Las viejas chimeneas industriales y los escasos edificios de ladrillo visto que sobreviven en el 22@ de Barcelona lo hacen rodeados de grandes edificios. En ellos predomina el vidrio y en el vestíbulo lucen certificados de sostenibilidad y eficiencia energética. Son el contraste entre un mundo que pervive como guiño al pasado y otro que lo ha reemplazado pero que se encuentra en constante reinvención y adaptación. Ya no son solo las oficinas de principios de siglo las que hay en estos edificios, ahora también centros de innovación de la industria denominada 4.0. Se trabaja con algoritmos en lugar de cadenas de montaje y ahora se le suman los laboratorios, tanto de chips como de empresas biotecnológicas.
Es la nueva vuelta de tuerca al modelo de reconversión de antiguas zonas de industria pesada en modernos barrios de industrias digitales. El 22@ fue un referente hace 25 años y muchas otras ciudades vienen replicándolo a su manera. Sucede en la pujante Málaga y en la sólida Bilbao, así como en Hamburgo y en Malmö.
Empresas de biotecnología y de chips se suman a las corporaciones tecnológicas en oficinas de vidrio
La receta de fondo siempre es la misma en todos estos lugares: donde antes había sirenas horarias y monos azules, ahora hay ordenadores portátiles y pantalones tejanos. La manera de llevar a cabo la transformación, en cambio, requiere aplicar el bisturí y una adaptación a cada contexto. A diferencia de las calles comerciales con las mismas franquicias replicables en cualquier ciudad, aquí no hay una fórmula magistral, la reinvención de barrios con personalidad requiere de mucha más destreza.
Los edificios de hace dos décadas se adaptan a nuevas necesidades laborales más flexibles
La evolución, además, es tan acelerada como el sector digital para el que muchos trabajan. La filosofía de los espacios de trabajo compartido ha invadido los edificios de oficinas en los últimos tiempos. En el caso del 22@, pese a tener menos de dos décadas, numerosos edificios han tenido que ser rediseñados completamente por dentro. Los puestos de trabajo fijos han dado paso a oficinas cada vez más flexibles, con salas de reuniones y puntos de encuentro aparentemente informales.
Incluso la rígida administración pública ha evolucionado hacia ese modelo en la otra punta de la ciudad, en el campus administrativo cerca de la Zona Franca. Los resultados han sido positivos y quieren seguir ahondando en esa filosofía en el edificio que se levantará junto al nuevo pabellón de Fira de Barcelona cerca de la plaza Europa de l’Hospitalet, otro de esos lugares en los que ahora tienen oficinas las grandes consultoras entre bloques de pisos y hoteles de diseño construidos sobre los terrenos que a finales del siglo pasado ocupaban los chatarreros.
Vista panorámica de la plaza Europa de l'Hospitalet desde Montjuïc
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan este tipo de reconversiones urbanísticas es la ausencia de vida al finalizar el horario de oficina. Un mayor peso de la parte vecinal es fundamental, como demuestra la evolución que se le ha ido dando al 22@ con el paso del tiempo, donde se ha incrementado la construcción de vivienda protegida respecto a los planes iniciales. Aún así, el índice de vitalidad todavía es de 26 sobre 100 según el último informe de la consultora Cushman & Wakefield.
“El éxito pasa por conseguir un tejido mixto de oficinas, vivienda y servicios”
“El reemplazo de la fuerza productiva del siglo XX por la fuerza económica del XXI es una modificación importante pero no es suficiente, el éxito pasa por conseguir un tejido mixto en el que se combinan oficinas con vivienda y equipamientos, de manera que cuando alguien pasea por allí ya no tenga la idea de que lo está haciendo por un polígono industrial como lo entendíamos antes”, resume la arquitecta jefa del Ayuntamiento de Barcelona, Maria Buhigas, que antes de ocupar este cargo estudió a fondo los polígonos de Catalunya.
En aquellos más integrados en entornos urbanos, la sombra de la gentrificación es una de las amenazas que siempre sobrevuela. Pequeños talleres de reparación de vehículos ahora son cafeterías de especialidad en el Poblenou y el encarecimiento del precio de la vivienda expulsa a los vecinos que han crecido cuando todo aquello era más gris y menos luminoso. Como solución, Buhigas apuesta ahora por un modelo de reciclaje adaptándose a lo existente en lugar de una sustitución completa como se había hecho en esos casos. Es una nueva vuelta de tuerca al modelo y es lo que se está impulsando en Malmö, el principal referente europeo en este tipo de áreas a día de hoy.
El proyecto de la antigua Mercedes de Sant Andreu supone una revisión actualizada del mismo modelo
También se quiere hacer algo parecido en Barcelona en el entorno de la antigua Mercedes, en el distrito de Sant Andreu. Los edificios en desuso desde el 2007 (alguno de ellos con gran valor arquitectónico) se mantendrán en pie como parte de un ecodistrito de casi nueve hectáreas en el que se combinarán espacios profesionales, equipamientos y se levantarán bloques de pisos. “Las edificaciones, al fin y al cabo, son un traje, nos quitamos las hombreras que tan bien quedaban en los años 80 y lo adaptamos a las necesidades del momento”, resume Buhigas.
Una gran operación de regeneración urbana bajo esas premisas es la que se está llevando a cabo en Bilbao, en Zorrotzaurre, que quiere dar continuidad al éxito que tuvo en su momento la reconversión de la zona del Guggenheim pero en este caso con el protagonismo de la innovación y el talento en lugar de la cultura. Sus impulsores lo definen como “una isla para vivir, trabajar y disfrutar”, dando respuesta a todas las inquietudes del momento: vivienda pública (también privada), empresas tecnológicas y no contaminantes, zonas de paseo y equipamientos sociales y culturales en las viejas naves reacondicionadas. El objetivo del Ayuntamiento de Bilbao y del resto de proyectos reseñados en la parte superior pasa por atraer talento local e internacional, que a su vez busca entornos urbanos en los que vivir bien.
Una de las salas del renovado recinto de Palo Alto
La transformación que prepara Sant Adrià de Besòs alrededor de las icónicas tres chimeneas de la antigua central térmica es otro buen ejemplo de ello, con vivienda, actividad empresarial y una nueva vida para un mamotreto convertido en símbolo, con infinitas posibilidades en su interior. A más pequeña escala también lo hace Barcelona con los polos de actividad económica que justo acaba de poner en marcha, uno en una antigua nave del recinto industrial de Palo Alto y otra en el polígono de Bon Pastor. La primera se centra en el sector audiovisual e industrias creativas y la segunda lo hace en economía circular.
La apuesta por sectores concretos facilita generar sinergias y atraer talento
“La especialización en sectores estratégicos es fundamental para generar sinergias productivas”, considera la presidenta de Barcelona Activa, Raquel Gil. En ambos polos la filosofía es la misma: actuar de dinamizador económico mediante la colaboración público-privada y atraer talento a esos espacios, en los que los laboratorios y zonas de experimentación juegan un papel central. “Las empresas presentes ven potenciados los recursos especializados, alianzas y negocio”, celebra Gil. El caso del Bon Pastor queda muy cerca del también citado caso de la Mercedes y en cuestión de años puede que esté igual de integrado en la trama urbana como el 22@.
Bajo otros conceptos, la misma transformación llega a los polígonos industriales de amplia extensión territorial. Basta con ver la evolución de la Zona Franca, donde también ha llegado la industria 4.0 y las impresoras 3D. El edificio DFactory del Consorci de la Zona Franca es el mejor ejemplo de ello, convertido en punto de encuentro entre grandes compañías y empresas emergentes, muy lejos del imaginario colectivo de un lugar al que ahora ya incluso se llega en metro. El éxito de la transformación es tal que ya se ha consolidado y se trabaja en la ampliación del lugar.

