El dominio de los minerales de China pone en riesgo la cadena global de suministros

Informe de la Agencia Internacional de la Energía

La AIE cree que se pueden dar shocks como los del petróleo en los años setenta

FILE - In this July 6, 2010 file photo, workers use machinery to dig at a rare earth mine in Baiyunebo mining district of Baotou in north China's Inner Mongolia Autonomous Region. (AP Photo, File)

Una explotación de tierras raras en el norte de China

Ap-LaPresse

En las 519 páginas de su informe anual dado a conocer ayer, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) pone el dedo sobre el elemento clave de la economía moderna: los minerales críticos. Y sobre quién los controla, China. El organismo habla de “disrupción de cadenas de producción” y de “coerción económica”.

En su análisis advierte que la concentración geográfica de su producción, refinado y procesamiento se está acentuando. Un solo país, China, domina el refinado de 19 de los 20 minerales estratégicos clave, con una cuota media cercana al 70%. En el caso de las baterías, su control supera el 85% de la capacidad global y llega al 95% en la fabricación de ánodos.

Esta dependencia entraña “riesgos comparables a los que en su día generaron las crisis del petróleo”, indica el organismo. “Un choque en el suministro de minerales críticos tendría consecuencias económicas de gran alcance: aumentos de precios para los consumidores, pérdida de competitividad industrial y potenciales impactos en la seguridad nacional”.

Hoy más de la mitad de los minerales estratégicos ya están sujetos a algún tipo de control de exportación, y las restricciones de Pekín en el 2025 sobre tierras raras y componentes han puesto en evidencia la vulnerabilidad del sistema. Por ejemplo, un aumento de diez veces en los precios de los metales de baterías o del grafito elevaría el coste medio global de las celdas entre un 40% y un 50%, ampliando además la brecha de costes con respecto a China.

Además, hoy el oligopolio es más fuerte que nunca. La participación media de los tres principales países refinadores de minerales energéticos clave pasó de alrededor del 82% en el 2020 al 86% en el 2024. Para el 2035, se prevé que la participación media de los tres principales proveedores de materiales refinados disminuya solo ligeramente, hasta el 82%, volviendo a los niveles de concentración del 2020. Si China domina el refino del 91% de las tierras raras, en una década como mucho bajará al 75%. La dependencia de la economía mundial de Pekín está destinada a durar años.

No hablamos de una alerta genérica, sino de una situación susceptible de causar daños concretos y tangibles: la IEA calcula que una interrupción del 10% en las exportaciones de imanes de tierras raras podría afectar la producción de 6,2 millones de automóviles convencionales, casi un millón de motores industriales, 230.000 aviones civiles o la construcción de más de 650 centros de datos de IA de gran escala. Cuando se dice que China puede parar la economía mundial tan solo apretando un botón, pues no estamos muy lejos.

Por otra parte, la AIE destaca que estamos entrando en la “era de la electricidad”, como puso de relieve Fatih Birol, director de la AIE. La demanda eléctrica crece mucho más rápido que el consumo energético total, impulsada por la digitalización, el aire acondicionado y el auge de los servicios de inteligencia artificial.

Hoy la electricidad representa solo un 20% del consumo energético final, pero ya concentra la mitad de toda la inversión energética mundial y abastece sectores que abarcan más del 40% del PIB global. En una década, la mitad de la economía mundial será electrificada. En este plazo, la demanda aumentará en el equivalente de lo que consumen hoy las economías avanzadas todo el año.

Bruce Douglas, CEO de la Alianza Global de Energías Renovables subrayó que “la AIE muestra que entre ahora y el 2030 construiremos más energías renovables que en los últimos 40 años juntos. Casi todo el nuevo consumo de electricidad será suministrado por fuentes limpias de energía”. La IEA estima que la inversión en centros de datos alcanzará los 580.000 millones de dólares en el 2025, y superará por primera vez el gasto global en el petróleo, que ronda los 540.000 millones. Nunca mejor dicho: los centros de datos son el nuevo petróleo.

Algunas previsiones de la agencia sobre la demanda de crudo apuntan a una subida del 13% para el 2050

Y, a propósito del petróleo, el estudio aporta un dato polémico, justo cuando se está celebrando la COP en Brasil estos días. Si se tienen en cuenta solo las políticas energéticas y climáticas actualmente en vigor y aplicadas de forma efectiva, la demanda de petróleo debería seguir creciendo hasta el 2050, un 13% más respecto al consumo del 2024.

No obstante, según otro escenario, que refleja las políticas y medidas que los gobiernos han anunciado oficialmente, incluso por implementar, la demanda debería alcanzar un pico alrededor del 2030. Al final, mucho dependerá del ritmo de adopción del coche eléctrico, ya que la mitad del consumo de energía fósil procede del transporte. En este caso, China tiene la última palabra.

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