La inagotable paciencia china

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La inagotable paciencia china
Analista sénior de Estrategia de Mercados de Banca March

Las negociaciones se enquistan y el teléfono deja de sonar, mientras el tiempo apremia y las cadenas de producción comienzan a tensionarse. De América hasta Asia, pasando inevitablemente por las grandes automovilísticas europeas, se suceden las advertencias. Los controles a las exportaciones de “tierras raras” que ha implementado China en respuesta al Liberation Day de Trump, están poniendo en riesgo el abastecimiento de suministros, paralizando la producción y terminarán elevando la inflación.

En China no negocian con el ímpetu y el estruendo de Trump. Aplican los principios del maestro Confucio y son mucho más pacientes. No solo han respondido a EE.UU. con la misma moneda –incrementando sus propios aranceles–, sino que también han comenzado a aplicar controles a las exportaciones de “tierras raras”, un grupo de 17 elementos singulares que se encuentran de manera abundante en la corteza terrestre, pero cuya extracción y refino está dominada por el gigante asiático, que produce el 70 % del total mundial y concentra el 37 % de las reservas.

En China no negocian con el ímpetu y el estruendo de Trump. Aplican los principios del maestro Confucio y son mucho más pacientes”

También están restringiendo envíos de bienes terminados, como son los potentes imanes de “tierras raras”, esenciales para la producción de vehículos eléctricos, electrónica de consumo y sistemas de defensa militar, de los que China aglutina el 90% de la producción.

Este tipo de controles a las exportaciones, que suponen una herramienta de presión fundamental para China, le ofrecen ciertas ventajas frente a los aranceles, al permitirle tensionar gradualmente las cadenas de producción extranjeras sin causar un daño tan intenso en su propia industria. Asimismo, evitan tener que soportar una subida inmediata de la inflación por mayores precios de importación.

Ahora bien, llegados a este punto y una vez que se ha consumido ya la mitad del tiempo de la tregua comercial, la presión para alcanzar acuerdos irá en aumento para ambas economías. Si China no relaja los controles de exportación sobre las “tierras raras” y con ello dinamita las negociaciones comerciales, se enfrentaría a partir del 11 de agosto a unos aranceles estadounidenses del 145 %. Niveles económicamente insostenibles y que significarían de facto un embargo a las importaciones, poniendo directamente en riesgo 2,8 % del PIB de China y arrastrando su importante industria a una recesión.

Llegados a este punto y una vez que se ha consumido ya la mitad del tiempo de la tregua comercial, la presión para alcanzar acuerdos irá en aumento para ambas economías”

En Estados Unidos, la presión llegará tanto por las ya evidentes dificultades en las cadenas de producción como por el aumento de la inflación. De media, el 63 % de los bienes importados desde China se destinan al consumo final y el resto son bienes intermedios. Empresas tan simbólicas como Ford se han visto obligadas a detener la producción por falta de suministros y, por otro lado, las cifras de IPC que conoceremos el próximo miércoles mostrarán el primer repunte del año de la inflación. Un aumento que vendrá explicado por un tensionamiento de los precios de los bienes, lo que impactará en mayor medida en la inflación subyacente que se alejará de los objetivos de la Fed, aplazando así posibles bajadas de los tipos oficiales.

Atravesamos una tregua, pero la incertidumbre comercial volverá y, con ello, la volatilidad de las bolsas. Como vimos en abril, la mejor manera de afrontar este periodo es no precipitarse ni sucumbir a la presión, pero tampoco cantar victoria antes de tiempo. En un entorno tan volátil como el actual, lo mejor es aplicar una de las grandes enseñanzas de Confucio: “el que no tiene paciencia ante pequeñas dificultades fracasa ante grandes problemas”.

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