El anuncio de nuevos aranceles por parte de EE.UU. marca un punto de inflexión en el comercio internacional. Lejos de ser una medida aislada, refleja una tendencia más profunda: las normas del comercio mundial se están redefiniendo. Un nuevo contexto donde los países del Sur Global, y especialmente los Brics, quieren el protagonismo que les corresponde y donde los aranceles se convierten en una herramienta más dentro del nuevo escenario geopolítico.
Este cambio se enmarca en una transformación más amplia: el multilateralismo está cediendo terreno ante un mundo que seguramente se irá fragmentado en bloques. Crecen las relaciones bilaterales y los intereses estratégicos, mientras los acuerdos globales pierden peso. En este escenario, la geopolítica ya no es un telón de fondo: irrumpe con fuerza y condiciona directamente los mercados, las cadenas de valor y la estrategia de las empresas.
El flujo de intercambios aumentará dentro de los bloques y disminuirá entre bloques
La nueva realidad comporta una reorganización del comercio internacional. El flujo de intercambios aumentará dentro de los bloques y disminuirá entre bloques. Es difícil prever hasta dónde, pero Europa tiene que responder con visión y determinación. Desde la perspectiva de las empresas industriales internacionalizadas, hace falta una respuesta conjunta, firme e inteligente: Europa tiene que proyectar fortaleza y, al mismo tiempo, mantener abierta la vía del diálogo. Mientras tanto, las empresas ya están viviendo los efectos de esta nueva etapa. El mercado de Estados Unidos, estratégico para muchas de ellas, es especialmente exigente: cuesta entrar y todavía más consolidarse. Las que han hecho este camino no pueden verse penalizadas por decisiones repentinas. Su exposición al riesgo depende del sector y por eso las medidas de acompañamiento tienen que ser ajustadas a cada realidad. No valen soluciones genéricas.
Además, las repercusiones de los aranceles no se limitan a la relación directa con Estados Unidos También están alterando dinámicas con terceros países estrechamente vinculados con este mercado, como México o Alemania. Las cadenas de valor son globales, y cualquier movimiento de esta magnitud genera ondas expansivas.
Ahora bien, hay que poner la situación en perspectiva: el mundo no se acaba en Estados Unidos, y hay muchas otras oportunidades comerciales al alcance. De hecho, los datos nos muestran que exportamos casi al doble en Portugal que en Estados Unidos, y un volumen similar a Bélgica. Por todo ello, nos encontramos ante un momento clave para fortalecer el proyecto europeo. La historia nos ha enseñado que Europa da pasos decisivos en tiempo de crisis. Este es uno de esos momentos. Es hora de reforzar la industria, avanzar hacia una autonomía estratégica real y abierta y apostar decididamente por la innovación, la sostenibilidad y competitividad de nuestras empresas.
En definitiva: más Europa, más competitividad y, sobre todo, más industria.