Empresarios contra Sánchez, pero no tanto

Empresarios contra Sánchez, pero no tanto
Adjunto al director

A grandes rasgos, es decir empleando la brocha gorda, es evidente que al mundo empresarial español le gustaría que Pedro Sánchez tirara la toalla, diera un paso al costado y convocase elecciones. En parte, porque lo ven encallado, sin reformas ni Presupuestos, también porque anhelan rebajas fiscales. Especialmente el que conforma el núcleo duro madrileño, alineado con Isabel Díaz Ayuso y sus bajos impuestos. Aunque desde otras comunidades los empresarios miran al centro con una mezcla de agravio y envidia, tampoco hay que engañarse, en los tiempos que corren, hasta los que tienen la ventaja de ser contribuyentes en la ciudad más benévola de España aspiran a pagar menos.

Lo de los impuestos es una auténtica obsesión de las elites económicas y recorre el mundo, comenzando por EE.UU., donde Donald Trump está feliz tras conseguir la luz verde para su “gran y hermosa” ley fiscal que consolida un gran recorte de impuestos para los más afortunados.

Juan Rosell, expresidente de Foment y de CEOE, acuñó en pleno volcán del procés una expresión para zafarse de las preguntas incómodas pidiéndole posicionamientos políticos en su condición de líder de los empresarios: “Las empresas no votan”. Es decir, solo piensan en su rentabilidad y en maximizar sus beneficios. El resto, dependía de cada ciudadano particular, pero el empresario sabía qué efecto tenía sobre su negocio la política. Y la mayoría de los empresarios aplica esa óptica para decidir cómo valora un determinado gobierno. Incluso en una fase como la actual de bonanza y beneficios al alza.

Pero, al mismo tiempo, algunos sectores empresariales, especialmente en Catalunya, temen que detrás de una súbita caída del actual Gobierno emerja un cambio de mayorías que podría provocar una inestabilidad política superior a la actual. Muchos en la capital ya pensarán que se trata de la vieja cantinela equidistante de la burguesía catalana.

MADRID, 02/04/2025.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (3d), durante su reunión con los presidentes de la CEOE y Cepyme, Antonio Garamendi (2i) y Gerardo Cuerva, y los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo (i) y Pepe Álvarez (3i), este miércoles en La Moncloa, en Madrid. Al encuentro, donde se analizará la coyuntura geopolítica actual, acuden también la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz; el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu; el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo. EFE/ Borja Sanchez-trillo

Sánchez durante una reunión con empresarios y sindicatos en abril pasado

Borja Sanchez-Trillo / EFE

La poca credibilidad del PP sobre corrupción permite a Sánchez escabullirse sin propuestas reales

Cierto, en parte, pero no en esa versión de la equidistancia y no con ella como única protagonista. Algunas grandes multinacionales y una parte, siempre discreta, del sector financiero, mantienen la misma aprensión. En el fondo, la situación no ha cambiado mucho respecto a la de julio de hace dos años, cuando se celebraron las elecciones que dieron paso a la configuración actual del Congreso de los Diputados. Un PP que quedó primero pero que solo podía contar con el apoyo de la extrema derecha de Vox, un repelente imbatible para impedir la aproximación a los populares de cualquier otro grupo parlamentario. La reciente batalla por el control de Cepyme, en la que Ayuso debió mantenerse en un segundo plano para evitar asociarse a la derrota ante la candidata de Antonio Garamendi, el presidente de CEOE, es otra muestra.

Tal vez Alberto Núñez Feijóo, el presidente del PP, ha tomado nota de ello y de ahí su énfasis en dejar claro que gobernaría en solitario si se convocan nuevas elecciones y las gana. Algo que podrá proclamar tantas veces como desee, como cuando se empeñó en que no era presidente de Gobierno porque no quería. Otra cosa es que tal cosa sea posible. Y aún más difícil que el resto de grupos se lo crea. Aunque se entiende que, quiera seducir a algunos grupos parlamentarios de la derecha de la periferia, el Junts de Carles Puigdemont y el PNV de Aitor Esteban, dando a entender que con su futuro apoyo podría prescindir de Vox, nadie comparte ese escenario. Y por eso, el gesto previo de los nacionalistas para hacer posible su acceso al Gobierno, retirarle el apoyo a Sánchez, no se divisa cercano.

Además de sus propios cálculos e intereses, los grupos económicos más cercanos a ambos partidos y a los que ellos prestan mucha atención, no les apremian. Es más, hasta el momento, les piden paciencia y prudencia. La legislatura aún debe entregar frutos trascendentes, la plena vigencia de la amnistía es uno de ellos, algo que a su vez es compatible con la obstrucción de aquellas medidas que consideran que perjudican sus intereses, en este caso el ejemplo es el bloqueo parlamentario de la ley de reducción de la jornada laboral patrocinada por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Por otra parte, los argumentos de los populares para decretar el fin necesario del sanchismo, la corrupción galopante, recuerdan mucho la cínica frase del capitán Louis Renault en Casablanca: “Escándalo, qué escándalo, ¡he descubierto que aquí se juega!”. Que el partido con más altos cargos imputados en los juzgados y con la trama más amplia jamás detectada, el caso Gurtel-Kitchen, en la que a su tesorero se le apresó una cantidad ingente de dinero en Suiza y que salpicó en pleno ejercicio de su cargo a un presidente de Gobierno, que aún se exhibe en posición preeminente en los mítines del partido, se ponga ahora como ejemplo moralizador de regeneración, puede servir para el autoengaño y la propaganda para los convencidos, pero no articula un discurso convincente, ni acredita la sinceridad sus propuestas. Más allá de que a las empresas ya les gusta que la corrupción se atribuya siempre en exclusiva al corrompido y no al corruptor. Les deja la conciencia tranquila. Pueril actitud que permite a Sánchez zafarse de las acusaciones sin necesidad de presentar un plan cabal contra la corrupción y las redes de conseguidores, tan bien relacionados y que roen su administración.

Feijóo sigue sin ofrecer un escenario alternativo de mayor estabilidad política, clave para la economía

Más allá del goloso caramelo fiscal, la perspectiva que ofrece el PP a los sectores políticamente más atentos del mundo económico y empresarial no es de superación de la inestabilidad política. Al contrario, igual que en el 2023. En aquel momento, para el mundo económico catalán y al final buena parte del español, la alianza den el gobierno de PP con Vox era un camino bastante seguro a otra crisis política de consecuencias imprevisibles. Sin entusiasmo, pero con expectativa de normalización abrazaron la senda de una mayoría parlamentaria que, pese a sus muchos problemas, ha enfriado las calderas de agudos problemas y aún tiene pendientes de conclusión algunos expedientes clave.

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