Hacía tiempo que Lula no era el favorito de las grandes corporaciones y bancos de Faria Lima, el suntuoso distrito empresarial de São Paulo. Pero con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca se vuelven a valorar las famosos dotes de negociador pragmático del presidente brasileño.
Tras estabilizar en alguna medida la política interior después de la crispada presidencia de Jair Bolsonaro (2018-2022), Lula ya pretende rentabilizar el caos provocado por el nacionalismo económico de Trump. El plan: reforzar un eje de gigantes entre Brasil y China.
Las exportaciones de Brasil a EE.UU. tienen un arancel reducido del 10%, pero el acero está sujeto al 25%
Al declarar una guerra comercial contra China, Trump ha hecho un favor a las empresas exportadoras brasileñas, principalmente las del potente sector agroindustrial.
Un arancel estadounidense del 145% sobre las importaciones desde China provocó una respuesta rápida del gigante asiático, en torno al 125%. Si se mantienen, estos megaaranceles dejarán sin mercado a los productores de soja, maíz y algodón del llamado cinturón del maíz , en el Medio Oeste estadounidense. El principal beneficiario de esto será Brasil, que ya es el primer productor de soja y azúcar del mundo, número tres en maíz y, a la par con EE. UU., en carne de vacuno y pollo.
“Brasil tiene mucho que ganar con esta guerra comercial, especialmente si mantiene un aura de neutralidad”, dice Luiz Alberto Mechert, consultor de agroindustria en São Paulo.
Del ranking mundial Brasil es la décima economía del mundo, y el quinto país más grande en superficie, con una cuarta parte del agua dulce del planeta
Mientras Trump sigue con su política de amenazas y órdagos, Lula se prepara para una reunión con Xi Jinping en Shanghai el próximo 12 de mayo durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y China.
Brasil –la décima economía del mundo, y el quinto país más grande en superficie, con una cuarta parte del agua dulce del planeta– mantiene un déficit comercial con EE.UU. Gracias a ello, Trump solo le ha aplicado un arancel reducido del 10%, aunque las exportaciones de acero brasileño –el 50% de ellas destinadas a EE.UU.– están sujetas al 25%.
Brasil es el primer productor de soja y azúcar del mundo y el número tres en la producción de maíz
Por su parte, Brasil exporta más a China de lo que importa. El 37% de las exportaciones en dólares brasileñas se destinan a China frente al 11% a EE.UU. Puede ser la configuración comercial idónea para surfear la ola del proteccionismo de Trump.
Hace dos semanas se celebró también en Shanghai una cumbre empresarial que contó con la presencia de decenas de líderes empresariales brasileños y chinos, así como del ministro de Energía brasileño y la actual presidenta del banco de los Brics, Dilma Rousseff, ex jefa de Estado brasileña. Es posible que Xi Jinping y Lula vuelvan a verse en la cumbre de los Brics en Río de Janeiro a principios de julio y otra vez en la cumbre de cambio climático COP30 en la ciudad amazónica de Belém en septiembre.
Brasil cuenta con 210 millones de habitantes, por lo que Trump no puede subestimar su poder,dice el analista del CSIS en Washington Henry Ziemer
Once cancilleres de los Brics se reunieron en Río la semana pasada para preparar una posible respuesta conjunta a los aranceles de Trump en la cumbre de junio. Una de las medidas pactadas en esa reunión fue acelerar la creación de sistemas de pago alternativos al dólar, ya considerado aún más importante ante la posibilidad de una guerra financiera estadounidense en tándem con la guerra comercial. “Los ministros subrayaron la importancia del uso ampliado de monedas locales en la compensación comercial y financiera”, anunció en su resumen el canciller, brasileño Mauro Vieira, en Río.

Brasil es el primer productor de soja y azúcar del mundo .
Brasil y China pretenden dar el próximo paso en ambiciosos proyectos interoceánicos por carretera y ferrocarril que conectarían las zonas de producción de soja y otros alimentos en el centro-oeste del país con el puerto de Chancay, en la costa del Pacífico de Perú.
Otra ruta interoceánica conectaría Brasil por carretera con los puertos de Chile. Una tercera, enlazará Belém, en el Atlántico, con Chancay mediante una ruta de hidrovías y carreteras. Asimismo, la empresa china Cofco acaba de iniciar en el puerto de Santos (São Paulo), en el Atlántico, la construcción de una terminal para exportar soja, maíz y azúcar brasileños.
El 37% de las exportaciones en dólares brasileñas se destinan a China, frente al 11% que representa EE.UU, país con el que mantiene déficit comercial
Lula insiste en que Brasil mantiene una política de no alineamiento y “relaciones no exclusivas”, según el veterano gurú de política exterior Celso Amorim. A pesar de los proyectos de infraestructura interoceánica, Brasil no se ha sumado a la iniciativa de la Ruta de la Seda. Lula defiende un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur. Dado el compromiso de Lula por reindustrializar Brasil, las exportaciones a EE.UU. de los sofisticados aviones civiles y militares de la marca Embraer tienen más valor que el extractivismo agroindustrial.
Es más, “estamos un poco preocupados de que, debido a los aranceles de Trump, pueda llegar una ola de productos manufacturados chinos a precios muy bajos”, dijo un economista en el banco público BNDES. BYD, la multinacional china de vehículos eléctricos, ya gestiona una importante planta en São Paulo, y China ha establecido enormes plantas de producción de paneles solares. Pero el agresivo unilateralismo de Trump inevitablemente impulsará a Brasil hacia China.
Hasta 1980, EE.UU. estuvo dispuesto a aceptar la industrialización de la periferia del capitalismo. Ya no
Hasta la fecha, Trump no se ha mostrado preocupado por el eje China-Brasil. Pero, dada la paranoia imperante en Washington respecto a la presencia china en el hemisferio occidental, los proyectos estratégicos para conectar el Atlántico y el Pacífico pueden ser percibidos como un peligro para la seguridad de Estados Unidos. “Brasil va a ser un ganador con mayúsculas de los aranceles chinos a EE.UU.”, dijo en una entrevista a La Vanguardia Henry Ziemer, analista del Centro de Estudios Internacionales Estratégicos (CSIS) en Washington. “Hasta la fecha, eso ha pasado por debajo del radar en Washington, pero creo que pronto la Administración va a hacerle más caso”. Ziemer mencionó la terminal de cereales de Cofco en Santos como un posible motivo de una ofensiva de Trump contra Brasil siguiendo las presiones sobre Panamá.
Pero el poder de Washington ya no es lo que era en América Latina. Una cosa es intimidar al pequeño país centroamericano por contratar a empresas chinas en la gestión de puertos en el canal de Panamá. Otra sería sumar a Brasil, con 210 millones de habitantes, a la lista negra. “Trump sobreestima su poder”, dice Mechert. “Para Brasil, la amenaza de Estados Unidos es real, pero no tan grave como lo hubiera sido hace treinta años”.