El suelo es el principal sumidero de carbono del mundo, con una capacidad de almacenaje de más del doble que toda la vegetación del planeta, incluidos árboles y pastos. Tanto es así que la iniciativa francesa 4 por 1.000 sostiene que, si los suelos agrícolas del mundo aumentaran sus reservas de carbono en apenas un 0,4% al año, podrían compensar casi todas las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. Además, de ellos dependen la alimentación y la regulación de los ciclos del agua. Sin embargo, únicamente un suelo sano puede cumplir con estas funciones porque, cuando están degradados, no solo no sirven para la producción de alimentos y la regulación de los ciclos del agua, sino que liberan gases de efecto invernadero a la atmósfera.
A pesar de su importancia, el suelo bajo los pies de la población mundial es una gran infraestructura olvidada y está en peligro. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura estima que el 33% de los suelos están degradados. Catalunya no está a salvo. El 30% del territorio (el 41% en el caso español) está en proceso de desertificación, según el primer atlas de la desertificación en España. Los principales responsables son las actividades agrícolas, ganaderas y el turismo.
Hasta 1.000 años puede suponer producir apenas dos o tres centímetros de suelo
“La desertificación del suelo se produce cuando las tierras fértiles se vuelven áridas e improductivas debido a la pérdida de vegetación derivada de prácticas agrícolas insostenibles y de la degradación del suelo, principalmente causada por el sobrepastoreo, la deforestación y la mala gestión del agua”, explica Praveena Sridhar, directora de ciencia y políticas del movimiento Save Soil (salvemos el suelo en inglés). Sridhar añade que el cambio climático acentúa el proceso: “El calentamiento global aumenta las tasas de evaporación, lo que acelera el proceso de desecación y provoca cambios en los patrones de precipitación, con una disminución de las precipitaciones o aumento de las lluvias extremas e intensas que arrastran la capa superficial del suelo”. “La situación de España es especialmente preocupante”, señala la portavoz de Save Soil. “Si bien la desertificación es un problema mundial –continúa la experta–, España se considera uno de los países europeos con mayor riesgo, lo que hace que su caso sea especialmente urgente”.
La información del atlas se ha dado a conocer pocos días antes del día mundial del Suelo, que se celebra cada 5 de diciembre. Bajo el lema “Suelos sanos para ciudades saludables”, este año la conmemoración llama a gobiernos y ciudadanía a replantear la planificación urbana desde el suelo para impulsar ciudades más verdes, resilientes y saludables. Fuera de las ciudades, la experta de Save Soil indica que la solución pasa por “enfoques como la agricultura regenerativa, la agroforestería y el pastoreo controlado, que ayudan a los suelos a recuperar su fertilidad y capacidad de retención de agua”.
El 30% del territorio catalán está en proceso de desertificación, según el primer atlas de la desertificación en España
Desde el Centre d’Investigació Ecològica i Aplicacions Forestals ponen el foco en la necesidad de proteger las plantas de raíces profundas por ser “las guardianas desconocidas de las tierras áridas”. Estas ayudan a fijar la tierra, protegiendo grandes extensiones de terreno de la erosión. Algunas especies también reducen la velocidad del viento, fijan las dunas y acumulan partículas finas que mejoran la estructura del suelo. Y, finalmente, facilitan el acceso al agua a otras especies que no tienen raíces tan potentes.
A pesar de todas estas evidencias, SaveSoil se lamenta de que la salud del suelo sigue estando en gran medida ausente en los planes climáticos nacionales presentados por los países en la pasada COP30. Catalunya y España sí tienen en cuenta la salud del suelo en sus planes, si bien “aún no le han otorgado la misma importancia estratégica que otras prioridades de mitigación como la energía, el agua o los bosques”, opina Sridhar.
Hongos y bacterias al rescate del suelo
Descontaminar suelos afectados por hidrocarburos como el petróleo inyectándoles hongos y bacterias. Esta es la propuesta que el centro tecnológico Eurecat llevará a cabo en el marco del proyecto europeo Life InBioSoil, que se basa en el uso de microorganismos para degradar los contaminantes del suelo. Con esta solución, que permite operar in situ, Eurecat prevé conseguir una reducción de hasta un 85% de contaminantes.
