La gran batalla por el dinero del futuro

En portada: el control de los pagos

El BCE, los bancos y las ‘big tech’ pugnan por los pagos digitales entre temores de pérdida de soberanía nacional y de la competencia de las monedas privadas

FRANKFURT AM MAIN (Germany), 18/12/2025.- European Central Bank (ECB) President Christine Lagarde addresses a press conference following the meeting of the ECB Governing Council in Frankfurt am Main, Germany, 18 December 2025. (Alemania) EFE/EPA/RONALD WITTEK

El Banco Central Europeo (BCE) trabaja en el lanzamiento del euro digital 

RONALD WITTEK / EFE

Algo tan cotidiano como pagar en una tienda o a un particular ha dejado de ser aburrido para los encargados de organizar toda la tramoya que lo permite. Si ya hay en marcha una revolución digital en torno al dinero, lo que llega ahora es una auténtica batalla entre grandes intereses económicos por dominar los pagos, mezclada con elementos geoestratégicos y preocupaciones sobre la pérdida de soberanía nacional. El Banco Central Europeo (BCE), los bancos convencionales y los gigantes estadounidenses pugnan con visiones contrapuestas por el modelo del futuro. ¿Quién guiará el dinero cuando quede casi del todo digitalizado? ¿Están dispuestos los bancos centrales a perder el control del más elemental de los monopolios, el de la moneda?

La historia reciente del futuro del dinero comenzó en realidad en el 2019, cuando Facebook anunció el lanzamiento de una moneda propia, Libra. Antonio Castelo, analista de iBroker, recuerda el episodio. “La idea era muy ambiciosa, una especie de moneda privada global con miles de millones de usuarios”. Sin embargo, las autoridades europeas detectaron al momento varios riesgos: pérdida de soberanía monetaria, inestabilidad financiera y un control exógeno de los datos. El resultado fue una “presión regulatoria muy fuerte” y el fracaso del proyecto. La “moneda privada de escala masiva” había nacido como concepto, pero quedaría desde entonces fuertemente regulada.

Los expertos tienen acuñado el término “raíles” de pago y no ven por ahora un claro ganador

Sin embargo, aquella primera ofensiva de un gigante tecnológico fue solo el comienzo. Conforme avanza la digitalización y cunde el temor a la pérdida de soberanía nacional, es ahora el Banco Central Europeo el que se lanza al ataque. En una conferencia, el economista jefe del BCE, Philip Lane, usaba la expresión “niveles alarmantes” para describir la dependencia europea de proveedores extranjeros en el mundo de los pagos. Se refería a Visa o MasterCard, que dominan el 65% de los pagos con tarjeta en la zona euro, y también a tecnológicas como Apple Pay, Google Pay o PayPal. “Esta dependencia expone a Europa a riesgos de coerción”, afirmó. Otros cuadros relevantes del BCE, incluido su vicepresidente, Luis de Guindos, llevan tiempo insistiendo en este asunto. El dinero es demasiado importante para dejarlo en manos de desconocidos.

Este discurso del BCE se está materializando en el euro digital, un proyecto que hace años provocaba bostezos y que ahora, en el nuevo contexto geoestratégico, desata pasiones. Esta nueva moneda virtual tiene el marchamo de muro de contención frente a la amenaza de potencias extranjeras. Será algo así como un monedero particular con dinero electrónico para que las personas puedan hacerse pagos entre sí o en los comercios. En octubre, el Eurosistema decidió dar un paso más e iniciar la preparación técnica. Si se cumplen los planes, en el 2026 habrá una legislación, en el 2027 se lanzará un piloto y en el 2029 comenzará la actividad.

Apple o PayPal trabajan la “identidad de interfaz” y las ‘stablecoins’ ligadas al dólar

“Desde hace tiempo el mundo de los pagos dejó de ser un medio para convertirse en un negocio en sí mismo”, indica Álvaro Casado, socio de FS Strategy de KPMG. A eso se suma que “empiezan a aparecer nuevos modelos de diseño”, para los que las grandes potencias se están posicionando. Es el caso de Europa, que trabaja en incorporar los pagos al concepto de “soberanía estratégica” con varias iniciativas clave, entre ellas el euro digital. El BCE trabaja para lanzar el euro digital desarrollando una nueva infraestructura tecnológica. Es uno de los “nuevos raíles” en liza.

La iniciativa del BCE contra los gigantes estadounidenses no gusta a los bancos tradicionales, que pueden perder su función de intermediarios en los pagos entre cuentas corrientes. Desde ING califican de “histórico” el actual momento y consideran que la “fragmentación” resulta contraproducente. El efecto del euro digital puede ser, según dice, que “los pagos acaben siendo más caros para todos”. Algunas de las mayores entidades del continente ya han remitido una carta al BCE para que reconsidere el euro digital.

Los bancos critican la iniciativa del euro digital y presentan el modelo Bizum como la mejor solución

Uno de los debates clave en torno al euro digital es el importe máximo del que podrá disponer el usuario. Otro está relacionado con su funcionamiento en modo offline, lo que puede resultar muy útil ante una crisis como un apagón. Un tercero tiene que ver con las fuertes inversiones que los bancos deberán afrontar para canalizar los pagos desde el euro digital a las cuentas corrientes y viceversa. Las estimaciones apuntan a cerca de 4.000 millones de euros, según PwC.

Los bancos no se quedan atrás y han abierto dos grandes frentes. El primero consiste en la creación de stablecoins , para lo que ya hay dos grandes consorcios en marcha, con Santander y CaixaBank integrados en ellos. El BBVA ha decidido trabajar en su propio proyecto. El segundo es más concreto y consiste en el modelo de pagos instantáneos y gratuitos de Bizum, que aspira a adquirir carácter paneuropeo integrando a los operadores nacionales, lo que el BCE no ha logrado.

Fuentes de una gran entidad europea sostienen que “la interoperabilidad de los diferentes sistemas de pago europeos, como Bizum en España, es una solución soberana que permitirá reducir la dependencia de operadores extranjeros”. Bizum, dicen, resolverá el problema que el BCE quiere solucionar. Otra cosa es que el banco central se conforme con que se haga desde el sector privado.

En esta batalla a tres bandas, los operadores americanos no se dan por vencidos. Ni Visa ni MasterCard renuncian a potenciar sus “raíles” ni las big tech se contentan con un papel secundario. Los primeros refuerzan sus operaciones tradicionales entre cuentas corrientes. Los segundos intentan ganar lo que los expertos llaman “identidad de interfaz”. Ante las resistencias regulatorias a la emisión de monedas digitales, hacen acto de presencia en el momento del pago con varias soluciones tecnológicas.

El banco central carga contra la “alarmante” dependencia de los operadores americanos

Las grandes tecnológicas tienen disponibles sus propios “raíles” en forma de stablecoins ligadas al dólar, como el token creado por PayPal, PYUSD. También trabajan los ecosistemas de pago cerrados en torno a móviles, wallets y plataformas. Monedas de uso restringido. Bruselas tiene una respuesta regulatoria para todas estas ideas, llamada MiCA (Markets in Crypto-Assets Regulation) que desde junio del 2024 pone a raya los criptoactivos.

¿Quién ganará la batalla? A la espera de que el BCE materialice su solución pública, Castelo cree que “más que un único ganador, lo más probable es la configuración de un modelo de convivencia regulada”. El “botín” será también “el control de los datos y la relación con el usuario”. Desde KPMG, Casado pronostica que “convivirán diferentes formas de dinero para muchas formas de uso”. Es posible que en algunos casos el usuario no sea consciente del “raíl” que está utilizando. Cada actor, indica otra fuente, tendrá su papel: el BCE pondrá el dinero que garantice la soberanía monetaria, los bancos tienen opciones para dominar la infraestructura y los operadores americanos serán los reyes de la experiencia del usuario.

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