Pensiones y milagros

Opinión

Las elecciones en Chile están teniendo y tendrán como protagonistas a simpatizantes de la dictadura de Pinochet, lo que ha hecho reavivar el interés por aquel periodo, y muy concretamente por el sistema de pensiones de capitalización, hasta el extremo de que Abc ha dedicado su página tercera –la más importante de las de opinión– al ministro de Trabajo que lo implantó en aquel país, el cual la ha aprovechado para decirnos que la única solución que tenemos para resolver el angustioso problema de sostenibilidad al que nos enfrentamos es implantar este sistema antes que tarde (aunque curiosamente, pero muy significativamente, las fuerzas armadas chilenas quedaron al margen de la reforma).

Frente a esta propuesta, lo primero que hay que decir es que el prestigio de que todavía goza entre algunos la política económica de Pinochet (y que después hemos denominado neoliberal ) es sorprendente y solo pone de manifiesto hasta qué punto la fe es más fuerte que la razón. Porque lo cierto es que el balance de aquellos 17 años de dictadura fue pobrísimo, como lo pone de manifiesto el hecho de que el PIB per cápita de ese país se rezagara no solo respecto de Corea (pasó del 109% al 40% del de ese país), sino respecto de México (del 95% al 80%) o España (del 95% al 80%). Ninguno de estos países aplicó políticas similares a las de los Chicago Boys que asesoraban al gobierno de Pinochet, y en el caso de Corea hizo exactamente lo contrario.

El prestigio del que goza entre algunos la política económica de Pinochet es sorprendente

Que tenemos un problema con la financiación de las pensiones y que el sistema de reparto ( pay as you go , que dicen los anglosajones) es insostenible en un escenario de baja natalidad es indudable. También debería serlo que es tarde para aplicar el sistema de capitalización, porque lo que se nos propone es que los trabajadores de las próximas décadas no solo sigan manteniendo a los jubilados (que es lo que se supone que no pueden hacer), sino que, además, ahorren lo suficiente como para constituir un fondo que financie sus propias pensiones el día de mañana.

Lo que necesitamos para pagar las pensiones de los baby boomers es, ciertamente, un milagro, pero esta propuesta no es un milagro, sino un absurdo, que no es lo mismo.

Porque, los milagros, en economía, no solo existen, sino que tienen nombre, y por eso hablamos del milagro español , del milagro japonés , del milagro chino , y el día de mañana hablaremos del milagro vietnamita .

Todos estos países han pasado por un período de intensa mejora de la productividad y del PIB per cápita, y todos estos períodos se han caracterizado por lo mismo: un pueblo, que por las razones que fueran estaba distraído, de repente se pone a trabajar.

Por eso, tan absurdas como las propuestas neoliberales son las de aquellos que creen que podremos financiar las pensiones de las próximas décadas no aplazando la edad de jubilación (Francia) o trabajando menos horas (España).

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