El 9 de noviembre de 2012, un joven neoyorquino de 21 años tuitó “He comprado una acción. #SOSRealOviedo”. Respondía un tuit del Real Oviedo donde pedía ayuda para salvar al club. Le había llegado vía el periodista deportivo británico Sid Lowe, que se había enamorado del club durante un Erasmus en la ciudad. Twitter hacía su magia y una campaña local resonaba en la capital mundial.
El tuit, que fue a parar al cementerio de los tuits olvidados, es hoy un símbolo. Trece años después, ese estudiante solidario sabemos que era Zohran Mamdani, el nuevo alcalde electo de Nueva York. La anécdota explica al personaje mejor que cualquier biografía. Sus 34 años no sólo significan que es el alcalde más joven de Nueva York desde 1892, sino que tenía veinte años cuando eclosionaron las redes sociales. No hace falta que le cuenten nada de comunicación digital.
El éxito de Mamdani: escuchar a las personas en lugar de hablar a sus avatares.
En sus vídeos en TikTok e Instagram, Mamdami parece más una estrella del rap que un político; seguro que le viene bien su carrera de rapero como Young Cardamom (busquen sus vídeos). Sale a la calle, habla con la gente en diferentes idiomas, improvisa, suena hip hop, Bad Bunny y sale Nueva York, la gran protagonista. Lin-Manuel Miranda, neoyorquino, hijo también de inmigrante y autor del fenómeno cultural musical Hamilton, decía que un musical para tener éxito debe tener tres cosas: una buena historia, una buena banda sonora y que salga Nueva York. La campaña de Madmani tiene las tres.
Y la historia de este musical habla del sueño americano de un hijo de inmigrantes de origen indio de Uganda, del derecho a la vivienda, del transporte público, de los servicios básicos y de hacer frente a Trump. Todo con un discurso socialista democrático del que hace bandera. Las cifras le dan la razón: para encontrar una participación similar debemos remontarnos a 50 años atrás.
La propuesta es tan sencilla como revolucionaria: en lugar de prometer un futuro tecnológico extractivo, propone un presente humano participativo. Estoy seguro de que ha leído las tesis de los Nobel Acemoglu y Robinson en su libro “Porque fracasan las naciones: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”. Las naciones con economías participativas prosperan; las que tienen economías extractivas, fracasan. Aplicar el principio a la ciudad-estado de Nueva York parece inmediato.
Mamdani ha utilizado las redes para comunicar; para escuchar y hablar a personas, no a sus avatares digitales. Aquel tuit olvidado de 2012 –comprar una acción de un club asturiano que no conocía de nada– no es la anécdota sino la categoría: pertenencia, solidaridad, resistencia local y esfuerzo global.
I ♥️ NY. Puxa Oviedo.