Las graves amenazas al imperio Musk

Empresas y tecnología

El hombre más rico del mundo se ha descentrado; sus competidores sacan partico y quieren desbancarlo

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Musk escucha a Donald Trump mientras este se dirige a la prensa ante un Tesla en la Casa Blanca 

Kevin Lamarque / Reuters

Hasta hace poco, Elon Musk no tenía ninguna necesidad de mirar hacia atrás por encima del hombro. En una ocasión, dijo que la competencia de Tesla, su compañía de vehículos eléctricos, era la “enorme riada de coches de gasolina que salen todos los días de las fábricas del mundo” y no el “pequeño goteo” de los otros fabricantes de vehículos eléctricos. SpaceX, su compañía de cohetes, ha rebajado tanto los costes y se ha burlado tanto de las grandes empresas aeroespaciales tradicionales que casi ha desarrollado un aura de invencibilidad.

Ahora bien, si Musk logra alejarse de la embriaguez que le produce desmantelar el aparato público estadounidense, quizás se dará cuenta de algo. No se trata solo de que las tormentas de fuego que ha provocado en este año en el mundo de la política estén chamuscando las marcas de sus empresas. Es también que las dos compañías que sustentan su imperio empresarial (y que representan alrededor del 90% de su valor y probablemente todos los beneficios) se enfrentan a una competencia cada vez más reñida. El hombre más rico del mundo se ha descentrado y ahora tiene una diana en la espalda.

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Empecemos por SpaceX. El año pasado, fue responsable de cinco de cada seis lanzamientos de naves espaciales llevados a cabo en todo el mundo. A través de su división Starlink, posee el 60% de los satélites que se encuentran en el espacio. En diciembre, vendió acciones valoradas en 350.000 millones de dólares, dos tercios más que su nivel anterior. Starlink, el principal motor de los beneficios, está en vías de generar este año más de 11.000 millones de dólares de ingresos y 2.000 millones de dólares de flujo de caja libre, según Chris Quilty, de la consultora Quilty Space.

Sin embargo, las explosivas intervenciones de Musk están alarmando ahora a los clientes de SpaceX en un momento en que sus rivales son cada vez más capaces. Las amenazas intermitentes de poner fin al apoyo de Starlink a Ucrania han planteado la difícil cuestión de la confianza. Los políticos europeos se preguntan si Musk será un proveedor fiable a largo plazo de comunicaciones estratégicas por satélite. La búsqueda de alternativas ha contribuido a multiplicar por más de tres el precio de las acciones de Eutelsat, propietaria francesa de OneWeb, que presta servicios por satélite a empresas de banda ancha.

El cohete Falcon 9 de SpaceX y la nave espacial Dragon se lanzan desde el Complejo de Lanzamiento 39A en el Centro Espacial Kennedy de la NASA.

Lanzamiento de un Falcon 9 de SpaceX 

Brandon Bell/Getty Images/AFP

Ningún proveedor europeo se acerca a los 7.000 satélites que Starlink tiene en órbita baja. (Eutelsat sólo tiene 600.) Ninguno es capaz tampoco de competir en precio. Como dice Simon Potter, de la consultora espacial BryceTech, por ahora los temores son “más ruido que otra cosa”. Sin embargo, Starlink podría enfrentarse pronto a la importante competencia del Proyecto Kuiper de Amazon, que pretende poner más de 3.000 satélites en órbita baja y crear una red espacial de banda ancha. Si lo consigue, algunos clientes de fuera de Estados Unidos podrían decidir que confían más en un producto de Amazon que en uno del veleidoso Musk.

Jeff Bezos, fundador de Amazon, también está pisando el acelerador en el negocio de los lanzamientos con Blue Origin. La compañía de cohetes es independiente del Proyecto Kuiper, pero tiene contratos para poner en órbita muchos de sus satélites. En enero, el cohete New Glenn de Bezos alcanzó la órbita en su primer intento. Si Blue Origin logra repetir viajes con éxito por medio de cohetes reutilizables, podría convertirse en un serio competidor de SpaceX. También sucedería lo mismo con Rocket Lab, el rival más cercano de SpaceX por número de lanzamientos, que tiene previsto estrenar este año su nuevo cohete Neutron.

Las empresas de Musk lideran el negocio espacial, pero los clientes potenciales las ven como un proveedor poco fiable; Amazon y otras pueden aprovecharlo

La amenaza para Tesla es mayor y más inmediata. Desde un máximo de 1,5 billones de dólares a mediados de diciembre, su valor de mercado ha caído a más o menos la mitad. Grupos de activistas han organizado piquetes en los concesionarios de Tesla en Estados Unidos y Europa para protestar contra el comportamiento de Musk. Ahora bien, ocurre que los republicanos también son compradores de Teslas. Y las protestas son sólo una parte de la historia.

Como en el caso de SpaceX, la competencia de Tesla se acelera. De hecho, la ventaja de la compañía en el mercado de los vehículos eléctricos ya se estaba reduciendo antes de que Musk empezara su cruzada antiburocracia. El año pasado, General Motors vendió un 50% más de vehículos eléctricos que en 2023, y ahora compite con el fabricante surcoreano Hyundai por convertirse en el segundo proveedor estadounidense de vehículos impulsados por baterías. Aunque Tesla sigue encabezando las ventas, el banco de inversión RBC Capital Markets, que también es inversor en Tesla, prevé que la cuota de ventas de la compañía se reduzca este año en Norteamérica hasta el 53%, frente al 68% de hace dos años. Los márgenes de beneficio se han estrechado a medida que la empresa reduce los precios para mantenerse por delante de sus rivales. La llamada a revisión en Estados Unidos de casi todos los Cybertrucks por problemas con el pegamento utilizado para fijar los paneles exteriores no va a suponer ninguna ayuda.

People participate in a protest against Elon Musk outside of a Tesla dealership in West Bloomfield, Michigan on March 13, 2025. US President Donald Trump's senior advisor Tesla CEO Elon Musk is leading the so-called Department of Government Efficiency (DOGE), which has cut thousands of government jobs and upended agencies, prompting numerous court challenges. (Photo by JEFF KOWALSKY / AFP)

Protesta contra Elon Musk 

JEFF KOWALSKY / AFP

En China, el mayor mercado automovilístico del mundo, el futuro parece aun más sombrío. BYD, el mayor rival de Tesla, tiene el 15% del mercado, más del triple que el fabricante estadounidense. En febrero, las ventas de Tesla en China cayeron un 49% interanual, mientras que las de BYD aumentaron un 161%. En parte, la atonía de Tesla quizás se debiera a que los clientes chinos esperaban la salida de su nuevo Model Y, disponible a partir de febrero. Pero BYD ha vuelto a adelantarse a Tesla. El 18 de marzo, presentó un sistema de carga que, según se afirmó, podía alimentar un vehículo eléctrico en cinco minutos, la mitad del tiempo que necesita la infraestructura de carga de Tesla. Algunos expertos calificaron ese anuncio como el “momento DeepSeek” del sector automovilístico.

BYD también ha arrojado la duda sobre otra parte del atractivo de Tesla: la tecnología sin conductor. El sistema de asistencia al conductor de Tesla, que la marca denomina de modo exagerado conducción autónoma total (FSD), es lo que otros llaman conducción autónoma de nivel 2, una automatización parcial en la cual los conductores deben mantener las manos en el volante y no dejar de prestar atención. Los directivos de Tesla consideran que la próxima etapa en el empeño de la empresa por revolucionar el transporte es el paso a los niveles 4 y 5, es decir, la automatización alta y total de la conducción. Tom Narayan, de RBC Capital Markets, atribuye casi tres cuartas partes de la valoración que hacen de Tesla a la esperanza de que desarrolle flotas de robotaxis de bajo coste (sin pedales ni volante), algo que fagocitaría la economía de los vehículos de transporte con conductor (VTC).

El valor de Tesla ha caído de forma espectacular y sus competidores pisan el acelerador, sobre todo los chinos

Sin embargo, a finales del mes pasado, BYD sorprendió al sector automovilístico con el lanzamiento sin coste adicional de una avanzada tecnología de asistencia al conductor, denominada Ojo de Dios. El anuncio coincidió casi exactamente con el lanzamiento por parte de Tesla de una versión china reducida con FSD que cuesta unos 9.000 dólares más por coche (más o menos lo mismo que el vehículo más barato de BYD). La estrategia de precios de BYD, junto con los avances tecnológicos de los fabricantes tradicionales, ha llevado a algunos analistas de Wall Street a recortar sus previsiones a largo plazo para Tesla. “En China, Tesla ya no marca el ritmo. El ritmo le viene impuesto”, afirma Tu Le, de la consultora Sino Auto Insights.

Musk sigue teniendo cartas en la mano. El enorme cohete Starship de SpaceX, aún en fase de pruebas, podría volver a transformar el negocio de los satélites con la puesta en órbita de constelaciones mucho más grandes que las lanzadas por el Falcon 9, el actual caballo de batalla de la empresa. Tesla espera un gran avance en robots humanoides en colaboración con xAI, la empresa de inteligencia artificial de Musk, que se ha convertido en una parte valiosa de su imperio. Se dice que está recaudando 10.000 millones de dólares con una valoración de 75.000 millones. Incluso X, el antiguo Twitter, parece haber recuperado gran parte del valor que Musk le hizo perder cuando lo compró en 2022, quizás gracias a su participación en xAI. Según los informes, la red social acaba de recaudar dinero a un valor de empresa de unos 44.000 millones de dólares, el precio pagado en la compra.

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El 20 de marzo, Musk celebró una reunión improvisada para galvanizar al personal de Tesla. Declaró que de las líneas de producción de la empresa pronto saldrían robotaxis, montados todos ellos en “menos de cinco segundos”, y que el año que viene se fabricarían 50.000 robots humanoides. La creencia de que Musk es capaz de alcanzar objetivos tan elevados es lo que ha impulsado los valores de sus compañías a cotas estratosféricas. Puede que Musk piense que el éxito obtenido hasta ahora le da derecho a una estancia temporal en el gobierno; sobre todo, si consigue eliminar algunas de las regulaciones que limitan sus ambiciones. Sin embargo, los competidores no desaprovecharán la oportunidad.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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