El monopolio de China sobre los minerales pone en riesgo los suministros globales, según la AIE

Informe

La Agencia Internacional de la Energía prevé que la electricidad alimentará la mitad de la economía mundial

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Transporte de tierras raras en China /File Photo

CHINA STRINGER NETWORK / Reuters

En las 519 páginas de su informe anual, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pone el dedo sobre el elemento clave de la economía moderna: los minerales. Y sobre quién los controla: China. Y se habla de “disrupción de cadenas de producción” y “de coerción económica”. 

China domina el proceso de refino de 19 de los 20 minerales críticos clave

En su análisis advierte que la concentración geográfica de su producción, refinado y procesamiento se está acentuando. Un solo país, China, domina el refinado de 19 de los 20 minerales estratégicos clave, con una cuota media cercana al 70%. En el caso de las baterías, su control supera el 85% de la capacidad global y llega al 95% en la fabricación de ánodos.

Esta dependencia entraña riesgos comparables a los que en su día generaron las crisis del petróleo. Más de la mitad de los minerales estratégicos ya están sujetos a algún tipo de control de exportación, y las restricciones impuestas por Pekín en 2025 sobre tierras raras y componentes de baterías han puesto en evidencia la fragilidad del sistema. 

Se está entrando en la era de electricidad. Hoy es el 20% de la demanda pero sostiene el 40% de la economía

El informe destaca que incluso en un mercado bien abastecido, una interrupción en el suministro —por motivos climáticos, técnicos o comerciales— podría tener efectos en cadena. Un aumento de diez veces en los precios de los metales de baterías o del grafito elevaría el coste medio global de los paquetes de baterías entre un 40% y un 50%, ampliando además la brecha de costes con respecto a China.

Hoy, además, el oligopolio es más fuerte que antes.  La participación media de los tres principales países refinadores de minerales energéticos clave pasó de alrededor del 82% en 2020 al 86% en 2024. Para 2035, se prevé que la participación media de los tres principales proveedores de materiales refinados disminuya solo ligeramente, hasta el 82%, volviendo efectivamente a los niveles de concentración de 2020.  Si China domina el refino del 91% de las tierras raras, en una década como mucho bajará al 75%. Con lo que la dependencia de la economía mundial de Pekín está destinada a durar años. 

La demanda de petróleo puede seguir subiendo si los estados no intervienen

No hablamos de una alerta genérica, sino de una situación susceptible de causar daños concretos y tangibles: la IEA calcula que una interrupción del 10% en las exportaciones de imanes de tierras raras podría afectar la producción de 6,2 millones de automóviles convencionales, casi 1 millón de motores industriales, 230.000 aviones civiles o la construcción de más de 650 centros de datos de IA de gran escala. Cuando se dice que China puede parar la economía mundial tal solo apretando un botón, pues no estamos muy lejos. 

Por otra parte, la IEA destaca que estamos entrando en la “era de la electricidad”.  La demanda eléctrica crece mucho más rápido que el consumo energético total en todos los escenarios analizados, impulsada por la digitalización, la electrificación de usos finales como el aire acondicionado  y el auge de los servicios de inteligencia artificial.

Hoy la electricidad representa solo un 20% del consumo energético final, pero ya concentra la mitad de toda la inversión energética mundial y abastece sectores  que abarcan más del 40% del PIB global. 

En ese sentido, la IEA estima que la inversión en centros de datos alcanzará los 580.000 millones de dólares en 2025, superando por primera vez el gasto global en suministro de petróleo, que ronda los 540.000 millones. Los centros de datos son el nuevo petróleo. 

Y, a propósito de petróleo, el estudio aporta un dato polémico, justo cuando se está celebrando la COP en Brasil estos días. Si se tienen en cuenta solo las políticas energéticas y climáticas que ya están en vigor y aplicándose efectivamente, la demanda de petróleo debería seguir creciendo hasta el 2050, un 13% más respecto al consumo de 2024. 

No obstante, hay que precisar que según otro escenario, que refleja las políticas y medidas que los gobiernos han anunciado oficialmente, incluso si aún no se han implementado por completo, la demanda debería alcanzar un pico alrededor del año 2030.  Al final mucho dependerá del ritmo de adopción del coche eléctrico, ya que la mitad del consumo de energía fósil procede del transporte. 

(Habrá actualizaciones)

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