Hay una imagen que se repite en cualquier espectáculo en el que la pasión se desborda. La vemos en las gradas de un estadio durante un partido decisivo o entre la multitud que disfruta de un gran concierto. Miles de pantallas de móviles encendidas, infinidad de asistentes que se hacen selfies, que comparten por WhatsApp la emoción que están viviendo, que la transmiten en vivo por sus redes sociales. Miles de voces corean una canción y, al otro lado del planeta, alguien siente lo mismo que ellos tras pulsar “ver en directo”. Hoy la emoción no entiende de distancias. Lo que antes era un privilegio de unos pocos, ahora lo podemos vivir todos al mismo tiempo gracias a algo tan invisible como poderoso: la conectividad.
Pero esto es algo muy reciente. Hace no tanto experiencias como estas eran efímeras. Los partidos terminaban y los eventos solo quedaban en la memoria de quienes habían estado allí. Así ocurrió, por ejemplo, en 1965, durante el histórico concierto de The Beatles en Barcelona ante alrededor de 18.000 personas. Solo ellas pudieron vivirlo en directo. Sin embargo, ocho años después, en 1973, Aloha from Hawaii, de Elvis Presley, se convertía en el primer concierto retransmitido por satélite a todo el planeta. Más de mil millones de personas, en cuarenta países distintos, pudieron disfrutar en vivo del rey del rock sin estar allí. Aquel día marcó un antes y un después. Por primera vez, la tecnología permitía compartir una experiencia colectiva a escala global.
Medio siglo después, el mundo sigue vibrando al unísono, aunque los dispositivos hayan cambiado de forma y de tamaño. La final de Super Bowl de 2025 reunió a más de 150 millones de personas frente a una pantalla. El último concierto de Taylor Swift en Sao Paulo generó más de 50 millones de visualizaciones en TikTok en solo 24 horas. La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París acumuló una audiencia global de 3.600 millones de espectadores. Millones de experiencias simultáneas, unidas por una red de conexiones invisibles que hace posible lo que hace unas décadas era ciencia ficción.
En 1973, 'Aloha from Hawaii', de Elvis Presley, se convertía en el primer concierto retransmitido por satélite a todo el planeta
Conectividad: unir a los espectadores dentro y fuera del estadio
Ahora bien, detrás de cada emoción compartida hay una infraestructura compleja y precisa que permite que la señal llegue limpia, rápida y estable. No solo en los grandes estadios o recintos deportivos, sino también en los edificios donde trabajamos, en los centros comerciales o en cualquier espacio donde nos reunimos. Garantizar una conexión de alta calidad, sin interrupciones, es un desafío técnico y humano. Porque hoy todos tenemos la necesidad de compartir en tiempo real lo que estamos experimentando.
Simon Brydon, Head of Sport for Video Network en Synamedia, nos ha descrito cómo esto es posible en eventos multitudinarios durante su intervención en Connecting the dots. Un videopodcast sobre cómo las conexiones invisibles lo hacen todo posible. “Las tecnologías que estamos aprovechando junto a Cellnex, el sistema de antenas distribuidas, proporcionan cobertura 4G y 5G completa en los estadios”, explica. “Esto garantiza una conectividad de muy alta velocidad y muy baja latencia incluso cuando el estadio está a plena capacidad”, detalla.
Detrás de cada emoción compartida hay una infraestructura compleja y precisa que permite que la señal llegue limpia, rápida y estable
En el deporte, el propósito es ser capaces de transformar la experiencia de los aficionados, estén donde estén. “A menudo, desde casa se disfruta de una mejor experiencia visual. Se puede volver a ver la acción, repetir una jugada o apreciar detalles que en el estadio se pierden”, asegura Brydon. El uso de sistemas tecnológicos avanzados permite que la experiencia cada vez sea más completa e inmersiva. “Además del sistema de antenas de Cellnex, ofrecemos una plataforma de streaming de vanguardia, un sistema de transmisión de latencia ultrabaja que funciona en servidores dentro del propio estadio”, explica.
Gracias a este tipo de infraestructura, la frontera entre estar en el estadio o en casa se desdibuja. “Ahora, quienes están en el campo pueden convertirse en sus propios directores de televisión”, afirma Brydon. “Pueden ver el partido en directo, pero también en su teléfono desde distintos ángulos de cámara, repetir jugadas, analizar estadísticas o descubrir detalles del juego en tiempo real”. La inmersión es cada vez mayor y, con ella, la experiencia del espectador es mucho más completa y personalizada.
En el deporte, el propósito es ser capaces de transformar la experiencia de los aficionados, estén donde estén
Desafíos y soluciones para conectar millones de emociones
Pero ese deseo que todos tenemos de vivir y compartir estos momentos también plantea desafíos técnicos. Marcin Augustyniak, de Cellnex Polonia, nos explica que “el principal reto de tener a miles de personas conectadas a la vez y utilizando datos es la capacidad de la red”. Las dificultades parten de las propias estructuras. “En un estadio cerrado, los muros de hormigón y el cristal impiden el paso de las ondas de radio desde el exterior”, aclara. La solución pasa por dejar paso a un sistema retador y creativo al tiempo. “Diseñamos sistemas de antenas distribuidas que dividen el recinto por sectores, para que cada asiento tenga cobertura sin saturar el resto”, comenta Marcin.
Conseguirlo exige un trabajo ingente. “Hemos instalado más de cinco kilómetros de cableado en algunos estadios”, observa. Y no es sencillo conseguirlo, ya que “se trabaja en instalaciones que nunca están vacías, que siguen celebrando partidos y conciertos”. Ahora bien, los resultados compensan. “Cuando llega el día del evento y ves a miles de personas compartiendo fotos, vídeos o videollamadas, sabes que ha merecido la pena”, confiesa.
Estadio del Betis en Sevilla
Porque compartir es el corazón de todo. “Los clubes quieren que los aficionados vivan un momento especial, dentro y fuera del estadio”, asegura Marcin. Es cierto que no todos pueden asistir al evento, pero “cuando los que están allí comparten lo que viven, se multiplica la emoción y se atrae a más seguidores”.
Y es que, en realidad, no se trata solo de tecnología, sino de emociones. Lo que antes ocurría entre las paredes de un recinto o en las dimensiones limitadas de un estadio, hoy se extiende por todo el mundo tan solo con un clic. Cada imagen, cada vídeo, cada historia publicada es una forma de decir “yo estuve ahí”. También para quienes lo ven desde lejos. Porque la tecnología y la conectividad no sustituyen la experiencia. Realmente, la multiplican.
Marcin Augustyniak, de Cellnex Polonia, nos explica que “el principal reto de tener a miles de personas conectadas a la vez y utilizando datos es la capacidad de la red”
La experiencia del Betis: en busca de nuevas emociones en el estadio
Como en todos los estadios, en el Benito Villamarín, el hogar del Real Betis Balompié, la pasión late al ritmo de su afición. Más de 60.000 espectadores lo llenan cada jornada, compartiendo cánticos, abrazos y mensajes a los seres queridos que no pueden vivir la experiencia in situ.
Para que esto sea posible, el club lleva años trabajando con objeto de garantizar la conectividad de todos los aficionados, tal y como nos cuenta Alejandro Cañestro, IT Manager del Real Betis Balompié. “Queríamos implementar un sistema DAS que garantizara la conectividad de todos los aficionados dentro del estadio”, nos dice. “Hoy podemos decir que lo hemos logrado”, manifiesta.
Gracias a esta red, es posible disfrutar de una experiencia futbolística y digital completa. “En entornos de alta densidad, como un estadio de fútbol, es esencial asegurar la cobertura en todas las bandas: 2G, 3G, 4G y 5G”, explica Cañestro. “Esto permite que los aficionados celebren un gol con quienes no están allí, compartan vídeos o hagan videollamadas en tiempo real”.
La conectividad promete, además, nuevas experiencias. “Ahora queremos ir más allá”, añade Cañestro. “Aprovechando esta red, estamos desarrollando servicios a través de nuestra aplicación”, explica. De esta forma, la tecnología permitirá guiar al aficionado hasta su asiento, conocer la ocupación de los bares del estadio o pedir comida y bebida desde el móvil.
Porque la conectividad une personas, no dispositivos. Vincula a quienes están en la grada con quienes disfrutan el partido desde casa. Y es que lo que compartimos son momentos, emociones e historias que no se pierden cuando se termina el espectáculo.
