Fallece Juan Echevarría Puig, ex patrón de Nissan Motor Ibérica, a los 101 años

Obituario

Pionero de la industria del motor, joseantoniano sin complejos y pieza importante del tejido empresarial de Catalunya 

Fallece Juan Echevarría Puig, ex patrón de Nissan Motor Ibérica, a los 101 años
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Fallece Juan Echevarría Puig, ex patrón de Nissan Motor Ibérica, a los 101 años

A los 101 años bien aprovechados y una lucidez remarcable, Juan Echevarría Puig ha fallecido en Barcelona, su ciudad, donde desarrolló gran parte de su carrera docente y empresarial y fue una rara avis por el mantenimiento de sus convicciones entre las que destacaba la pasión por José Antonio Primo de Rivera, cuyas obras completas obsequió al mismísimo Jordi Pujol Soley, con quien mantuvo siempre una buena relación personal a pesar de las diferencias, un respeto a las ideas ajenas no tan excepcional entre los hombres y mujeres que propiciaron la transición democrática. En su caso, colaborando con Manuel Fraga, exministro franquista e impulsor de Alianza Popular, germen del Partido Popular.

Fallece Juan Echevarría Puig, ex patrón de Nissan Motor Ibérica, a los 101 años

Juan Echevarría Puig, en octubre del 2024, en su despacho en la Mutua Universal, de la que era presidente honorario 

Pau Venteo / Shooting

“He pasado hambre y no me jacto de haber sido pobre, ¡me lamento de haber sido pobre”

“Yo he pasado hambre y no me jacto de haber sido pobre, ¡me lamento de haber sido pobre!”, recordaba en una amplia entrevista con este diario en octubre del 2024 en la que repasó, con detalle y memoria envidiable, los principales episodios de su biografía muy asociada a la industria del motor en Catalunya ya que fue el presidente de Aeronáutica Industrial entre 1973 y 1975 y de Nissan Motor Ibérica entre 1982 y el 2.000, cargo este que afianzó las excelentes relaciones económicas entre Japón y Catalunya. Una suerte de idilio que en lo político fue promovido por Jordi Pujol desde la presidencia de la Generalitat, activo que las turbulencias del procés desbarataron, según lamentaba.

Nieto e hijo de capitanes de la Transatlántica, la guerra civil dejó la economía familia en mala situación, por lo que conoció el hambre durante la contienda y la postguerra. “Yo he pasado hambre pero no un día, sino muchas veces, muchas noches”. De ahí el recuerdo poderoso de la entrada de las tropas franquistas el 26 de enero del 39 –Juan Echevarría tenía 14 años-. “Un soldado, que debía tener 18 años y estaba comiendo un chusco con mantequilla salada, me vio tal cara de hambre que me lo dio. Tenía la huella de sus dientes y me supo a gloria, yo que he sido un maniático toda la vida. Perdone la cursilada: para mí era una mezcla de pan con mantequilla y España”, recordaba desde la sede de la Mutua Universal en Barcelona de la que era presidente de honor (un edificio con historia: acogió el tenebroso consulado de la Unión Soviética durante la guerra civil).

En el bando de los vencedores, el joven Echevarría Puig fue un empollón que aprovechó el tiempo en las aulas y se licenció en Derecho por la Universidad de Barcelona, estudios que se costeó dando clases por las tardes en un instituto. La educación fue una de sus inquietudes y medios de subsistencia, que ejerció entre 1950 y 1957 como profesor encargado de las cátedras de Sociología en las facultades de Derecho y Ciencias Económicas de la UB, donde fundó en 1953 y dirigió el Colegio Mayor San Jorge.

Entró en Motor Ibérica en 1966 y terminó siendo su presidente en 1982, con el desembarco nipón de Nissan

El “padrino” en sus comienzos fue un personaje singular: Gerardo Salvador Merino, primer director de los Sindicatos Verticales… y condenado a muerte por el mismísimo Franco en 1942, “de un pelo que no le fusilan”, recordaba. De su mano entró en la industria del motor, en Motor Ibérica, un gigante de los tiempos, donde ingresó en 1966.

La compañía fue absorbida por Nissan en 1980, salvando así miles de empleos en la Zona Franca de Barcelona, y Juan Echevarría se ganó la confianza de los japoneses, cuya ética laboral no le resultaba ajena. Entre 1982 y el 2000 presidió la firma y se convirtió en uno de los más influyentes puentes entre España y Japón. Juan Echevarría presumía de ser el artífice de que el Gobierno japonés obsequiase un bonsái al entonces presidente Felipe González, regalo muy de su agrado y objeto de chanzas periodísticas al hablar del inquilino del palacio de la Moncloa.

Juan Echevarría Puig creía que las personas estaban por encima de las ideologías y prueba de ello era su sincero afecto y amistad con Manuel Sacristán, uno de los pocos marxistas españoles que impartía clases en la Universidad durante el franquismo. Y le dolía que en algún momento hubiese quien alertase a Sacristán de los riesgos o segundas intenciones de Echevarría. Otro ejemplo fue la ya citada relación con Jordi Pujol, pese al españolismo de uno y el catalanismo del otro.

Colaboró con Fraga -y perdió millones- en el intento de implantar un partido catalán y español 

De los escarceos políticos, Juan Echevarría recordaba las visitas de Manuel Fraga a Barcelona tras la muerte del dictador el 20 de noviembre del 75. Fraga era un personaje arrollador, impetuoso y muy convencido de sus méritos, entre los que no figuraba su mano izquierda. En una ocasión, el conservador gallego le hizo partícipe de la composición de su Gobierno caso de que fuese nombrado presidente en sustitución de Arias Navarro. No se dio la hipótesis, pero Echevarría recordaba que Fraga le quería al frente de la cartera ministerial de Comunicaciones y Marina Mercante que nunca había existido. Echevarría comentó que sería mejor llamarla ministerio de Transportes a secas, a lo que Fraga se negó a gritos: “¡De ninguna manera! ¡Nos endosarían Renfe!”.

Como la Alianza Popular de Fraga no pudo concurrir en las elecciones al Parlament de 1980, Echevarría se lanzó al ruedo bajo las siglas de Solidaridad Catalana, que sufrió un revolcón electoral. Y un escarmiento. “Sólo sé que aquello me costó quince millones de pesetas. Y tuve que hipotecar mi casa”. Describía muy bien al fundador de Alianza Popular: “A Fraga le perdía la educación, echaba broncas a todo el mundo”.

Desde el fiasco electoral de 1980 optó por impulsar sus ideas desde la barrera, especialmente su gran preocupación: trabajo para la gente, fiel al ideario de los viejos falangistas a los que Franco toleró de aquella manera. Fue un ejecutivo paternalista al que nunca le tembló el pulso con los sindicatos. De su importancia en la economía catalana da una prueba la lista y relevancia de empresas en las que fue consejero (Banco Internacional de Comercio, Cervezas Mahou o Puerto de Barcelona) o incluso presidente (caso de FECSA entre 1996 y 1998).

Preguntado por su longevidad, ironizaba: “no he hecho gimnasia en mi vida”

Cuando se le preguntaba por el secreto de su longevidad, Juan Echevarría parecía disfrutar con su receta: “¿Deporte? No he hecho una tabla de gimnasia en mi vida. Siempre que he podido he ido en coche y no a pie”. Genio y figura. Trabajo y familia, de la que formó parte el presidente del FC Barcelona Joan Laporta, casado con su hija Constanza, una de los cinco hijos del finado (Alejandro, Juan Ignacio, Beatriz y Álvaro). Con sentido del humor, Juan Echevarría se reconocía entre los catalanes del Palace de Madrid, una suerte de tribu empresarial. “¡Los únicos que dábamos buenas propinas en España!”.

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