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“El oro es una burbuja y el bitcoin, especulación”

Nicolas Mirabaud, socio gestor de Mirabaud

Representa la séptima generación de banqueros suizos de una firma con 206 años de historia. Gestionar los activos es un arte, hoy como ayer

Nicolas Mirabaud, socio gestor de Mirabaud 

Mané Espinosa

El apellido Mirabaud tiene 206 años de historia. Cuando se fundó la homónima banca privada, Napoleón estaba exiliado en Santa Elena. Recae ahora sobre los hombros Nicolas, miembro de la séptima generación de una familia de banqueros, la responsabilidad de llevar el peso de los siglos. “Tienes un apellido. Un legado. Pero el nombre propio lo tienes que hacer tú. Hay una presión, porque hay que asegurar la continuidad, al mismo tiempo que tienes que imprimir tu toque personal”, comenta desde los despachos barceloneses de la entidad en la avenida Diagonal.

“En la renta variable hay algún exceso, pero es un mercado líquido y rentable”

Mirabaud ha protagonizado una expansión en los últimos años,en Europa, Oriente Medio y América Latina.

Los clientes necesitan proximidad. Es difícil asesorar desde la distancia, a menudo competimos con bancos locales que les ven todos los días. Así que era un paso necesario si queremos mantener nuestro enfoque, que es el de una familia que se ocupa de otras familias. Nuestros activos están en la empresa y son gestionados del mismo modo que los de los clientes. No estamos para decir “compren esto” o “inviertan allí porque es bueno” si nosotros no lo hacemos: compartimos riesgos, les protegemos cuando los mercados son difíciles y capitalizamos las oportunidades cuando surgen.

¿Merece la pena invertir en renta variable con la incógnita geopolítica?

Puedes invertir en inmobiliario. Pero si te construyen una autopista delante de tu bien, ¿qué haces? Puedes invertir en materias primas. Hemos visto el oro, que es una respuesta directa a la incertidumbre geopolítica. Hubo una burbuja que se ha desinflado un poco. Luego está el bitcoin, pero eso es pura especulación. Si preguntas a 100 personas cómo funciona, si dos te lo saben explicar ya es mucho. Significa que el 98% compra algo que no entiende. Puedes invertir también en bonos, pero en Suiza los tipos están a cero. Compras bonos, tienes seguridad, sí, pero sin rendimiento. Y en Europa los tipos han bajado. Luego está el private equity , con oportunidades interesantes, pero es algo técnico con y menor liquidez, así que no es para todos. Al final, te quedan las acciones.

Con sus burbujas.

Creo que hay excesos –lo vemos en la tecnología y en el tamaño de las grandes empresas estadounidenses–, pero también es cierto que están transformando el mundo, y la gente siente que debe participar en estas inversiones. Si comparas con las alternativas, las acciones siguen ofreciendo más liquidez. Puedes comprar o vender en cualquier momento. Si miras los últimos 50 años, la evolución de los mercados a largo plazo siempre ha sido positiva. Y tu acción de Nvidia la compras hoy y la vendes en dos segundos.

Cómo se vive en Suiza el impacto de los aranceles de Trump en el 39%?

Se suele hablar de Suiza como tierra de chocolate, relojes, bancos y farmacéuticas, pero la mayor parte de la economía suiza está compuesta por pequeñas y medianas empresas muy especializadas. Esa especialización les da ventaja competitiva, pero también hace que algunos de sus productos puedan verse afectados por los aranceles. Ya vemos empresas suizas que han empezado a producir en Europa para evitar esos aranceles: si fabrican en Europa, los derechos son del 15%, no del 35%. Pero eso implica deslocalización de empleos. Por eso creo que Suiza, como los países europeos, no debe rendirse. Hay que tratar de reindustrializar Europa, producir más dentro del continente, crear empleo.

¿Cuál debería ser la prioridad económica europea?

En Europa hay una regulación que suele ser muy restrictiva. Para mí, la regulación tiene dos objetivos. El primero, proteger al consumidor: asegurarse de que si compras carne, es de buena calidad; que el electricista cumpla las normas; que una institución financiera ofrezca transparencia en sus productos, tarifas y servicios. El segundo objetivo es garantizar una competencia justa, que las reglas del juego sean las mismas para todos. Pero hoy, buena parte de la normativa europea no protege ni al consumidor ni a la competencia, sino a la administración. ¿Por qué? Porque, al establecer tantas reglas, si mañana hay una crisis política, financiera o sanitaria, los responsables políticos podrán decir: “No es nuestra culpa; nosotros pusimos las normas”. Hoy estamos en un sistema, sobre todo en Europa, donde hay más personas dedicadas a controlar que las normas se apliquen que a crear valor, productos o servicios.

Mirabaud ha invertido en firmas como Space X o Moderna. ¿El espacio y la biotecnología son el futuro?

Mañana podría ser una empresa alimentaria, de lujo o industrial; lo estudiaríamos igual. No se trata del sector, sino de la compañía. Nuestro banco siempre ha tenido una vocación emprendedora. Hace cien años, Mirabaud invertía en ferrocarriles, en firmas mineras, en compañías marítimas que operaban hacia América del Sur. Visitábamos a los clientes y les decíamos: “Vamos a emitir bonos para financiar este proyecto, ¿quiere participar?”

¿Sin secreto bancario aún hay vida en la banca suiza?

Las empresas que estaban en Suiza solo por el secreto bancario ya no están aquí. El número de empleos en el sector hoy es similar o incluso superior al de hace quince años. Pero el número de bancos privados se ha reducido a la mitad, debido a salidas, fusiones y reagrupamientos. Es un mercado más concentrado, más competitivo. Creo que la principal fortaleza de Suiza es su capacidad para entender al cliente internacional y las reglas fiscales de los países con los que trabaja. Si usted abre una cuenta en París, Lisboa o Fráncfort y le pide a su banquero alemán que gestione su dinero respetando la legislación fiscal española sobre plusvalías o traspasos, no tendrá ni idea. En cambio en Suiza su banquero se lo resuelve.

Y luego está el franco suizo.

La moneda suiza, junto con la estabilidad del país, ofrece una resiliencia que otros no tienen. El otro día fui a la panadería con mi hijo y le compré pan. Saqué unas monedas y tenía una de 20 céntimos de 1944. Esa moneda tiene 81 años y sigue circulando. Claro, en 2025 compra menos que en 1944, pero todavía alcanza para un trozo de pan. Si tomas una moneda francesa, una lira italiana o una peseta de hace 80 años, hoy no valen nada.

¿Como empresa Mirabaud puede seguir solita?

Somos unas 700 personas y gestionamos unos 35 000 millones de euros en activos: suficiente escala para ser relevantes, pero con cercanía. Mirabaud no es una boutique diminuta. Si solo tuvieras una oficina en Madrid, Ginebra o Frankfurt, sería difícil entender lo que pasa en el mundo. Nosotros estamos presentes en diez países. Estamos buscando personal, también en España.