España ha entrado esta madrugada en el horario de invierno. “A las tres serán las dos”, reza la frase que acompaña un cambio que en el bolsillo ni se va a notar. Con el debate servido un año más, opacado por la falta de grandes conclusiones, los datos apuntan en todo caso que el ahorro en el hogar es mínimo.
Un cálculo del comparador Roams detalla que el ahorro medio en la factura con el horario de invierno, que se extenderá 154 días, será de unos 3 euros en total. El cálculo parte de una vivienda con tres habitaciones y un mix de bombillas led y halógenas. La variación es mínima en función de la factura. Con una fija el ahorro será de 2,77 euros, y en una con discriminación horaria de 3,25 euros.
Las cifras han ido a menos con el pasar de los años, explica Sergio Soto, experto en energía de Roams. “El impacto actual es prácticamente simbólico por varios factores: los avances en eficiencia energética, la proliferación de las bombillas led y los electrodomésticos de bajo consumo”, repasa. Como los nuevos aparatos y bombillas ya son eficientes, el ajuste de la hora no afecta tanto. Además, los cambios de hábitos como el impulso del teletrabajo, la digitalización y el uso continuo de aparatos electrónicos en casa “reducen el margen de ahorro que puede generar una hora más o menos de luz natural”. La reducción del 0,1% del consumo anual que estimaban estudios de hace años “es una cifra hoy incluso menor”, apunta Soto.
Con el cambio de hora, en casa se gana por un lado y se pierde por otro. Javier Martínez, portavoz de energía del comparador Kelisto, explica que el uso de la calefacción se incrementa porque anochece antes, lo que compensa el posible ahorro de la iluminación. “Los expertos e instituciones que han estudiado el asunto coinciden en que faltan datos para señalar con certeza a una dirección o la contraria”, relata sobre el debate del ahorro. La geografía, la meteorología o el comportamiento del usuario hacen que se gaste más o menos.
En este sentido, más que una factura en el mercado fijo o regulado (PVPC), Soto explica que lo determinante es si permite aprovechar los tramos más baratos. “Dependerá de si la tarifa tiene tramos horarios o discriminación y de si el consumidor adapta su uso en consecuencia”, expone. Siguiendo esta idea, en Kelisto creen que la estructura del mercado regulado, con precios por hora, puede dar más margen de ahorro al haber “grandes diferencias entre las horas caras y las baratas en los últimos meses”. “El cambio de hora puede ayudar a evitar los consumos entre las 8.00 y las 10.00 de la mañana, pero hay que tener cuidado con las horas caras de 18.00 a 22.00”, detalla Martínez, sobre todo con la mira en la calefacción eléctrica. Para estos supuestos, llama a programar las estufas para que caldeen la vivienda a mediodía, más barato. Según sus cálculos, la calefacción de octubre a marzo encarece un 10%-20% la factura.
El trabajo a distancia, la digitalización o el mayor uso de aparatos minimiza el margen
La zona en la que se viva también tiene impacto en los hábitos con el cambio de hora. El sol saldrá antes en Girona que en Pontevedra, por lo que en la mañana las familias gallegas tendrán que tirar más de encender la luz, con mayor gasto. Pero es algo que se acaba compensando al final del día, porque en el este anochecerá antes. “Compensa el gasto eléctrico entre unas y otras zonas”, concluyen en Roams.
Parte del debate se centra en qué horario dejar, si el de verano o el de invierno, si se elimina el cambio de hora. Es otro punto donde falta evidencia para decantarse. “Nos inclinamos por el de invierno... aunque con dudas. Con él en verano podríamos lograr una bajada de temperaturas más temprano que ayude a no poner el aire acondicionado. Pero varía mucho según la zona geográfica y el perfil del consumidor”, expone Martínez.


