Mapa del coleccionismo

Arte

Recién se ha publicado el último informe anual de Art Basel y UBS sobre coleccionismo global. Liderado por la economista Clare McAndrew, ofrece una radiografía precisa del cambio de época que vive el mercado del arte. Si hace una década el epicentro se situaba entre Londres y Nueva York, hoy el mapa se amplía decididamente hacia Asia. Hong Kong, Seúl y Singapur consolidan su papel como nodos estratégicos de un coleccionismo joven, líquido y cada vez más digitalizado. 

El estudio, que analiza las prácticas de más de 3.000 coleccionistas de alto nivel económico (HNW) en diez mercados clave durante la primera mitad del 2025, confirma que el arte sigue siendo un activo de prestigio y refugio, incluso en tiempos de incertidumbre. Pese a la desaceleración económica que este mercado sufre, el gasto medio por coleccionista se mantiene estable, sobre los 438.000 dólares. Cierto que se refiere a un coleccionismo muy adinerado, pero el estudio apunta a que la confianza que tienen en el arte como valor a largo plazo resiste mejor que la de otros sectores del lujo, pues de media supone el 20% de su riqueza, cuando en el 2024 era del 15%. Y apunta a que una parte significativa prevé aumentar sus adquisiciones en el 2026. Pero lo más interesante del informe no es la resiliencia del mercado, sino su transformación. 

Entre un sinfín de datos, apunta a que los nuevos coleccionistas –milenials y, cada vez más, miembros de la generación Z– compran con el móvil, descubren artistas en Instagram y se interesan tanto por la trayectoria ética como estética de quienes siguen. Así pues, la emoción y la conexión cultural pesan tanto como la rentabilidad. La figura del coleccionista inversor cede espacio a un coleccionista más “narrador”: aquel que construye identidad a través de sus elecciones artísticas y concibe su colección como un relato personal del presente. No solo las mujeres artistas ocupan un lugar cada vez más central en las colecciones privadas, sino que diversifican los lenguajes artísticos que coleccionan –videoarte, arte digital, fotografía, diseño– y ponen el ojo en artistas procedentes del Sur Global y de comunidades históricamente poco representadas. Y un dato final a destacar: la irrupción con fuerza de mujeres asiáticas coleccionistas de la generación Z y milenial, con estimaciones de gasto en arte y antigüedades por encima de los hombres. Un dato que habrá que seguir.

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