El desembarco aragonés del grupo bonÀrea

Empresa: distribución

La corporación agroalimentaria catalana aspira a revolucionar la comunidad vecina como lo hizo en Guissona

Centro productivo y logístico de BonÀrea en Épila (Aragón)

Terrenos de Épila donde bonÀrea construye su segunda macro planta

LV

La impronta de bonÀrea sobresale a cada paso que se da en Guissona. Tan pronto como se pone un pie en el municipio de la Segarra (Lleida) el visitante se da cuenta de que el grupo agroalimentario ha moldeado la localidad y alrededores desde su fundación en 1959. No solo porque el gran centro productivo, con el logo en lo más alto, corona el skyline de la ciudad. La compañía que provee de servicios y actividades al pueblo –como extraescolares para los niños, una residencia para mayores o instalaciones deportivas–, ha dinamizado la economía de la zona y ha sido el motor del aumento de población, principalmente inmigrante, que ha vivido la ciudad, al contrario de lo ocurrido en otros lugares de la Catalunya rural. Incluso Jaume Alsina, presidente del grupo, fue alcalde de Guissona en la última etapa del franquismo. Su influencia, pues, es enorme.

Quizás esta ascendencia sea difícilmente replicable, pero la compañía aspira a revolucionar de similar manera la comunidad vecina de Aragón con el macro centro logístico y productivo que construye en Épila, a 40 kilómetros de Zaragoza. El propio consejero delegado de bonÀrea Agrupa, Ramon Alsina, deslizó esta idea hace unos días en una visita a la planta con periodistas. El directivo, hijo de Jaume Alsina, mostró unas gráficas donde se observaba cómo ha crecido la población de Guissona desde la creación de la cooperativa. De 2.000 habitantes se han pasado a casi 8.000 en la atualidad. En Épila, dijo Ramon Alsina, la llegada de bonÀrea está generando un fenómeno parecido. En el 2018 se anunció extensamente un inversión inicial de 400 millones para desarrollar el centro y desde aquel año se ha notado ya un incremento de habitantes.

El grupo prevé aumentar sus ingresos un 5% por encima de los 2.680 millones

El propio presidente de Aragón de la época, el socialista Javier Lambán –fallecido este año–, afirmó entonces que el proyecto de bonÀrea funcionaría como revulsivo para el sector agroalimentario de la comunidad autónoma, donde se conoce el complejo como “el Opel de la alimentación”. De hecho, en Aragón todo han sido facilidades administrativas y puertas abiertas para la iniciativa, afirmó hace dos semanas Ramon Alsina. Con gobiernos de todos los colores y a todos los niveles, la colaboración ha sido máxima, afirmó.

Lo demuestra el hecho de que el Gobierno de Aragón se comprometiera a acelerar los trámites del proyecto y a mejorar infraestructuras necesarias para su funcionamiento. Así, la planta está declarada como proyecto de interés autonómico y se han mejorado accesos y servicios a Épila para facilitar su puesta en marcha.

Vertical

Instalaciones del centro de BonÀrea en Épila (Aragón)

LV / Colaboradores

El municipio aragonés guarda muchas similitudes con Guissona. Está al lado de una carretera nacional, en una zona casi desértica, dura, donde la gente, como les gusta decir a ellos mismos, “hace más que habla”. Lo rodean casi 28.000 hectáreas de explotaciones agrícolas y 70 explotaciones ganaderas que bien se podrán beneficiar de la llegada del grupo leridano. Como destacó el propio consejero delegado, bonÀrea cuenta ya con un numeroso grupo de socios ganaderos aragoneses, principalmente de la provincia de Huesca.

El macro complejo de Épila tendrá una capacidad un 60% superior al de Guissona; desde él se podrán abastecer hasta 1.000 tiendas

De momento, la compañía ha invertido en el complejo aragonés 223 millones de euros, de los que 18 millones se han ejecutado este 2025. Se trata de un macro centro de 180 hectáreas de superficie, aún en desarrollo, que hoy en día ya abastece 130 establecimientos del grupo en Aragón, Madrid, Navarra y La Rioja. Aún así, una vez esté completado –no hay una fecha fija aún- podrá dar servicio a unas 1.000 tiendas. La capacidad máxima prevista es un 60% superior a la de Guissona. En la actualidad, el complejo de la Segarra surte más de 600 comercios.

La instalación ya tiene en funcionamiento el almacén logístico y la planta de frutos secos. Y para este 2026 comenzará a funcionar la de lácteos y líquidos y la de alimentos para mascotas. A medida que su red comercial crezca y el centro de Guissona llegue al límite operativo, Épila irá ganando plantas y funciones, como un matadero, elaboración de productos cárnicos o un secadero de jamón.

Es, pues, el gran salto de bonÀrea para conquistar la distribución en el resto de España, con un modelo único que integra la producción de alimentos con la venta en una red de tiendas propia, sin intermediarios. Con él experimentarán además un crecimiento sustancial del volumen de negocio. Si con la capacidad actual facturan casi 2.700 millones, Épila podrá multiplicar las ventas.

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