Algunos medios la han llamado “la diplomacia del Rolex o de los lingotes”.
Sea lo que sea, al final Washington y Berna han puesto este viernes punto final a su desencuentro, que duraba desde el pasado mes de agosto, cuando Donald Trump impuso a Suiza unos aranceles del 39%, la tasa aduanera más alta aplicada a una economía avanzada desde que el magnate emprendiera una guerra comercial alrededor del mundo.
Las exportaciones de la confederación al país norteamericano se hundieron un 14% en tres meses
Ahora las tarifas cargadas a los bienes procedentes de la confederación helvética bajarán al 15%, en línea con lo que Estados Unidos ya aplica a la Unión Europea, según lo pactado ayer. A cambio, Suiza se compromete a invertir 200.000 millones de dólares en el país norteamericano hasta el 2028, además de comprar más aparatos de Boeing. Berna también abre sus fronteras a productos agrícolas norteamericanos, especialmente carne, pescado y marisco.
Lo que podría parecer una rendición, en realidad fue celebrada. Los aranceles pesaban sobre el 40% del total de las exportaciones suizas. Los empresarios llevaban meses sufriendo para exportar sus productos más allá del Océano y además padecían un agravio comparativo con el resto de países europeos.
Marcha atrás
La Casa Blanca elimina tarifas sobre ciertos alimentos para contener precios
Durante meses la Casa Blanca ha negado que los aranceles impuestos por Donald Trump, los más altos en un siglo, causaran un repunte de los precios.
No obstante, la administración republicana confirmó este viernes que dará parcialmente marcha atrás a su política tarifaria con algunos productos agrícolas procedentes del exterior.
En una entrevista con la CNBC, el representante comercial Jamieson Greer explicó que existen algunas “microáreas” de comercio en productos que no se fabrican en EE.UU., como el café, el cacao y los plátanos, en las que el país “no necesita” aranceles y va a conceder exenciones tarifarias. Afirmó que es el momento adecuado para hacerlo después de alcanzar acuerdos comerciales con cuatro países latinoamericanos el jueves (Argentina, Guatemala, El Salvador y Ecuador), que proveen materias primas alimentarias. “Y por eso es el momento de eliminar algunos de estos aranceles sobre productos. Productos que no fabricamos aquí”, se justificó.
La iniciativa llega después de las victorias electorales de los demócratas la semana pasada en varios comicios estatales y locales, donde los candidatos destacaron el problema del coste de la vida. “La administración Trump está comprometida con una estrategia comercial y arancelaria ágil, matizada y multifacética”, intentó argumentar el cambio de postura en una proeza verbal el portavoz de la Casa Blanca Kush Desai.
Para que se tenga una idea, se registró una caída del 14% en las exportaciones suizas a Estados Unidos durante los tres meses hasta septiembre, según la asociación de la industria tecnológica Swissmem, mientras que los fabricantes de bienes de equipo registraron un desplome del 43% en sus envíos.
“Es un gran alivio en cuanto a aranceles, pero siguen existiendo cargas económicas adicionales y riesgos”, dijo Hans Gersbach, director del Instituto Económico KOF de la ETH de Zúrich. Según Gersbach, los sectores suizos de maquinaria, instrumentos de precisión, relojería y alimentos, que venden a Estados Unidos, serían los que más se beneficiarían. KOF pronostica un crecimiento económico suizo del 0,9% en 2026, pero se superaría el 1% con la reducción de la tasa arancelaria.
Según varias reconstrucciones periodísticas, las negociaciones han sido muy difíciles. En particular, las cosas se torcieron cuando la presidenta de la confederación, Karin Keller-Sutter, en una tensa conversación telefónica este verano con Trump pretendió convencerle de la inconveniencia de los aranceles.
El presidente dijo que el superávit comercial suizo era “como si Suiza robara a Estados Unidos”, Keller-Sutter respondió que esa afirmación era “absurda”. El tono no gustó nada a Donald Trump y si no fuera por la intervención de un funcionario norteamericano, las relaciones se habrían roto por completo.
Le tocó el turno entonces a una delegación de hombres de negocios suizos. El consejero delegado de Rolex, Jean Frédéric Dufour, Diego Aponte, del imperio marítimo MSC, Johann Rupert (Richemont), Daniel Jaeggi (Mercuria Trading), Marwan Shakarchi (de la refinadora de oro MKS Pamp) y Alfred Gantner (del fondo Partner Groups) le visitaron este mes en la Casa Blanca, según Swiss Info.
Entre relojes, chocolate e incluso un lingote, parece que los empresarios consiguieron hacer mella en el corazón de Donald Trump. El consejero delegado de Swatch, Nick Hayek, criticó la crisis de liderazgo de Suiza. Pero aprovechó la situación para lanzar un reloj edición especial llamado What if… tariffs ? donde los números “3” y “9” están invertidos para señalar el 39%.
