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El acceso a la vivienda reta el futuro de las grandes ciudades

Especial ‘smart cities’ 

Las crecientes dificultades para conseguir un hogar obligan a repensar el concepto de ‘smart city’

Construcción de vivienda en Barcelona 

Llibert Teixidó

“Todas las grandes ciudades de Europa tienen un problema con el acceso a la vivienda, pero aquí estamos aún peor”. La frase la pronunciaba hace apenas unos días Carme Trilla, presidenta de la fundación Habitat3 y gran experta en vivienda durante un debate al respecto en la Oficina del Parlament Europeu en Barcelona. La crisis habitacional que sufren las principales urbes sobrepasa los ideales con los que nació el concepto de ciudad inteligente o smart city y son comunes a todo el continente. Aunque, como avisa Trilla, en estas latitudes es aún más profunda.

Si en un principio las smart cities se ocupaban sobre todo de lo que ocurría en la calle, de la tecnología, el transporte o la gestión de residuos, ahora el foco ha cambiado a la vivienda. Porque, ¿una ciudad puede considerarse inteligente cuando el derecho a una casa no está garantizado?

Aumento de población, turismo y compra de extranjeros no residentes tensionan el mercado

En España, el ejemplo de Barcelona resulta paradigmático. La ciudad que se proyecta como un referente mundial de smart city está al mismo tiempo afrontando una de las crisis de acceso más agudas. La tensión entre innovación urbana y dificultades habitacionales se observa con claridad en multitud de indicadores y proyectos. Por un lado, Barcelona es considerada una de las ciudades más inteligentes de España según el Smart City Expo World Congress (la capital catalana roza casi el 80% en incorporación de soluciones de ciudad inteligente). Por otro lado, el mercado del alquiler y de la vivienda libre evidencia subidas que colocan la ciudad como una de las más difíciles de habitar para colectivos con ingresos medios. De hecho, la dificultad para conseguir un piso asequible es ya, y además con diferencia, lo que más preocupa a los barceloneses, tal y como indica el último barómetro del Ayuntamiento.

El 39% de los españoles destina más de un 40% de sus ingresos –umbral que se considera razonable– a pagar el alquiler, cunado la media de la UE está en el 23%

No se trata de un fenómeno único. El acceso a una vivienda digna y asequible se ha convertido en la principal preocupación de los habitantes de las ciudades inteligentes de todo el mundo, por encima incluso de la movilidad, la sostenibilidad o la transformación digital, tal y como subraya el Índice de Ciudades Inteligentes 2025 publicado por el World Competitiveness Center del IMD. “A pesar de los avances tecnológicos y la proliferación de iniciativas smart urbanas, existe un desfase entre las promesas del concepto de ciudad inteligente y las necesidades reales de los ciudadanos”, destaca el estudio.

En 110 de las 146 ciudades analizadas, más del 50% de los encuestados identificaron la vivienda como su máxima prioridad. Por ello, el análisis considera que el concepto de ciudad inteligente debería ampliarse “más allá de las soluciones digitales y tecnológicas” para incluir “aspectos estructurales de planificación, política de vivienda y accesibilidad”.

En el caso de la capital catalana, se sitúa como la segunda ciudad de la Unión Europea donde más porcentaje del sueldo se dedica a la vivienda, sólo por detrás de Lisboa y al mismo nivel que Madrid. En concreto, sus habitantes destinan de media un 74% del salario a pagar las rentas, cuando el límite de lo que se considera aconsejable está en el 40%, alertaba la semana pasada el Consejo Europeo.

La segunda ciudad menos asequible Barcelona destaca como la segunda ciudad de la Unión Europea donde más porcentaje del sueldo se dedica a la vivienda

La situación es especialmente grave en el mercado del alquiler, y no solo en Barcelona. En el conjunto de España, la cantidad de inquilinos que destinan más del 40% de sus ingresos a abonar las mensualidades alcanza el 39%, cuando la media europea está en el 23%. En paralelo, han proliferado los casos de alquiler de habitaciones e infraviviendas. “Tenemos un problema de nuevo chabolismo, porque eso son las habitaciones en las que conviven familias enteras”, señaló Trilla en el foro mencionado anteriormente.

Mientras tanto, la apuesta tecnológica de Barcelona se despliega con fuerza. La estrategia “Ciudad Digital” impulsa proyectos como la plataforma abierta de datos urbanos, el despliegue 5G, la red de sensores IoT, así como alianzas público-privadas para utilizar la tecnología al servicio de la ciudad. En el congreso Smart City Expo 2024, Barcelona presentó iniciativas dirigidas explícitamente al acceso a la vivienda y la regeneración urbana, vinculadas al ámbito de ciudad inteligente: reapropiación de espacios verdes, reutilización de aguas grises, monitorización de residuos o rehabilitación de edificios con técnicas innovadoras.

El precio medio del alquiler en la ciudad de Barcelona es de 1.087 euros al mes, un 8,9% menos que un año antes por el tope de rentas

En la edición de este año, el acceso a la vivienda volverá a centrar del debate. El congreso abordará la situación del mercado como base para la equidad social y la inclusión, el diseño de viviendas accesibles y asequibles, la integración de servicios sociales y vivienda para apoyar a las poblaciones vulnerables o la gentrificación.

La cuestión está en si la tecnología y todas estas soluciones pueden ayudar a aliviar la crisis de acceso y sus causas. Éstas empujan con fuerza. Entre ellas, sobresalen el aumento precipitado de la población en edad de trabajar y con hijos a cargo que ha traído la inmigración y que necesita un hogar desde el minuto uno, la compra por parte de extranjeros no residentes, que continúa al alza, el turismo y el bajo ritmo de edificación. Todo ello, imbricado en un modelo económico basado en los servicios y en lo salarios bajos.

La pregunta está clara: ¿la ciudad inteligente también puede ser justa?