Humanoides de andar por casa

Imagine un robot que haga los trabajos de casa mientras usted lee, trabaja o simplemente no hace nada. La empresa americano-noruega 1X Technologies asegura que esto ya es posible con Neo, un humanoide de cara amable, movimientos fluidos y diseño Apple. Lo muestran en vídeos idílicos abriendo la puerta a invitados, cargando la cesta de la ropa sucia o llevando la copa a su dueño. Eso sí, en casas de diseño con salas de 100 m2.

Por unos 20.000 dólares –o 499 al mes– ya lo puede reservar, siempre que viva en Estados Unidos y tenga paciencia: las primeras unidades no se entregarán hasta el 2026, no sabemos el día. La empresa promete que el Neo será “plenamente autónomo” en el 2027. Pero, como suele ocurrir con los futuros idílicos tecnológicos, les cuesta llegar y, cuando lo hacen, a menudo nos los imaginábamos más grandes.

Siempre que veo un vídeo de robots haciendo cosas extraordinarias pienso en los que vídeos que no nos enseñan. Con los años (y los fakes ) mi espíritu crítico ha subido mucho el nivel: las presentaciones de producto siempre van bien (excepto cuando Musk quiso demostrar el cristal irrompible del Cibertruck). Pero la realidad es muy distinta. Una vez más mi instinto arácnido ha vuelto a acertar: nada de lo que sale en los vídeos es verdad; el robot está operado remotamente por un ingeniero que está en la habitación de al lado. La empresa no se esconde, al contrario. Su ejecutivo jefe y fundador, Bernt Børnich, afirma que “un experto guía a Neo en tiempo real mientras aprende a hacer el trabajo”. Que podríamos traducirlo por: “Convertiremos su casa en un laboratorio para entrenar a nuestros robots hasta que sean útiles”. De momento tarda cinco minutos en poner tres piezas en el lavavajillas en un vídeo que ha hecho el WSJ y que hace sufrir mucho. Sería sólo patético, si no fuera que también es muy inquietante. Su creador lo llama “simbiosis”, un abogado lo llamaría violación de la privacidad.

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Edited with Google AI

Su justificación –“cuantos más datos me des, más útil será Neo”– es la misma que oímos antes en Google con su buscador, en Facebook con sus redes sociales y que ahora oímos a OpenAI respecto a ChatGPT: solucionismo tecnológico con un deje de inevitabilidad. Los defensores de este modelo ven un círculo virtuoso. Más robots, más casas, más datos, mejora exponencial. Pero detrás de este relato hay literalmente un ejército invisible de teleoperadores. Estoy seguro de que en el Excel del modelo de negocio de 1X existe la columna de los costes de deslocalizar la teleoperación a países de renta baja, a un dólar la hora. Lo sé porque esto ya ocurre con la IA generativa: OpenAI, por ejemplo, subcontrató a trabajadores en Kenia para limpiar las respuestas de ChatGPT por menos de dos dólares la hora. Un robot mayordomo en cada casa del primer mundo, precariado en el tercero.

Al servicio de ChatGPT

Todos somos teleoperadores de ChatGPT: nos ahorra trabajo pero necesita supervisión constante de teleoperadores que, en este caso, somos nosotros

Todo esto está apoyado por inversores como OpenAI Startup Fund, Tiger Global o Samsung, que han inyectado más de 125 millones de dólares a 1X. Es una estrategia que recuerda a la de Tesla, que en 2021 presentó su robot Optimus con un bailarín en mallas de lycra y un casco de Daft Punk en la cabeza. La promesa, entonces, era que empezaría a venderse a los tres años. Hoy, cuatro después, ese robot sigue siendo un prototipo. Vender el futuro siempre ha sido más fácil que crearlo.

1X dice que la teleoperación es sólo la primera fase: que se necesitan robots imperfectos en el mundo real para entrenarlos, como los coches autónomos que de vez en cuando necesitan a un humano al volante. La cita no es gratuita. 1X sigue la misma estrategia de Musk con Tesla, que para hacer masa crítica para recoger datos del mundo real ha prometido la Luna una y otra vez. El argumento tiene tanta lógica como trampas.

Neo no sólo recoge datos del mundo: los recoge de su mundo (de usted). Su voz, sus hábitos, sus conversaciones. Y a diferencia de un asistente de voz, éste lo ve literalmente todo. La empresa asegura que los operadores son “verificados”, que las imágenes se difuminan para preservar la intimidad y que podemos designar zonas de exclusión donde no queremos que entre. Pero la simple presencia de un ojo ajeno en casa rompe el contrato emocional del hogar: dejas de estar en casa cuando alguien mira. La comparación que hace 1X con tener personal de servicio tampoco se aguanta: no es lo mismo confiar en una persona con nombre y apellidos que en un sistema de teleoperadores que no sabes quién ni cuántos ni dónde están, y que además lo graban todo.

El caso de 1X es un caso claro de lo que el Nobel de economía Daron Acemoglu llama “so so automation”, que podríamos traducir como automatización “de aquella manera” o “de estar por casa”. Es aquella automatización que desplaza a trabajadores pero que no reduce el coste y que incluso lo puede incrementar (piense en los costes de mantener el robot). Esta automatización a medias recuerda al caso de KiwiBot, una empresa de entrega de comida en campus universitarios que hacía pasar a sus robots teledirigidos por robots inteligentes autónomos. De modo similar, Neo es un experimento disfrazado de producto para vendernos futuro antes que exista, con el objetivo de financiarse con nuestros datos.

A medias

Los robots humanoides del hogar son automatización de “estar por casa”; desplaza a trabajadores pero no reduce el coste

Le ocurre lo mismo a la IA generativa, que nos ahorra trabajo pero necesita supervisión constante de teleoperadores que, en este caso, somos nosotros. El modelo de negocio –extractivo– es el mismo: usted pones los datos, nosotros nos quedamos el valor. Si algún día estos humanoides llegan a ser autónomos –2027, 2028, o hasta cuando los inversores lo permitan–, ya habrán hecho el negocio. Habrán arrasado con el mercado de trabajadores del hogar, tendrán nuestros datos más íntimos y dependeremos de ellos hasta abrir la nevera.

Nuestra casa debería ser un espacio de confianza, no un entorno de entrenamiento para máquinas. Si el futuro de la robótica es éste –robots que necesitan humanos al otro lado del mundo para funcionar–, quizá no sea tan diferente al presente. Neo es automatización de “estar por casa” en los dos sentidos del término, automatización que nos promete libertad y comodidad pero a cambio que le hagamos de canguro.

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