El presidente Trump quiere un dólar fuerte, pero los aranceles arbitrarios que viene imponiendo, con aumentos desorbitados, solo conseguirán que tenga una moneda débil. Y por si fuera poco, si la deuda pública de EE.UU. pierde valor en los mercados internacionales, como está ocurriendo, esas fuerzas provocarán un aumento no deseado de la inflación y un dólar que puede depreciarse todavía más.
La Reserva Federal se resiste a bajar los tipos de interés y su presidente, Jerome Powell, ha tenido que recibir del presidente Trump un insulto increíble: “Eres un estúpido –le dijo– porque no bajas los tipos de interés y, cuando lo haces, siempre llegas tarde”.
La Reserva Federal ha mantenido los tipos de interés sin cambios. Por cuarta vez están oscilando en torno al 4,3%, el mismo nivel del mes de diciembre pasado, en claro contraste con la reducción de tipos del BCE, que los bajó al 2%.
Los aumentos improvisados de los aranceles contribuyen al aumento de la inflación. Las proyecciones de la Reserva Federal apuntan a un menor crecimiento de la economía americana, por debajo del 2,45% del año anterior.
La guerra nuclear de EE.UU. contra Irán puede terminar con los núcleos subterráneos que Irán ha venido construyendo y que los misiles de Israel no habían conseguido destruir. Pero el presidente Trump llevaba tiempo especulando con las posibilidades de las nuevas bombas nucleares para acabar con los enclaves en los que Irán estaba aumentando el enriquecimiento del uranio. Irán lo presentaba como investigaciones para la sociedad civil. Pero para Estados Unidos, Irán había llegado a unos niveles de enriquecimiento del uranio que solo las bombas nucleares de alta potencia del ejército estadounidense podían terminar con el enriquecimiento de uranio a grandes profundidades y acabar con las instalaciones militares de Irán.
Las consecuencias son de largo alcance, porque siendo graves y dolorosas las pérdidas de vidas humanas, esta guerra está bloqueando los suministros de petróleo y mercancías. El Brent subirá a niveles insospechados y lo peor para la navegación mundial es el posible bloqueo del estrecho de Ormuz. Eso va a suponer el bloqueo del flujo diario de petróleo, en torno a un nivel diario de 1.8 19 millones de barriles de petróleo, casi una quinta parte del consumo mundial diario, y el bloqueo del tránsito de las mercancías de uso civil. Y, desde luego, no es mejor la situación de los cargueros de gas natural licuado que transitan desde Qatar y Emiratos Árabes Unidos (que representa el 20% de la demanda global del mundo).