello: la “economía del chivo expiatorio”.

Como economista jefe de un gran banco suizo, ¿cree que hacen falta bancos más grandes?

Creo que Europa necesita una unión bancaria, algo de lo que carece en este momento. Tener una unión monetaria sin una unión bancaria no es una idea muy sensata. Sigue siendo muy difícil para los bancos operar realmente a través de las fronteras. Creo que, a largo plazo, Europa debe pensar en sí misma como una entidad única. Dentro de eso, la consolidación de los bancos es quizás inevitable.

UBS tiene una participación de cerca del 2,7% en el Sabadell. ¿Ha ido a la opa del BBVA?

Me temo que no puedo comentar la política de UBS al respecto.

La inestabilidad en Francia es otro tema de actualidad. El país lucha contra el déficit y la deuda mientras Alemania quiere crecer. ¿Hay una gran contradicción económica en la zona euro?

No creo que estén tan lejos entre sí. Lo que debemos recordar, por supuesto, es que Alemania tiene ahora una población en declive. Y, naturalmente, si tu población está disminuyendo, tu crecimiento será menor. Es casi automático. Y, por supuesto, Alemania no es la única. Italia, China o Japón están en la misma situación. También China. En Francia, la población aún no está disminuyendo. Es más estable. Creo que el problema en Francia es claramente político, más que económico.

“La desigualdad económica aumenta en Europa por los precios de los inmuebles y el envejecimiento

Menciona la población como un gran vector económico. En España va en aumento y anima la economía. ¿Cómo ve el país?

En España la inmigración ha sido un apoyo para el crecimiento. Lo ha hecho por partida doble. En primer lugar, hay más trabajadores, por lo que la economía crece. Pero, en segundo lugar, la inmigración casi siempre aumenta la productividad. Si tú, como individuo, estás dispuesto a dejar a tu familia, a tus amigos, a viajar a otro país para encontrar trabajo, es probable que seas más emprendedor y más arriesgado que la persona que se queda en casa. Es probable que el inmigrante sea un trabajador más productivo.

¿Qué le parece este modelo económico español, basado en los servicios en vez de en la industria?

España también se ha beneficiado en los últimos años de una tendencia que se desarrolló después de la pandemia: la gente gasta más en diversión que en bienes. España tiene una gran industria que vende diversión a través del turismo. Alemania se especializa más en bienes que en diversión, y eso ha sido un problema para la economía alemana. Como la demanda de bienes se ha estabilizado y el gasto en diversión ha continuado, España ha crecido más rápido que Estados Unidos en los últimos trimestres.

¿Aprecia alguna gran amenaza aho- ra para la economía española?

Existe una amenaza potencial, que no es específica de España. Se trata de un problema global. Estamos atravesando un periodo de cambios económicos muy rápidos, la cuarta revolución industrial, y la gente siempre tiene miedo al cambio. A los seres humanos les preocupan su trabajo y su estatus social, y buscan a alguien a quien culpar. Acabamos teniendo lo que denominamos economía del chivo expiatorio.

El impuesto de sucesiones es impopular y el de patrimonio, muy controvertido

¿Quién es el culpable ahora?

A lo largo de la historia, siempre ha sido muy fácil culpar a los extranjeros, ya sean países o inmigrantes. Por definición, no son como nosotros. Una de las preocupaciones que tenemos es que se está observando en varios países del mundo un sentimiento antiinmigración. Es una reacción de esta economía del chivo expiatorio, y es una reacción muy comprensible. Pero como la inmigración tiende a impulsar el crecimiento, esa reacción puede ser perjudicial para el crecimiento a medio plazo.

En España, ningún economista citaba hace años la inmigración como fórmula de crecimiento. Y nadie parece reivindicarla ahora.

Es muy raro que la inmigración, en parte debido a la economía del chivo expiatorio y a los temores que genera, sea un objetivo político explícito. Puede serlo a veces. Por ejemplo, Singapur, hace 15 o 20 años, lanzó el mensaje de que necesitaba gente para crecer. La cuestión es que la inmigración también puede ser una señal de buenas políticas, además de generar crecimiento. No te mudas a un país donde vas a estar desempleado. En muchos sentidos, también es una señal de un entorno económico positivo.

El precio de la vivienda genera malestar. ¿Tiene algún diagnóstico o solución?

Por el lado de la oferta, la gente vive más tiempo y es menos propensa a abandonar los hogares. Se resiste a mudarse. En el de la demanda, hay más unidades familiares al aumentar los divorcios y las personas que viven solas. Hay mucha rigidez en el mercado.

¿Tienen previsiones de precios para los próximos años al menos en Europa?

Creo que, sin duda, en la mayor parte de Europa, por el momento, los precios de los inmuebles seguirán respaldados por las tendencias de las que estamos hablando.

¿Existe una concentración problemática de la riqueza? ¿Los impuestos son una buena solución?

En la mayor parte de Europa la desigualdad económica ha aumentado, pero eso se debe principalmente a los precios de los inmuebles. También se debe al envejecimiento de la población, ya que la riqueza se calcula como el valor de los activos menos las deudas. Lo que está sucediendo es que ya hemos iniciado la gran transferencia de riqueza. Unos 83 billones de dólares cambiarán de manos en los próximos 20 años aproximadamente. La mayor parte de esa transferencia de riqueza se producirá dentro de Europa, Japón y Estados Unidos. No creo que los gobiernos se vayan a quedar de brazos cruzados mientras cambian de manos 83 billones de dólares. Querrán intentar utilizar parte de ese dinero.

¿Cómo lo harán?

Hay varias formas. Todas ellas son una forma de tributación, aunque la primera no lo parezca. La primera es la represión financiera: cuando se obliga o fomenta la inversión de los fondos de pensiones en la deuda del Estado o cuando se ponen tipos de interés negativos que gravan el ahorro. Un segundo mecanismo es el impuesto sobre las ganancias de capital. Creo que este impuesto aumentará casi con toda seguridad en las principales economías durante los próximos 10 a 20 años. Aquí entra el impuesto de sucesiones. La última fórmula es el impuesto sobre el patrimonio.

¿Cuál se impondrá?

Sospecho que lo que veremos es un mayor énfasis en las ganancias de capital y en la represión financiera. El problema con el impuesto sobre el patrimonio es evaluar cuánto patrimonio tiene alguien. ¿Cómo se valora una propiedad? El valor cambia constantemente. Los impuestos sobre el patrimonio suelen ser bastante caros y muy controvertidos. Los impuestos sobre sucesiones son más fáciles, pero son impopulares. En cambio, los impuestos sobre las ganancias de capital son mucho más fáciles de aplicar. Y la represión financiera siempre ha existido.