Uno de los fenómenos desde el inicio de las subidas de tipos de interés en el 2022 que han pasado desapercibidos ha sido el fuerte incremento de deuda estadounidense en manos de inversores españoles. Es una tendencia que no llamaba la atención hasta que, desde hace unos meses, Donald Trump comenzó a manejar peligrosamente las finanzas de su país.
Según los últimos datos del Tesoro norteamericano, España tenía a fecha de pasado marzo 60.957 millones de dólares en deuda de EE.UU., un 125% más que hace tres años, justo antes del inicio de las subidas de tipos del BCE. En este tiempo, ha superado a países como Italia y se ha convertido en la economía desarrollada que más ha elevado en términos porcentuales la compra de esta deuda.
Con estas credenciales llegan los inversores españoles al momento actual, repleto de curvas. El consejero delegado de JPMorgan, Jamie Dimon, ha pronosticado “un crack en el mercado de bonos” mientras se multiplican las dudas acerca de los planes presupuestarios de Trump.
Desde el 2022, Japón, el primer acreedor foráneo del país, ha reducido un 8% su exposición, hasta 1,13 billones, mientras que China ha pasado del billón hace tres años a 779.318 millones ahora, un 25% menos. El gigante asiático está dejando de financiar a Estados Unidos y ya ha sido reemplazado por el Reino Unido como segundo mayor tenedor extranjero.
Fuentes financieras explican que la deuda en manos españolas es en su mayor parte privada, ya sea de bancos o de fondos que canalizan ahorros. Las subidas de tipos en la zona euro y las rentabilidades del bono estadounidense han abierto una oportunidad que ha entusiasmado a los bancos españoles. Fuentes de Economía indican que el Tesoro no tiene activos de este tipo.
La apuesta española coincide ahora con el aumento del riesgo país fruto de las políticas de Trump
La compra de deuda es un instrumento de poder y también un producto financiero sin riesgo salvo que el país, como ocurre ahora con Estados Unidos, haya emprendido una deriva incierta. Moody’s le ha retirado la triple A, y los bonos a 30 años tocan o rozan recurrentemente el 5%, el umbral psicológico establecido como punto de dolor para que Trump repiense sus medidas. Desde la crisis del 2008 no alcanzaba estos niveles. La prima de riesgo con respecto al Bund alemán se acerca a los 200 puntos en el bono a diez años, frente a los 60 puntos de España.
Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank, explica que “el coste a corto plazo de la deuda estadounidense está muy despejado, pero a largo plazo es más difícil trazar un plan de crecimiento del país”, entre otras cosas, porque entran en juego aspectos como “la reconfiguración del orden mundial”. “En la rentabilidad actual también podría haber un efecto de menor demanda”, si bien el dólar “no ha perdido su papel de referencia global y por ahora no hay sustituto”, señala.
Cita además algunos elementos que requieren atención, con fechas clave incluidas. Se trata del cierre de los acuerdos comerciales ahora en negociación, el nombramiento del nuevo presidente de la Reserva Federal y las elecciones de medio mandato. Trump ve los aranceles como herramienta para elevar los ingresos fiscales y reducir el déficit, y está por ver si la receta surte efecto. Los resultados de sus “políticas MAGA” (“Make America great again”) también marcarán la evolución de los bonos, explica Coronil.
Para Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G Global Investors, las compras de deuda estadounidense por inversores españoles “se deben más a circunstancias de mercado que al buen momento de la banca”. Es, desde su punto de vista, “pura consecuencia de las circunstancia de los tipos de interés y una mayor remuneración en dólares, de casi un 2% adicional al euro en este periodo”.
Este escenario hacía “atractiva la inversión en deuda del Gobierno americano”. Sin embargo, “finalmente no lo ha sido tanto, dada la depreciación del dólar”. A A&G no le gusta “en general” la deuda de Estados Unidos por varios motivos, entre los que figuran el “deterioro sin pausa” de la situación fiscal y “las enormes necesidades de emisión que tiene Estados Unidos en los próximos meses”. Para Fernández Elices, no hay duda sobre la viabilidad de la deuda americana, pero tampoco en torno a la incertidumbre del momento.
El Tesoro no tiene bonos estadounidenses, pero sí los bancos y los fondos de inversión
Los inversores españoles deberán estar atentos al proyecto presupuestario recién presentado por Trump, el conocido como One Big Beautiful Bill. Para los expertos, el déficit público podría llegar a irse al 9% del PIB, y la deuda, al 120%. Adrenalina pura para el mercado de bonos.