El planeta vive desde abril otra realidad, la de los aranceles trumpistas, entre amenazas y decretos. Con idas y venidas, se ha instalado en una incertidumbre que la economía española supo sortear en el segundo trimestre gracias al consumo de las familias y la inversión empresarial, incluso con un crecimiento superior al del primero. Este gasto permite contrarrestar un panorama a la baja en lo comercial. Según ha avanzado este martes el INE, el PIB creció un 0,7% intertrimestral entre abril y junio, una décima más que en el arranque del año. En términos interanuales, lo hizo un 2,8%, cifra que repite.
La demanda interna tira del carro. El consumo crece el doble, un 0,6% trimestral. En las familias, en un momento de buen tono laboral y repunte salarial, trepó un 0,8%, tres décimas más. Por su parte, la inversión de las empresas aumentó un 2,1%, nueve décimas más, y en la construcción remontó un 1,6%, aunque en este caso son ocho décimas menos. El dato negativo lo pone el gasto público, que sigue en contracción y cae el 0,1%. Atrás quedan los fuertes crecimientos recientes.
Combinando todas las cifras, la demanda nacional contribuye con 0,9 puntos al crecimiento del PIB. En el lado contrario, el comercio resta una décima, por lo que no se sale indemne de la guerra comercial y su impacto internacional. Se da un crecimiento más bajo de las exportaciones (1,1%) y uno mayor en las importaciones (1,7%).
“El dato de crecimiento ha sorprendido, es bueno y mayor al esperado”, comenta María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas. “Se da una composición más sana, se sustenta menos que en años anteriores en el gasto público y más en la inversión, que se recupera tras estancarse tras la pandemia. También en un consumo privado que sigue creciendo”, repasa. Todo ello permite resistir los vientos en contra. “Da la sensación de que la incertidumbre no ha afectado, la variable donde más podría hacerlo sería en la inversión, y no se ha visto”. Y el consumo privado se ve más afectado por casos de falta de empleo, detalla.
Las exportaciones crecen a menor ritmo y las importaciones van al alza, lo que resta en el cómputo
Por sectores, hay un repunte generalizado. La construcción avanza un 1,5%, un punto más, y es la más dinámica. “Crece a un ritmo fuerte por la falta total de oferta y la demanda al alza”, expone Francisco Puértolas, profesor de EAE Business School. Los servicios trepan un 1,2%, otro punto más, impulsados por el comercio, transporte y hostelería, que más que duplican su repunte al 2,6%. La industria crece el 0,8% en valor, tres décimas menos que el trimestre previo, aunque aún fuerte por los fondos europeos, cree Puértolas. El sector primario se contrae el 9,5%, tras el fuerte incremento del 8,3% previo. Desde Funcas señalan que el turismo camina a tasas “más moderadas”.
Trabajadores en una obra en Sevilla
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, destacó que “la economía mantiene su dinamismo, su pulso, compatible con una recuperación del poder adquisitivo, los salarios y la productividad”. La fortaleza se las tendrá que ver con una coyuntura más difícil a partir de ahora, con los aranceles del 15% instalados tras el acuerdo. Los motores, consumo e inversión, no son infinitos. Desde Funcas advierten que las rentas pueden estar avanzando más que el consumo, en una muestra de que se acumula ahorro. En la inversión, Puértolas plantea que “funciona en ciclos, hay que preguntarse cuánto seguirá subiendo”. Citando informes especializados, vaticina que con el nuevo panorama el repunte del PIB podría verse recortado hasta dos décimas a futuro. El Ejecutivo trabaja con la previsión de que la actividad avance un 2,6% este año.
España mantiene en cualquier caso un crecimiento mayor al de sus socios. Según Reuters, los analistas esperan un crecimiento del 0,1% en Francia e Italia y una contracción del 0,1% en Alemania este trimestre. La tarea pendiente puede ser la productividad. Si bien el mercado laboral está en récords, con 22 millones de ocupados, no se avanza tanto en la productividad u horas trabajadas por persona. Fernández señala que “parte del crecimiento del empleo es para cubrir horas que se dejan de hacer” por ausencias o bajas. La productividad por empleo a tiempo completo cae un 0,7% en términos anuales.