En el museo y parque temático que Japan Rail –la empresa nacional de ferrocarriles– tiene en Nagoya, un simulador permite a los visitantes conducir un shinkansen (tren bala) a 320 kilómetros por hora, pasando las estaciones a la velocidad del rayo, una experiencia que desata los latidos del corazón y pone los pelos de punta. Pero 320 kilómetros por hora es como ir a cámara lenta en comparación con el proyecto que hay en marcha.
No es un proyecto sencillo, por la cantidad de túneles y viaductos que hay que construir y las consideraciones medioambientales, ni tampoco barato. Japón emprendió hace doce años el camino para que un maglev (tren que funciona por levitación magnética) fulminara en apenas una hora los quinientos kilómetros que separan Tokyo de Osaka. Su entrada en funcionamiento (que estaba prevista para el 2027) se ha retrasado una década, y el coste se ha desatado hasta once trillones de yenes (60.000 millones de euros, el doble de la cantidad originalmente estimada).
Se ha dado el caso de un conductor que ha pedido perdón por llegar un minuto antes
Por el momento se han realizado ya pruebas en el tramo entre la capital y la ciudad de Nagoya, cubriendo los 286 kilómetros en cuarenta minutos, y los periodistas que las han presenciado aseguran que si uno pestañea un segundo, el convoy de siete vagones ha pasado como una exhalación sin que uno se diera cuenta, como un coche de Fórmula 1 en el circuito de Montmeló. A modo de comparación, la velocidad máxima que alcanzará el tren británico de última generación HS2, entre Londres y Birmingham, será de 400 kilómetros por hora.
Más de 500 trenes bala (uno cada pocos minutos) cubren cada día la ruta Tokyo-Osaka
Para recuperar la inversión, Japón cuenta con vender la tecnología de levitación magnética a otros países, entre ellos Estados Unidos, para la ruta Washington-Filadelfia-Nueva York-Boston, así como a la India, Brasil, Vietnam, Canadá y Australia, aunque no le resultará sencillo. Una de las claves para la rapidez de estos trenes es que sus vías son exclusivas y no las comparten con otros más lentos de pasajeros o de mercancías.
Un tren bala 'shinkansen' pasando por el distrito de Shimbashi, en Tokio
Tal y como están las cosas ahora, el objetivo es inaugurar el tramo del Shinkansen Chuo (así se llamará la ruta) entre Tokyo y Nagoya en el 2027, y entre Nagoya y Osaka diez años más tarde mejorando aún más las comunicaciones en lo que es una gran zona metropolitana de quinientos kilómetros, como si todo el recorrido del AVE entre Barcelona y Madrid estuviera urbanizado, casas y casas, fábricas y fábricas, sin ningún campo entre medias. Dado el elevado precio de la vivienda en la capital, con el nuevo tren un mayor número de personas podrán vivir a considerable distancia, donde los alquileres son más baratos, e ir y venir cada día de casa al trabajo.
Una combinación de electroimanes en las vías y electroimanes superconductores en el tren, que se repelen mutuamente, hacen que el convoy, cuando alcanza una velocidad suficiente, levite cuatro centímetros por encima de la superficie, eliminando la fricción y haciendo posible un desplazamiento más rápido. Eso es a grandes rasgos la tecnología maglev , que también se utiliza en China y Corea del Sur. La mayor parte del recorrido será bajo tierra o a través de túneles, un factor clave en la multiplicación de costes.
La aportación anual del ‘shinkansen’ (el tren bala japonés) a la economía nipona es de 3.000 millones de euros
En Japón, los shinkansen (trenes bala) operan con una frecuencia similar a la del metro, con salidas desde estaciones como Tokyo, Osaka, Kyoto, Nagoya o Fukuoka cada pocos minutos. Entraron en funcionamiento en 1964, previamente a las olimpiadas de ese año. En la actualidad transportan más de medio millón de pasajeros al día, con una puntualidad exquisita y un promedio de retraso en toda la red de 24 segundos por convoy, teniendo en cuenta las perturbaciones por terremotos, temporales y otros fenómenos meteorológicos. Se ha dado el caso de un conductor que pidió disculpas por la megafonía por llegar a destino un minuto antes de tiempo, dado que ello podría perturbar los planes de los pasajeros.
Más de quinientos trenes bala hacen diariamente el recorrido entre Tokyo y Osaka, habiéndose ganado tiempo con la desaceleración a la entrada de las estaciones y la limpieza de los vagones para robar unos segundos aquí y otros allá. La aportación anual del shinkansen a la economía nipona es de unos tres mil millones de euros.
