Una sombra del pasado que vuelve de entre los muertos

El juicio de la opinión pública

Franco sigue suscitando un amplio rechazo pero el régimen autoritario atrae cada vez más a las nuevas generaciones

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Manifestación de la Falange en Barcelona 

Àlex Garcia / Archivo

¿Una sombra del pasado? ¿O una referencia aceptable para quienes no vivieron la dictadura? O quizás ambas cosas a la vez: una sombra del pasado que se proyecta sobre el presente, como quien regresa de entre los muertos. El balance de la dictadura franquista parecía zanjado hace 25 años. La opinión pública dictaba entonces una sentencia inapelable: más del 60% de los consultados por el CIS veía a Franco como el militar que “ganó la Guerra Civil, pero no quiso la concordia entre todos los españoles”; un 90% lo consideraba un “dictador implacable”, y casi el 70% se mostraba convencido de que “acabó con las libertades e impidió el progreso de España”.

Quienes eran jóvenes hace 40 años son los que más apuestan hoy por la democracia

Su figura se asociaba, además, a la crueldad (según el 61%), pero no a la honradez (solo fue honesto para el 24%). De hecho, ya en 1992 menos del 28% de los españoles valoraba positivamente su régimen, mientras que el 50% lo evaluaba negativamente. Es más: entre los ciudadanos de 18 a 44 años las opiniones negativas sobre la dictadura se acercaban al 60% de los consultados. Y en esa franja de edad, sus defectos se acentuaban (el 70% lo consideraba “cruel”.)

Hace 25 años la condena al régimen era amplísima, pero en la última década se ha matizado

¿Y hoy, 50 años después de su muerte? En apariencia, el balance negativo se habría consolidado entre la ciudadanía: más del 65% evalúa negativamente el régimen franquista y solo un 21% lo considera una etapa positiva (siempre según el CIS). Y los jóvenes siguen estando entre los más críticos: hasta el 73% de los menores de 35 años valora la dictadura de Franco como un periodo negativo para España. Además, en la comparativa entre el régimen actual y la dictadura franquista, la democracia se impone con claridad. Un 75% considera mejor el régimen democrático y solo un 17% lo cree peor que la autocracia franquista.

Paradoja: empeora la imagen de Franco mientras crecen las preferencias por una dictadura

A partir de ahí, es lógico preguntarse por qué emerge con tanta fuerza en España una ultraderecha nostálgica del franquismo. Al fin y al cabo, incluso corrigiendo la sobrerrepresentación del voto de izquierdas que registra la última encuesta del CIS, las valoraciones negativas del régimen de Franco superan el 60% mientras que las positivas no llegan al 25%.

Sin embargo, los sucesivos sondeos del CIS reflejan una inquietante paradoja que planea de nuevo como una pesada sombra sobre la democracia española. Se trata del crecimiento de las preferencias por un régimen autoritario (siete puntos más que hace 25 años) en detrimento del modelo democrático, que ha retrocedido en idéntica magnitud en la última década. Es cierto que todavía en el 2018 el respaldo a la democracia escalaba a máximos, con porcentajes similares a los del año 2000, pero desde entonces ese apoyo no ha dejado de caer.

El rechazo entre las mujeres enmascara las simpatías hacia el franquismo de los menores de 35 años

Concretamente, la predilección por un modelo autoritario (o la indiferencia ante su eventual restauración) vuelve a rozar hoy el 20% de los consultados, como en 1985. Y ese no es el dato más relevante. En aquel año de 1985, más del 80% de los menores de 35 años mostraban su preferencia por la democracia. Y la cifra se mantenía por encima de la media (en torno al 75%) entre los nacidos tras la Guerra Civil. Solo entre quienes habían venido al mundo antes de 1936 y habían vivido ya como adultos la contienda fratricida, la preferencia por el régimen democrático caía por debajo del 50%. Como si después de ver a tanta gente morir de pie, muchos españoles mayores de 65 años se hubiesen acostumbrado a vivir de rodillas, de modo que hasta el 26% de ellos prefería o aceptaba de buen grado volver a la dictadura. 

En cambio, a finales del 2025, la correlación generacional se ha invertido significativamente. Y con un ritmo creciente de un año para otro. Por ejemplo, quienes muestran hoy mayor preferencia por la democracia –con tasas de apoyo superiores al 80%– son sobre todo los mayores de 60 años; es decir los jóvenes de hace cuatro décadas. Por contra, quienes cuentan hoy con menos de 35 años registran hasta 18 puntos menos que sus mayores en las preferencias por la democracia (y 14 menos que sus homólogos de 1985). A su vez, hasta el 30% de ellos aceptaría un régimen autoritario. Ahora bien, la inversión –pero en sentido opuesto– afecta también al género.

Entre 1985 y el 2025, el porcentaje de partidarias de la democracia entre las mujeres jóvenes ha crecido hasta 10 puntos. Por el contrario, entre los hombres menores de 35 años, la preferencia por el régimen democrático ha caído más de 25 puntos. De hecho, es la opinión crítica de las mujeres jóvenes la que enmascara la simpatía de muchos hombres jóvenes hacia la dictadura franquista. Así, mientras solo un 5% de las jóvenes menores de 24 años juzga peor la actual democracia que el régimen anterior, esa tasa se acerca al 30% entre sus coetáneos de sexo masculino. Y quizás ese regreso furtivo de un franquismo blanqueado explique que algunos discursos de la ultraderecha se parezcan tanto a los del general Franco ante sus seguidores más fervientes.

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