Cuando una institución pública cumple cuarenta años, no solo conmemoramos una trayectoria; celebramos su capacidad de evolucionar, de adaptarse a los cambios y de seguir siendo útil en el país. El Institut Català de Finances (ICF) es una de estas instituciones que ha sabido hacerlo: una herramienta que, desde 1985, ha contribuido a hacer crecer la economía catalana acompañando empresas, autónomos y entidades en momentos decisivos.
En cuatro décadas, el ICF ha financiado más de 37.000 proyectos y ha movilizado más de 16.000 millones de euros al servicio del tejido productivo. Detrás de estas cifras hay historias de emprendeduría, de resiliencia y de transformación: empresas que han apostado por innovar, internacionalizarse o reinventarse después de una crisis. Y está, sobre todo, la voluntad de un país que entiende que el desarrollo económico y el progreso social son dos caras de una misma moneda.
Fachada del Institut Català de Finances
El papel del ICF ha sido clave cuando el crédito privado no llegaba, en momentos de recesión o incertidumbre. Fue así después de la crisis financiera del 2008, y también durante la pandemia de la covid-19. Pero más allá de ser un instrumento contraacíclico, el ICF ha tenido siempre una mirada estructural: impulsar los sectores que definen el futuro de Catalunya. Las inversiones en biotecnología, energías renovables o industria 4.0 han convertido nuestro país en uno en lo referente al sur de Europa en innovación y sostenibilidad.
El ICF fue clave cuando el crédito privado no llegaba, en momentos de recesión o incertidumbre
Ahora, el ICF ha iniciado una nueva etapa que refleja los valores de una economía moderna e inclusiva. Por primera vez, el Institut ofrece crédito a personas físicas para facilitar a los jóvenes el acceso a la vivienda —porque una economía sólida también tiene que garantizar oportunidades vitales. Esta línea, junto con el apoyo constante a la pyme, que ocupa más del 68% de los trabajadores del país, muestra un compromiso firme con la cohesión social y la prosperidad compartida.
Hoy, los Premios ICF Empenta nacen para reconocer los mejores proyectos financiados recientemente por el Institut. Más que unos premios, son un homenaje al espíritu emprendedor que define Catalunya: a la creatividad, al talento y a la capacidad de convertir una idea en una realidad con impacto positivo para el conjunto de la sociedad.
Estoy convencida de que Catalunya necesita instituciones públicas fuertes, ágiles y comprometidas con el interés general. El ICF es un ejemplo: no es solo una entidad financiera; es una institución al servicio del país, una herramienta para hacer realidad las políticas públicas y las líneas estratégicas que Catalunya necesita para avanzar. Porque cuando el país tiene un reto, el ICF está, ha estado y estará.