Ya estaba todo escrito. Literalmente. Peter Thiel dejó constancia de su visión del mundo en un libro que se publicó hace diez años, De cero a uno (Gestión 2000). No cree en la competencia, porque quema mucha energía, lleva a la imitación y a medio plazo solo crea conflicto y catástrofe, ya que consume recursos que son escasos. La solución, en su opinión, es el progreso vertical de la tecnología, los monopolios creativos que permiten planificar a largo plazo. Los ingenieros tienen que tomar la delantera a los banqueros y los abogados. Hacen falta fundadores de un nuevo orden, que se asemejan a monarquías feudales, pero son los únicos capaces de llevar a cabo los avances en la sociedad. ¿Les suena familiar?
Peter Thiel, hijo de emigrantes alemanes, criado en Sudáfrica, era el jefe de una banda (algunos utilizan la palabra mafia) de hombres con pasión por la tecnología que fundaron a finales de los noventa el sistema de pagos electrónicos PayPal. De este grupo de tekkies nacieron después, tras una venta millonaria, las columnas de la Silicon Valley que conocemos hoy (Linked In, YouTube, Tesla). Thiel, de los primeros en invertir en Facebook y en Mark Zuckerberg, cofundó Palantir, firma que proporciona software para el Pentágono (el Estado deja de ser un estorbo cuando se convierte en cliente).
El empresario ha publicado en el Financial Times un texto en el que invoca un nuevo régimen capitalista
Hoy este empresario ha vuelto a estar de actualidad (¿alguna vez ha dejado de estarlo?) porque ha sido el avalador del ascenso político del actual vicepresidente de EE.UU., J.D. Vance y es el ideólogo en la sombra de la plutocracia tecnológica que asciende en la Casa Blanca. Hay que recordar que Thiel, además de empresario con un patrimonio multimillonario, estudió leyes y filosofía y se ha inspirado en el filósofo francés de la Universidad de Stanford René Girard, autor de la teoría del deseo mimético: “El hombre es la criatura que no sabe qué desear y que recurre a los demás para tomar una decisión. Deseamos lo que otros desean porque imitamos sus deseos”. Dicen que de este concepto salió el botón ‘me gusta’ y se plantó la semilla teórica de la polarización en las redes sociales. Thiel entiende que la propensión a la violencia ligada a la rivalidad mimética solo puede limitarse elevando a uno o varios sujetos muy por encima de los demás (imaginamos quiénes pueden ser estos sujetos).

Peter Thiel
Max Chafkin, autor de una biografía no autorizada sobre este empresario, asegura que Thiel “es un tipo peligroso”. El que fue padre de PayPal, basándose en lo ocurrido en la Sudáfrica posapartheid, llama ahora en el Financial Times a una campaña de “reconciliación” que solo puede ser posible ante la “revelación” de las tramas de la anterior administración, asimilada al ancien régime de Francia, con la complicidad de agencias estatales, medios de comunicación, universidades y oenegés que, a su juicio, han “delimitado” la circulación del libre pensamiento. En este contexto, se entiende cuando Thiel sostiene que “los monopolios mienten para protegerse” de este ambiente, que él considera hostil.
Alérgico al capitalismo woke y a las reglas en general (llegó a a financiar una fundación para que los estudiantes abandonen la universidad) ya planteó hace años, en su obra The Straussian Moment (El momento straussiano), que en un mundo post 11-S la única manera de preservar la democracia era a costa de la libertad. Thiel también publicó un ensayo breve titulado The Education of a Libertarian (La educación de un libertario), en el que criticaba la intervención estatal después de la Gran Recesión del 2009. “Quisiera vivir en un mundo donde no hubiera política”, declaró.
Para Thiel, “el futuro exige ideas nuevas y extrañas”. Las suyas, sin lugar a dudas: “La IA demuestra que la gente no cree en la racionalidad y el intelecto y que prefiere creer en las máquinas ”, afirma, y añade que “las criptomonedas representan la vía de escape”. Dice que ha leído El Señor de los Anillos diez veces, y que le encanta porque no hay gobiernos sino héroes inmortales, y él mismo sueña con crear un fármaco para la inmortalidad o colonizar océanos para fundar ciudades.