Stellantis quiere duplicar su producción en Marruecos de aquí al 2030. El grupo automovilístico invertirá 1.300 millones de euros en el polo industrial de Kenitra (norte de Rabat), con el objetivo de alcanzar el millón de unidades ensambladas al año. La noticia, difundida por la agencia marroquí MAP, llegó poco después del anuncio del abandono de los proyectos vinculados al hidrógeno y ha desatado la ira de la clase política italiana: mientras el grupo heredero de la antigua Fiat apuesta por el norte de África, sigue sin cumplir los compromisos adquiridos con su país de origen.
Según el sindicato CISL, en los primeros seis meses del 2025 la actividad industrial en Italia cayó casi un 27% respecto al mismo período de 2024, un año que ya fue especialmente complicado.
La operación marroquí supondrá la contratación de unos 3.100 empleados (actualmente ya cuenta con 3.500), sin contar el empleo indirecto. Se trata de una nueva etapa en una relación iniciada hace casi una década. Las obras del centro comenzaron en el 2015, tras un acuerdo entre el entonces grupo PSA (Peugeot-Citroën) y el Reino de Marruecos.
A partir de febrero del 2026, el centro lanzará los nuevos modelos de la plataforma Smart Car, lo que permitirá duplicar la producción inicial de 200.000 a 400.000 unidades al año. La capacidad total de Kenitra alcanzará así los 535.000 automóviles anuales, incluidos los de micromovilidad.
Durante la ceremonia de inauguración del nuevo proyecto, Samir Cherfan, director general de Stellantis para Oriente Medio y África, declaró que la ampliación forma parte de un acuerdo con el Gobierno marroquí que contempla futuros desembolsos.
La noticia ha reabierto una fractura entre Stellantis e Italia, especialmente con la derecha gobernante (aunque no solo con ella), un conflicto que John Elkann, presidente del grupo, había intentado cerrar en los últimos meses. En los últimos años, Stellantis había prometido al Gobierno italiano nuevas inversiones en sus plantas nacionales, pero estas nunca se concretaron. Miles de trabajadores siguen en ERTE, ya que el grupo ha reducido su producción en Italia para centrarse en el extranjero.
Las críticas más duras llegaron desde la Liga de Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno, que en un comunicado arremetió contra la empresa: «Nos deja estupefactos la absurda decisión de Stellantis de invertir miles de millones en el norte de África y contratar personal en Marruecos, cuando durante décadas la empresa se benefició alegremente del dinero público italiano. El comunicado concluye con un rotundo: «Una vergüenza».
También desde la oposición llegaron reproches. Carlo Calenda, líder del partido centrista Azione, pidió la intervención de Giorgia Meloni y del ministro del “Made in Italy” Adolfo Urso: “Que llame a Elkann y le pida explicaciones por esta nueva tomadura de pelo”.
